SIERRA SUR DE JAÉN
© Peter Manschot
La Sierra Sur es, a pesar de su belleza, alto valor ecológico y cercanía de la capital, todavía un gran desconocido, a falta de una figura de protección ambiental, aunque hay quienes dicen que es lo preferible, teniendo en cuenta el efecto de reclamo turístico que han sufrido muchas zonas tras haber sido declarados Parque Natural, la carente gestión por parte de las administraciones o la falta de recursos para hacerlo correctamente y el hecho de que en demasiadas ocasiones se ha declarado una zona protegida sin contar con la población local.
En mi opinión si existe una zona de alto valor o interés ecológico o paisajístico, en la mayoría de los casos es porque hay un modo de vida que ha permitido la permanencia de esa biodiversidad, de modo que a la hora de preservar la zona, lo primero que habría que plantear es cómo proteger y mejorar ese estilo de vida. Aunque la biodiversidad es importante, más que hablar de una parque o de una reserva natural, habría que manejar el concepto de la “Reserva Humana”; lugar donde los habitantes de la zona tienen posibilidades de mantener y mejorar su modo de vida y relación con la naturaleza, sus oficios, tradiciones e identidad cultural, protegido de las mafias de la especulación con el territorio y del dinero fácil y con el acceso a una vivienda como a la tierra garantizado, porque al final la mejor protección de un espacio natural es la que parte de una consciencia e implicación real de la población, más que desde una protección jurídica que deja mediante imperativo legal la gestión del espacio en manos de una administración, que en un momento dado puede decidir cambiar la ley para desclasificar la protección de la zona o privatizarlo como ha ocurrido últimamente en algunos casos.
La Sierra Sur atesora sorprendentes rincones de gran belleza donde entre la abundante flora perviven grandes ejemplares centenarios de quejigos, como el de esta foto, aunque en realidad, cerca de este inmenso árbol retratado se encuentra otro ejemplar que supera con creces en edad y dimensiones ese gran roble.
A la hora de realizar la foto, se ha procurado evitar la entrada de luz parásita, se ha buscado el equilibrio y “diálogo” entre quejigo y encina a la derecha, se ha esperado muchas horas hasta que una atractiva nube alta se ponía en la esquina derecha superior para completar el encuadre y se ha montado el trípode en una posición baja, evitando el solapar de las hojas y ramas (y la consiguiente pérdida en profundidad) en la medida posible con respecto a la montaña y su horizonte, como el arbusto entre el quejigo y la encina.
Equipo: Minolta 5000 AF, Minolta 17-35mm (F:4) polarizador, película Velvia 50 ASA, filtro polarizador, el imprescindible trípode, algo de experiencia en anticipar e interpretar previsiones meteorológicas y una imprescindible dosis de dedicación combinado con un toque de fe/pasión/coraje/locura (llamarlo como queréis), sin olvidar la ayuda (logística) de los demás; en mi opinión una buena foto, como cualquier creación artística, no es solamente producto del autor sino difícilmente realizable sin conocimientos, ayuda y la buena disposición de los demás.
Peter Manschot
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