Por Roberto Travesí
© Roberto Travesí
LA ALMIJARA (El Lucero, 1.779 metros)
Datos de la toma: 24 mm, 1/45 sg, f/8, ISO 160. Modo de disparo: Manual. Formato RAW+JPG
Equipo: Canon EOS 5D Mark III, Canon EF 24-70 mm f/2,8L II USM, a pulso con nivel electónico (mediante los puntos de enfoque del visor).
Localización: En el límite de la provincia de Málaga, encontramos estas quebradas y espectaculares sierras cuya columna vertebral nos sirve justamente de divisoria provincial (salvo puntos concretos y algunas cumbres). Aunque la vertiente granadina es mucho más húmeda que la de Málaga (que no está exactamente orientada hacia el norte), realmente es una cadena montañosa con arroyos frecuentes, a pesar de que el árido aspecto superficial de una buena parte de su territorio (arenales dolomíticos, las denominadas kakiritas) no invite a ello a los más bisoños. Robles, encinas, alcornoques, arces, quejigos y otras especies completan, junto a los abundantes pinos resineros, el abundante elenco arbóreo de este Parque Natural interprovincial.
Pero desafortunadamente, dos grandísimos y devastadores incendios asolaron sus predios, dejando gran parte de los mismos completamente desforestados. Apenas algunos rincones pudieron subsistir al segundo y rematador evento (que se llevó por delante tanto áreas ya calcinadas como otras que no se habían consumido en el primero, ocurrido en el año 1975 y considerado en su tiempo como el mayor de España). Entre ellos se encuentra el paraje de la imagen obtenida, que parcialmente se quemó, y al que se accede por el sendero señalizado que desde las proximidades del Puerto de Frigiliana sube al pico del Lucero (también llamado Raspón de los Moriscos).
Técnica: Trabajar el paisaje es lo más asequible en fotografía de Naturaleza, aunque está muy extendida la creencia de que es mucho más fácil fotografiar este que hacerlo con fauna o vegetales. No obstante, muchísimas imágenes de paisaje adolecen de fundamentos, composición…, perdiendo por ello su atractiva estética a menudo.
Composición: En un primer análisis visual, aparece una vez más la diagonal que habitualmente tengo presente en mis imágenes, que esta vez comienza (o termina, según se interprete) en el Lucero y en parte de la copa de un pino (ángulo superior derecho) y recorre la imagen hasta alcanzar los dos pinos de la izquierda (todos ellos resineros, pues apenas existen pinos laricios en estas sierras). Esta línea imaginaria (que se percibe sin tener que buscarla) viene interrumpida por otro ejemplar de pino que se encuentra más cercano y que por ello invade el cielo, algo que personalmente creo que no resta aliciente al pico, sino que junto a la citada copa parcial lo enmarca. Es precisamente este elemento el que ayuda a que la imagen esté más equilibrada, pues de no existir quedaría la fotografía descompensada, al estar todo el centro y ángulo superior izquierdo “vacío” (a pesar del llamativo degradado azul); por tanto, ante la ausencia de nubes que rellenen esa zona, el pino “que estorba” nos ayudaría a olvidarnos de ello al ocupar un espacio sin interés, aunque aún así todavía hay una zona “muerta” (arriba a la izquierda, en donde hubiera deseado otra copa similar a la del lado opuesto, algún esqueleto/ramaje seco de alguno de los pinos existentes o incluso alguna nube suelta). Indicar que el lugar está despejado y apenas hay arbolado, por lo que con los pocos pies existentes hay que trabajar para conseguir cierto interés composicional. Por cierto, tuve cuidado de no dejar que las ramas de la copa del resinero de la derecha tocasen o atravesasen el collado existente a la derecha del Lucero, intentando por tanto que se acoplasen lo mejor posible a su fisonomía.
De toda esta explicación se deriva que, como tantísimas veces he comentado en esta sección, un motivo en el centro “cuesta” situarlo de manera satisfactoria, porque todos los elementos de la imagen deben llevarnos hacia el motivo principal, que en este caso sería la espectacular silueta de nuestro Lucero, tan visible desde una vasta extensión provincial.
Exposición: Es más que evidente que la luz que manda es la que incide sobre el Lucero (a medir parcial o puntualmente). Sin embargo, sus pequeñas sombras e intensidad nos pueden engañar sobremanera la exposición, aparte que la toma demanda una subexposición de la misma que potencie tanto la saturación de la imagen (que se puede obtener modificando los parámetros de la cámara en la captura o mediante el procesado del archivo) como la sensación de atardecer. Es decir, la fotografía podría haberse realizado medio punto más luminoso (o dos tercios, para los que no gusten de los medios pasos), pero el cielo y la luz reinante desmerecían la imagen; de cualquier manera, las zonas en sombra mantienen cierta luminosidad y detalle, con lo que no son problema al respecto.
Otros ajustes: El ISO lo subí a 160, algo “inusual” en mi habitual forma de trabajar (soy un cabezón del ISO nominal, esto es, ISO 100). Sin embargo, pretendía hacer otra foto a unos metros de allí, con lo que opté por subir la sensibilidad para disparar a un tiempo de exposición acorde a la focal y mi pulso, no perdiendo el escaso tiempo que disponía en sacar, abrir y colocar el trípode.
En cuanto al balance de blancos lo fijé en luz día, usando el JPG directo de la cámara para la publicación que nos ocupa, como siempre así realizo en esta sección (otro asunto sería el uso de la imagen para otros fines, que para ello contaría con el adorado RAW). Quien utilice el balance en automático debe tener en cuenta que a veces este ajuste nos quita la interesante dominante del atardecer (y viceversa, el de luz día arroja resultados poco satisfactorios en algunas capturas, a causa de la temperatura de color reinante).
© Roberto Travesí 2014
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