Por Roberto Travesí
© Roberto Travesí
SIERRA DE HUÉTOR
Datos Técnicos: 200 mm, 1/60 sg, f/6,7, ISO 100. Modo de disparo: Manual.
Equipo: Canon EOS 5D Mark II, Canon EF 70-200 mm f/2.8L IS II USM, trípode Manfrotto 190 Pro con rótula 141 RC, nivel de burbuja.
Localización: Diciembre despide el año con las nieves ya frecuentes y la última otoñada, la de los quejigos, árboles semimarcescentes cuya hoja perdura incluso durante el invierno. Aunque cromáticamente no pueden competir con los coloristas arces, cerezos, fresnos y otros, lo cierto es que al igual que el roble (que despidió su verdor durante el mes pasado) es esta una especie también fotográficamente interesante en la estación otoñal.
Técnica: Conocido el bosque, se buscaron las condiciones climáticas oportunas (otoño más nieve), así como la hora apropiada para su realce, decidiendo ese día una visión “aérea” en vez de la acostumbrada y clásica desde el interior del mismo bosque.
La imagen se encuentra exenta de complicación alguna desde el punto de vista de la composición. Aunque realmente daría igual capturar porción alguna del bosque -dado el uso de un teleobjetivo-, lo cierto es que se intentó equilibrar los claroscuros de las copas, esto es, que en la captura apareciesen copas iluminadas frente a copas en sombra, evitando así una homogeneidad excesiva; por ello, una fotografía que se podría etiquetar como de sencillez “absoluta” (“mira y captura”).
En cuanto a la exposición, no podría decirse lo mismo. Desconozco si en la modalidad de medición evaluativa (en terminología de Canon, matricial si se trata de usuarios de Nikon) la imagen estaría correctamente expuesta. Mi falta de conocimiento sobre este automatismo (la cámara intenta identificar y por ello encasillar la situación fotográfica contemplada a uno de los múltiples ejemplos que contiene en su base de datos) se debe a que en todas las cámaras que he utilizado la lectura del fotómetro ha sido obtenida mediante medición parcial o, raramente, puntual (en mis inicios promediada al centro). Es decir, utilizo una medición más constante, sin variación alguna cuando un pequeño elemento entra en escena. En definitiva, tuve que subexponer la captura a causa de la gran cantidad de sombras que “engañaban” al fotómetro, a pesar de que las mismas estaban tapizadas de blanca nieve. ¿Cuánto? Esta vez no puedo indicar una zona de iluminación homogénea próxima, sino que debo de recurrir a la experiencia (intuición incluida). Por tanto, para obtener una correcta exposición si se es neófito en la materia, deberíamos recurrir a una captura previa, analizando el resultado y corrigiendo en su caso; o dada la baja intensidad lumínica del ambiente a causa de la hora de toma, podría activarse el Live View (visualización de la imagen en la pantalla LCD en tiempo real) y corregir la luminosidad de la escena directamente, antes de fotografiarla.
Finalmente, el balance de blancos se elevó un poco (300ºK más de la habitual luz de día, o lo que es lo mismo, mayor calidez) al procesar el RAW (podría haberse hecho directamente en cámara antes de la captura); de esta manera, se anula casi totalmente el tono azulado que a la hora de la captura nos ofrece la nieve, obteniendo así mismo una otoñada del quejigal más acorde con la visualización humana, aunque hay que tener en cuenta que los últimos rayos solares del día colorean más que cuando el sol se encuentra a mayor altura (*)
(*) Antaño, películas como Fujichrome Velvia y el uso de un filtro algo cálido (KR3 de B+W) junto al Skylight cotidiano producían espectaculares resultados en el “soso” otoño de robles y quejigos. De cualquier manera, no habría que excederse calentado la imagen, hasta hacerla irreal, como a menudo se observa tanto en internet como en exposiciones fotográficas (hecho que depende por un lado del autor que procese las imágenes como por otro de la calidad y calibración del monitor utilizado).
© Roberto Travesí 2013
El autor:
Roberto Travesí Ydáñez. Miembro de la Asociación PROYECTO SIERRA DE BAZA, ha sido presidente de AGNADEN (Agrupación Granadina de Naturalistas para el Estudio y Defensa de la Naturaleza) y de la SOCIEDAD GRANATENSE DE HISTORIA NATURAL, de las que también fue miembro fundador.
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