Por Roberto Travesí
© Roberto Travesí
El roquero solitario
Datos técnicos:
600 mm, 1/180 sg, f/8, ISO 400
Modo de disparo: Manual
Formato: RAW+JPG
Equipo:
Canon EOS 7D Mark II, Canon EF 300 mm f/2,8L II USM + Canon Extender 2x III, trípode Bilora Perfect Pro C324 con rótula Manfrotto 128 RC.
Comentario:
Otra de las especies características de estos predios, en los que nidifica, es el roquero solitario (Monticola solitarius), sugerente nombre para tan bella especie que gusta de este tipo de ecologías xérico-rupícolas. Es una especie relativamente frecuente, propia de las montañas ibéricas, aunque a veces no desdeña las construcciones de algunos entornos urbanos (como los de la propia capital de nuestra provincia); pero lo normal es encontrarla en ambientes “monteseros” de todo tipo (cortados calizos, esquistosos, de areniscas o margosos,…), alcanzando en la próxima Sierra Nevada los 2.000 m de altitud (Hagemeijer & Blair, 1997).
Insectívora por excelencia (como así se deduce al observar su pico), la dificultad de su fotografía estriba en la frecuente inaccesibilidad del medio donde se desenvuelve. En 2015 encontré una oquedad (accesible fotográficamente) en donde entraba y salía, previa a la época de nidificación. Pero por más que me prometí regresar no pude hacerlo posteriormente. La imagen que este mes presentamos (realizada por supuesto sin recorte), fue obtenida a inicios de mayo pasado en una de las muchas y prudentes “asomadas” tras las monteses… la cautela y el llevar montado el equipo permitió realizar esta captura sin hide alguno pero con la expectativa de poder materializar el ansiado encuentro, toda vez que dicha atalaya es posadero de aves varias.
© Roberto Travesí 2016
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