Por Roberto Travesí
© Roberto Travesí
LUNA ALPUJARREÑA (I)
Datos de la toma: 22 mm, 2.037'6 sg, f/5'6, ISO 100. Modo de disparo: Manual. Formato RAW+JPG
Equipo: Canon EOS 5D Mark III, Canon EF 24-70 mm f/2,8L II USM, trípode Manfrotto 190 Pro con rótula 141 RC, nivel de burbuja electrónico.
Localización: Ladera sur de Sierra Nevada (La Alpujarra); una de las varias agujas que por erosión diferencial podemos encontrar en algunas de sus zonas de “malas tierras” (badlans).
Técnica: La propuesta para este caluroso mes estival no contempla el recurrente recurso de la altitud, sinónimo de fresquito, máxime en el imponente macizo en el que se ha realizado la imagen. Esta vez aprovechamos la bonanza térmica del estío para continuar durante la noche con una jornada fotográfica excelente, hasta que el cuerpo “reviente”. Porque estos amplios días de luz acortan sobremanera la noche, que se ve comprimida hasta el extremo si tenemos la ocurrencia de realizar algunas fotografías nocturnas, hasta el punto de que a veces se termina su práctica cuando comienza a romper de nuevo el día.
Para la realización de este tipo de fotografía, es necesario un trípode, un disparador de cable o similar (una goma elástica con un palito también es válida) y … posición de Bulb en la cámara (todas las réflex la llevan). De “menor importancia” son otros asuntos que aquí no se tratarán por falta de espacio, como pueden ser por ejemplo ángulo de toma, consecución de un enfoque correcto, ISO variable, reducción de ruido o prioridad a tonos de altas luces (=D-Lighting activo) entre otras.
Composición/encuadre: Es bastante complicado poder realizar una toma nocturna de larga exposición con la luna en el encuadre, en tanto que su luminosidad disminuye en gran medida la visibilidad de las estrellas de menor intensidad y en cuanto que su desplazamiento con respecto a nuestro planeta nos proporcionaría una inicialmente desagradable estela. En este caso, se realizó apenas unos momentos antes de que se ocultase, para conseguir los consabidos rayitos (picos de estrellas) contra la oscuridad de la ladera. Hubo que reiniciar el proceso dos veces (ajuste de trípode y nivelación, no llegando a dispararse la foto), puesto que en la primera aparecía el reflejo de la apertura del diafragma (antaño denominados hexágonos, no así hoy día por su construcción circular) y en la segunda todo lo contrario, prácticamente se había ocultado sin proporcionar las deseadas estrellas. Así pues, el momento del disparo solo es posible en apenas unos segundos, el resto del tiempo hasta cubrir el total de la exposición es lógicamente indiferente.
Como tampoco podía ser de otra manera, en fotografía nocturna también hay que componer, quizás con mayor razón que de día porque todas las imágenes nocturnas de larga exposición “son iguales”: un inmenso cielo rayado. Por ello, hay que jugar con los parámetros disponibles y sacar jugo a un anodino “cielo encebrado”. En resumen, se buscó un recorrido con la habitual diagonal que mensual y cansinamente expreso en esta colaboración, disponiendo la luna a un lado y el “pingano” a otro y cerrando un poco la imagen por la izquierda con las ramas de un árbol (no corría ni “gota de aire”, con lo que permitió la inmovilización de estas). Es decir, las estrellas llevan una dirección: barren en todo el encuadre hacia el motivo principal, que es la luna (no el pingano), por eso no se dispuso la luna a la izquierda y la aguja a la derecha. Y finalmente hacer notar que el encuadre no pudo mejorarse más, por falta de espacio físico tras la cámara, a causa de las dos modificaciones previas comentadas; si no hubiera sido así, podría haber introducido un poco más el ramaje del lateral (de haberlo hecho en esta toma hubiera aparecido una rama grande y desenfocada delante).
Exposición: Si la cámara es de buen nivel, se puede medir con un alto ISO de sensibilidad y plena abertura, trasladando los respectivos valores a la exposición deseada; pero si la cámara es más económica, la propia luz de la lectura en el visor llega a engañar la exposición, o incluso no mide a causa de no disponer de valores altos de sensibilidad y de un objetivo poco luminoso (en este caso, un poco de experiencia nos informa sin problemas de la exposición correcta o, en su caso, algún disparo de prueba).
Otros ajustes: Casi siempre es necesario enfriar la temperatura de color en fotografía nocturna de larga exposición, ya que la contaminación lumínica nos arroja una dominante cálida; además, se suele percibir como más nocturna una imagen de noche con el cielo azul. Por contra, esta captura se realizó a 5.000ºK (luz día), no siendo necesario ajustar este parámetro (si es que como yo suelo llevar se tiene el balance de blancos en dicha posición…). Por lo demás, ya he comentado que el desarrollo de los otros ajustes mencionados excedería la extensión de esta colaboración. El mes que viene, Dios mediante, mostraremos la segunda captura realizada, precisamente justo a espaldas de la que hoy mostramos y radicalmente distinta. Pero como decía nuestro añorado Félix Rodríguez de la Fuente, esto será materia para la próxima entrega (con otras palabras).
© Roberto Travesí 2014
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