Lo hacen a través de la estructura cristalina de este mineral en periodos de sequía
El arnacho (Ononis tridentata) es una bonita planta yipsícola de espectacular floración, que crece y florece en lugares muy secos de la Hoya de Baza (Granada)
© José Ángel Rodríguez
En nuestra visita a terrenos esteparios, ramblas o saladares ricos en yeso como la Hoya de Baza en la provincia de Granada, particularmente en la época primaveral, no habrá llamado la atención la cantidad de plantas que florecen en estos lugares, aparentemente hostiles y sin agua, este es el hábitat de plantas gipsófilas (yepsícolas), de gran belleza como el arnacho (Ononis tridentata), la oruga blanca (Eruca vesicaria), planta nutricia de la mariposa Baza, el alelí de los yesos (Erysimun sps.), la jarilla (Heliantemun equamatum), la moricandia (Moricandia moricandioides), junto con plantas halófilas, propias de ecosistemas salinos, como la siempreviva (Limonium majus), planta que se describe en el Libro Rojo de Especies Vegetales Amenazadas con el número 170 de ficha, en la que se indica como sólo se conoce su presencia en la Hoya de Baza, donde se localiza a una altitud de 700-800 metros.
Un reciente estudio de CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas) ha puesto de manifiesto como las plantas que viven en estos hostiles lugares han desarrollado un ingenioso sistema para aprovechar el agua allí dónde se encuentra. Así se ha puesto de manifiesto en el caso del yeso, un mineral que aflora en zonas áridas y semiáridas, y es muy abundante en la Península Ibérica, contienen agua en su estructura cristalina de modo que en condiciones naturales, el yeso puede perder el agua de cristalización (alrededor de un 20% de su peso), formando basanita (sulfato cálcico con media molécula de agua) o anhidrita (sulfato cálcico sin agua). Esta capacidad de hidratarse y deshidratarse podría ser la clave de la supervivencia de muchas especies de plantas en épocas de sequía.
Un reciente estudio liderado por científicos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) aporta evidencias que apoyan esta posibilidad. Los resultados se publican en la revista Nature Communications.
"En el estudio hemos comparado la composición del agua del suelo y el agua de cristalización del yeso con el agua del xilema (la llamada savia bruta, que es extraída del suelo por la planta), y hemos estimado la contribución relativa de cada una de estas fuentes de agua", explica la investigadora del CSIC Sara Palacio, del Instituto Pirenaico de Ecología, que ha liderado el estudio junto al Centre Agrotecnio de la Universitat de Lleida. "Los resultados demuestran que el agua de cristalización del yeso es una fuente de agua fundamental para las plantas de raíz poco profunda que habitan en terrenos yesosos, especialmente en verano, cuando puede llegar a representar el 90% del agua absorbida por las plantas", detalla Palacio.
"Este trabajo constituye la primera evidencia experimental de que los organismos vivos pueden utilizar el agua de cristalización de minerales como el yeso", añade la investigadora. Una vez se conozcan los mecanismos que dan lugar a este proceso, sería posible desarrollar nuevas tecnologías que faciliten la reforestación y el cultivo en zonas áridas, según avanza Palacio.
El yeso es también un mineral frecuente en Marte, donde los expertos en exobiología lo han identificado como un sustrato clave en la búsqueda de formas de vida extra-planetaria. Según Juan Pedro Ferrio, de la Universitat de Lleida, "se inicia así un nuevo campo de estudio apasionante, con importantes implicaciones para la búsqueda de adaptaciones a la vida en ambientes extremos, tal vez incluso en otros planetas".
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