Hábitats de interés comunitario del Parque Natural Sierra de Baza y su entorno (V)
Matorrales almohadillados fundamentalmente oromediterráneos
Código de la Unión Europea: 4090
Por José Ángel Rodríguez
© José Ángel Rodríguez
Vegetación almohadillada del piso oromediterráneo en las cumbres de las proximidades de la Cañada del Gitano, en el límite oriental de la Sierra de Baza (Granada) con la Sierra de los Filabres (Almería)
Esta comunidad vegetal está constituida por matorrales de alta y media montaña dominados por genistas en la mayoría de los casos y ricos en elementos endémicos. Crecen por encima del nivel arbóreo o descienden a altitudes menores en estaciones favorables o por degradación de los bosques.
En la Sierra de Baza, donde se localiza una importante extensión de este tipo de comunidad, podemos localizarla tanto en la zona oriental, con suelos silicícolas (límite con la Sierra de Los Filares), como en la zona caliza del macizo central (Calar de Santa Bárbara y su entorno, descendiendo hasta la zona del Pinar de La Marina y Prados del Rey), siempre dentro del piso oromediterráneo.
El componente estructural de esta comunidad está dominado por las especies de matorral con especies almohadilladas xeroacánticas o espinosas (principalmente genisteas como Erinacea, Genista, Astragalus, Hippocrepis, y Echinospartum; y otras distintas como Vella, Veronica, Satureja, Arenaria, Sideritis, etc.) y, excepcionalmente, matorrales retamoides (Cytisus, Adenocarpus y Genista), de óptimo oromediterráneo, asociándose con un conjunto de comunidades vegetales y taxones característicos, en su mayoría formado matorrales con aspecto almohadillados-espinosos.
Mapa de la distribución de este hábitat a nivel comunitario andaluz
Según la publicación “Guía de Identificación de Hábitats de Interés Comunitario de Andalucía” (Junta de Andalucía. Consejería de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Sostenible. Secretaria General de Medio Ambiente, Agua y Cambio Climático, 2020), de la que procede esta imagen este hábitat se localiza en los complejos calizos y dolomíticos de Sierra de las Nieves; Sierras de Tejeda y Almijara; Sierra Mágina y Alto Coloma; Sierras de Cazorla, Segura y las Villas; Sierra de Castril; Sierra María y de Orce; Sierras de las Estancias y de Lúcar; Sierra de Baza y su prolongación natural de la Sierra de los Filabres; Sierra de Gádor; Sierra Nevada; Sierra de Arana y Sierra de Huétor. También en áreas abundantes en silicatos de Sierra Nevada y, de forma puntual y sobre cuarcitas, en Sierra Morena.
Estos matorrales bajos, dominan en estas comunidades las que presentan una fisonomía muy diversa, desde matorrales dominados por arbustos postrados o almohadillados y espinosos, adaptados tanto a las duras condiciones de la alta montaña como a la sequía estival mediterránea, hasta formaciones con aspecto retamoide propias de ambientes menos severos. Prosperan tanto por encima del nivel forestal como en el piso de los bosques cuando están degradados y encuentran claros y luz para establecer y colonizar el territorio.
Una vegetación adaptada a la alta montaña
© José Ángel Rodríguez
Vegetación almohadillada del piso oromediterráneo en las proximidades del Pozo de la Nieve.
Toda esta vegetación esta especialmente adaptada a las condiciones extremas que se viven en las alturas de los macizos montañosos andaluces, con ombroclima de tipo mediterráneo o submediterráneo, donde el viento y el frío, sobre todo en espolones y lugares venteados, así como la escasez de suelo y la baja disponibilidad hídrica, son los factores abióticos que condicionan este tipo de vegetación. Por lo que su adaptación a condiciones ambientales extremas, su aislamiento geográfico y, con frecuencia, su ubicación en sustratos muy limitantes, propician el desarrollo de comunidades muy singulares ecológicamente y de gran endemicidad.
Además, algunas formaciones, las que florísticamente presentan considerable variación biogeográfica, ocupan sustratos más o menos restrictivos, ricos en magnesio y calcio, lo que condiciona y limita la vida vegetal, por lo que son frecuentes los elementos vegetales raros y endémicos.
En las Sierras Béticas y sobre sustratos básicos, estos matorrales son especialmente diversos, existiendo un alto número de asociaciones descritas.
En su mayoría constituyen comunidades permanentes sobre suelos rocosos y litosuelos, aunque también aparecen como etapas seriales de bosques y formaciones arbustivas de alta montaña (pinares oromediterráneos, robledales, quejigares, sabinar-enebrales e incluso encinares).
© José Ángel Rodríguez
Piorno de crucecita (Vella espinosa) en la pista de acceso al Calar de Santa Bárbara
Las singularidades botánicas de esta comunidad vegetal es notable en el Parque Natural Sierra de Baza, donde podemos localizar junto a excepcionales ejemplares de pinos oromediterráneos, en los que la variedad y riqueza de esta comunidad vegetal, le dan un atractivo y llamativo colorido, particularmente en la época primaveral. Si a estos unimos que estos matorrales almohadillados constituyen unos excelentes protectores del suelo ante la erosión y la insolación, sirviendo también de refugio a otras especies de flora e invertebrados, podremos hacernos una idea de la importancia que representa este ecosistema y la necesidad de su estricta preservación.
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