Fichas de Aves del Parque Natural Sierra de Baza
Águila real (Aquila chrysaetos)
© Juan Miguel Adán
Retrato de un ejemplar adulto de águila real (en cautividad).
FICHA TÉCNICA:
Orden: Accipitriformes
Familia: Accipitridae
Especie: Aquila chrysaetos
Estatus: especie catalogada de interés especial.
Longevidad: pueden vivir hasta treinta años.
Peso: Los machos 3,7 kgrs. y las hembras 5,3 kgrs., aproximadamente.
Envergadura: con las alas abiertas pueden medir alrededor de 220 cms.
Longitud: 85 cms. aproximadamente.
DESCRIPCIÓN DE LA ESPECIE
© Eduardo Nogueras Ocaña
Ejemplar joven de águila real, donde pueden apreciarse las manchas blancas de sus alas y de la cola.
El águila real es considerada la reina de las aves por sus características físicas y su gran habilidad para la caza. Se trata de un ave rapaz de costumbres diurnas, más grande que un busardo ratonero. Su cuerpo está cubierto de un plumaje pardo oscuro que se hace más claro en la cabeza. Su pico es grande y fuerte, de color amarillo. Las puntas de las alas presentan largas plumas primarias con forma de dedos que se despliegan en el aire para reducir el rozamiento y proporcionar un mayor control sobre el vuelo. Las patas están recubiertas de plumas y sus garras son grandes y fuertes, de ahí su capacidad para transportar presas del tamaño de un zorro o un cordero.
Se calcula que la visión de las águilas reales es entre cuatro y ocho veces superior a la del hombre, pudiendo localizar una liebre en tierra firme desde una distancia de más de tres kilómetros.
Los ejemplares inmaduros presentan unas manchas de color blanco puro en las alas y en la cola.
© Eduardo Nogueras Ocaña
Ejemplar adulto en vuelo donde ya no pueden verse las distintivas manchas blancas.
El hábitat natural del águila real son las zonas de montaña y los páramos. Zonas rocosas y con grandes acantilados. En general lejos de la presencia del hombre. Su territorio suele abarcar más de 100 kilómetros cuadrados. Siendo, tras el quebrantahuesos (Gyapetus barbatus), la especie alada que más territorio abarca.
© Eduardo Nogueras Ocaña
Ejemplar sobrevolando un bosque de coníferas.
El águila real nidifica desde el mes de febrero al mes de junio. El nido suele estar fabricado a base de ramas y cubierto de hojarasca. Su ubicación es generalmente en repisas de acantilados rocosos y menos frecuentes en la copa de viejos y grandes pinos.
La pareja suele tener varios nidos repartidos por todo su territorio. El macho aporta alimento mientras la hembra incuba los huevos. Una vez nacen los pollos son alimentados tiernamente y pacientemente por este superpredador, a base de piezas de pequeños y medianos mamíferos y otras piezas menores. Los pollos irán emplumándose poco a poco, hasta llegar el día en el que abandonen el nido, pero esto no sucederá hasta pasadas varias semanas. Parece ser que el cambio de nido es debido a razones de higiene debido a los restos de comida y huesos que suelen quedar tras este periodo.
© Eduardo Nogueras Ocaña
Pese a ser la reina de las aves, al pasar cerca de una colonia de chovas piquirrojas. Éstas lanzan un feroz ataque en grupo para echar al águila de su territorio.
Su alimentación se basa en mamíferos como zorros, conejos, liebres, ardillas, reptiles, aves y en ocasiones carroña. Su poderosa vista le permite localizar sus presas a gran distancia, tras lo cual lanza un vuelo veloz hacia ellas y las atrapa con sus poderosas y fuertes garras. Hay muchas leyendas sobre la capacidad de transportar en vuelo pequeños cabritos, pero esto es algo que parece más que improbable debido a la dificultad de volar con un peso tan considerable.
© Eduardo Nogueras Ocaña
Pluma de águila real, puede apreciarse el fino plumón del que están formadas para dar mayor abrigo y ligereza a su cuerpo.
La voz del águila real es un “kiauk –ooo” que resuena sobre todo en la alta montaña mientras planea elegantemente sobre las cumbres de las montañas.
Su vuelo es directo, con aleteos regulares planeos mientras se va elevando. Es capaz de recorrer grandes distancias en pocos minutos así como lanzarse enjicada sobre sus presas a más de doscientos kilómetros por hora.
© Eduardo Nogueras Ocaña
Ejemplar de águila real sobrevolando una zona de bosque mediterráneo.
Hay que señalar que dadas las características de esta especie se ha observado una regresión en el número de efectivos en la península ibérica. Esta disminución parece ser que reside en ser una de las especies más acosadas por el hombre, así como su mortalidad por causas no naturales como el envenenamiento. De ahí que sea importante proteger a esta especie todo lo posible para preservar el equilibrio natural de nuestras sierras.
EL ÁGUILA REAL EN LA SIERRA DE BAZA
© Eduardo Nogueras Ocaña
La sombra de un águila real se cierne sobre una pared rocosa, uno de los parajes preferidos por esta ave rapaz para instalar su nido.
El águila real es un ave presente en la Sierra de Baza. En Granada se han realizado algunos censos y de las casi cincuenta parejas que hay aproximadamente en la provincia, se estima que tres parejas son nidificantes en este espacio natural. La demanda de altura a la hora de instalar sus nidos, por encima de los 1.000 metros, parece ser una de las razones por las cuales esta especie encuentra en este espacio natural las condiciones de altitud necesarias. Otro factor que parece condicionar la presencia de esta especie en la Sierra de Baza es la abundancia de piezas de caza, ya que aún hay un alto índice de potenciales presas de las que alimentarse. La Sierra de Baza por sus condiciones de isla bioclimática, ejerce de mirador natural sobre la hoyas de Guadix y Baza, una vasta extensión de terreno sobre las que el águila real campea frecuentemente.
Escena donde puede verse a un ejemplar de Águila real en la Sierra de Baza junto a un abrevadero de agua en un coto de caza. Imagen obtenida con fototrampeo, facilitada por Andrés García Granados López de Hierro.
En marzo del 2008 se encontraron dos ejemplares de águila real muertos por envenenamiento en la zona oriental del Parque Natural Sierra de Baza, en un enclave muy próximo a la Sierra de Los Filabres, lo que nos pone de manifiesto la grave incidencia de los venenos en especies emblemáticas de la fauna silvestre como ésta.
Texto: Eduardo Nogueras Ocaña
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