In memoria de José Valdivieso Ramón, “Pepe El Churrero”
Un gran conocedor y amante de la Sierra de Baza, falleció el pasado 18 de agosto
Pepe Valdivieso, a la izquierda de la imagen, con sus hermanos Antonio y Prudencio en la churrería familiar, en sus primeros años como churrero.
El pasado mes de agosto, fallecía a los 85 años, José Valdivieso Ramón, Pepe, “el Fanegas” para los amigos. Conocido también como “el Churrero”, ya que hasta su jubilación regentaba una conocida churrería en el centro de la localidad de Baza.
Pepe era un profundo conocedor de la Sierra de Baza y ferviente defensor de todos sus valores naturales y es que ya de pequeño se enamoró de la Sierra, en la que le gustaba disfrutar de la libertad y tranquilidad que este entorno le brindaba. Al principio iba con su padre caminando , con una yegua. Era tan pequeño que a veces subía las cuestas agarrado a la cola. Contaba que con tan solo 12 años, tardaba siete u ocho horas de camino entre veredas para llegar a Los Perdigones Altos.
Conocía todos los cortijos y, como su padre y amigos llevaban siempre una radio, los cortijeros, cuando la sierra estaba habitada, les pedían quedarse a pasar la noche y así disfrutar de las coplas que se oían por la radio “ ¡Que hay perdices muy gordas, aquí están las más grandes de toda la sierra!”, le animaban para que no se fueran.
En otra ocasión, estando con su padre en Prado Poveda, mientras fue a por agua se escapó la yegua, así que tuvieron que volver al pueblo andando, “ esa seguro que ya está en Baza” dijo su padre. Cuando llegaron allí estaba.
Una de sus primeras salidas en solitario fue para dar un puesto de alba. Cuando se dirigía al puesto, entre la neblina vio a un hombre frente a él. Le gritó para que se apartara y como no le hacía caso se acercó y pudo comprobar que le había estado gritando a un pino.
Y así fue como comenzó sus andadas y gran afición por su amada Sierra de Baza. Lo hizo como se suele decir, pateándosela, por eso, conocía tan bien todos sus rincones.
Un cazador respetuoso con la fauna silvestre
© José Valdivieso
Refugio de la Canaleja
Le gustaba la caza de la perdiz con reclamo y tenía muy buenos pájaros, uno de sus preferidos era “Angelillo”, aunque “Copetuo” también se portaba bien.
Tony y Terry fueron unos buenos compañeros de caza, perros de raza pointer que le acompañaron en muchas cacerías, aunque lo importante no era cazar, sino echar un rato con amigos y con todo aquel que se acercara al cortijo donde estaba ( todos eran bien recibidos).
Perteneció a varios cotos de caza y compartió esta afición con su hijo, e incluso en alguna ocasión intentó inculcarla en su hija a la que levantaba a las 5 de la mañana para dar puesto de alba. Ella iba encantada por ver el espléndido cielo aún estrellado y esos maravillosos amaneceres, más que por la caza. Alguna vez también la llevaba como “asistente” en la cacería del zorzal, para recuperar las piezas caídas. Pero en varias ocasiones ella escondía el pájaro bajo el jersey e incluso se llevó alguno a casa “para curarlo”. Por lo que se limitó a mostrarle y enseñarle el esplendor y grandeza de la sierra.
Primer jabalí cazado en nuestra Sierra de Baza, tras la reintroducción de esta especie, en la imagen aparece José Valdivieso con sus hijos José y María del Carmen.
Todos los domingos, después de trabajar en la churrería, a preparar la merienda, y “todos a la sierra”. Siempre había un motivo: hacer un arroz ( los hacía muy buenos) o comernos la merienda, buscar setas, espárragos, caracoles o simplemente pasear descubriendo nuevos rincones, siempre acompañados de historias de cada uno de los lugares por los que pasábamos, con sus protagonistas, con nombres y apellidos, así como sus motes, ya que tenía una gran memoria.
Socio fundador de la asociación Proyecto Sierra de Baza, como ferviente defensor de los valores naturales de nuestra sierra, y con el movimiento asociativo, también fue uno de los fundadores de la sociedad de cazadores “ La Perdiz”, de Baza, reconociéndole su labor con “la perdiz de oro”, máxima distinción de esta sociedad.
Su churrería, siempre fue el lugar de encuentro de todos los que tras la jornada en la sierra, comentaban lo ocurrido durante el día, haciendo bueno aquello de “ Cazadores, sastres y zapateros, los más embusteros”.
Su conocimiento de la sierra fue esencial para la gestión de la misma así como para el mantenimiento de algunos cortijos, como los de la Canaleja, Medina, Los Cortijillos, Poyo de la Tejera …. y sobre todo de la Loma, donde se compartían todo tipo de anécdotas, vivencias, historias... con compañeros y sobre todo amigos, aislados e incomunicados en muchas ocasiones por la nieve, sin teléfonos móviles, sin poder abrir la puerta por culpa de los ventisqueros, esos anocheceres y amaneceres, historias contadas a la luz de la lumbre... siempre quedarán en nuestra memoria.
D.E.P.
Sus hijos:
José y María del Carmen Valdivieso Sánchez
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