La plaga de la procesionaria sigue avanzando en la Sierra de Baza
Aunque no ha alcanzado las dimensiones de precedentes años, preocupa a los técnicos forestales por el estrés hídrico y debilitamiento en que se encuentra la masa forestal
© Proyecto Sierra de Baza
Las altas temperaturas han propiciado que la procesionaria ascienda en altitud este año y está afectando al pinar oromediterráneo de la Sierra de Baza.
PROYECTO SIERRA DE BAZA
01/03/2022
No es la mayor plaga de la oruga de la procesionaria que hemos vivido en los últimos años en la Sierra de Baza, ni en magnitud ni en intensidad, ya que fueron notoriamente superiores las infestaciones producidas por la oruga de este lepidóptero en el año 2015 o en el año 2016, por ejemplo, pero aunque la procesionaria no alcanza los niveles de otros años críticos, ya en el Pleno de la Junta Rectora del Parque Natural Sierra de Baza celebrado el pasado 21 de octubre, se alertaba de cómo se espera una reactivación en este año, con un probable aumento considerable de las zonas afectadas, previéndose la mayor incidencia en las masas de reforestación de pinar y dentro de éstas en las teselas plantadas con Pinus nigra (pino laricio o salgareño), una especie que es muy apetecida por las orugas de la procesionaria.
Otro factor que se destacó fue la posibilidad de que este año pueda llegar a presentarse una doble generación en la oruga de la procesionaria, dada la bonanza de la climatología que se está registrando, lo que puede agravar su incidencia.
Las previsiones solo se están cumpliendo en parte, pero aun cuando no ha alcanzado este año la magnitud que se preveía, la situación no deja de ser preocupante ya que la masa de pinar viene sufriendo un importante estrés hídrico por la falta de precipitaciones y el arbolado se encuentra muy debilitado, por lo que si sufre ahora una severa defoliación por estas orugas, que pueden llegar a consumir el cien por cien de sus hojas, ello va provocar un problema añadido en la salud forestal de estos árboles, favoreciendo que otras plagas como escolítidos y otros insectos perforadores, puedan atacar a los ejemplares afectados, pudiendo llegar a suponer su muerte, como ocurrido entre los años 2016 y 2017 en la zona del Monte de Los Frailes, donde fueron cientos de miles los pinos, particularmente Pinus pinaster, los que murieron.
Ni tan letal como parece esta plaga, pero tampoco tan inocua como algunos técnicos forestales apuntan
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Importante infestación por la oruga de la procesionaria en la cara sur del Calar de Los Tejoletos, en la zona del Barranco del Cascajar, tomada el 19/12/2015, en la que parece perdido y seco el pinar.
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La misma masa forestal el 11/09/2016 con la masa de pinar recuperada.
Si tenemos ocasión de visitar una zona de pinar importantemente afectada por la oruga de la procesionaria, el observador medio tendrá la impresión de que la masa de pinar parece muerta, como si hubiera sufrido un gran incendio, y los árboles se han secado, lo que no es así ya que en circunstancias normales estos árboles rebrotarán al año siguiente y recuperarán todo su verdor, como así reflejan las dos imágenes que publicamos, tomadas ambas en la cara sur del Calar de Los Tejoletos, en las inmediaciones del Barranco del Cascajar, separada una de otra por tan solo nueve meses.
La procesionaria es una plaga endémica de los pinares, que vienen conviviendo con ella desde hace millones de años, por lo que estas coníferas están adaptadas a convivir con esta plaga y soportar los ataques de esta oruga, la que también está adaptada a los pinos de forma que los ataques sobre el arbolado de la procesionaria cesan cuando se termina el alimentos (no hay hojas que comer) y las orugas pueden pasar en forma de crisálida años enterradas bajo en suelo (en diapausa) hasta que la masa verde de los árboles se recupera y es cuando reaparecen para volver a atacarlos, de una forma cíclica, aunque no matemática. Es como si el insecto fuera consciente de hasta qué punto puede atacar a los pinos, a su alimento, para mantenerlo con vida y que este pueda producir nuevas hojas.
Hasta tal punto se ha llegado a estimar que la procesionaria no es una plaga forestal, que no mata a los pinos, aunque puede tener un impacto paisajísticos sobre los pinos que incluso algunos técnicos forestales han llegado a decir (Diego Gallego, enero-2016) que es incluso beneficiosa, por una doble razón: aclara de forma natural la masa de pinar, permitiendo que penetre la luz y con los excrementos que produce la oruga descomponiendo las hojas consumidas, pierden su acidificación y se incorpora materia orgánica al suelo, lo que es muy beneficioso para estos pinares, que por los general se desarrollan en suelos muy pobres en nutrientes, por lo que se estima que es un problema de salud pública, por el carácter urticante de la oruga, pero no un problema forestal, siendo partidario de su tratamiento solo en medios urbanos, o de uso público como áreas recreativas o de acampada, pero no en terrenos forestales, donde se decanta por "dar prioridad a los agentes naturales de control poblacional y no tratar".
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Pino parasitado por el muérdago que también está sufriendo el ataque de la oruga de la procesionaria, lo que va a condicionar la supervivencia del árbol a corto plazo.
Estos argumentos sobre la inocuidad de esta plaga para el pino, solo los compartimos en parcialmente, y por nuestra parte estimamos, tras años de seguimiento en el Parque Natural Sierra de Baza de la evolución de esta plaga, que aunque ciertamente esta plaga endémica de los pinares tiene menos efectos letales para los pinos de los que aparenta tras un fuerte defoliación, la misma tampoco es tan inocua como se presenta por algunos técnicos forestales, sino que puede llegar a incidir en la salud y vigor del árbol de una forma muy importante, de forma que si el pino está previamente debilitado, por estrés hídrico o sufre otras plagas previas como es la presencia de muérdago, va a incidir de forma muy desfavorable en su salud y supervivencia, además de que va a favorecer el ataque de otras plagas que sí pueden ser letales, como son los escolítidos, al disminuir la capacidad de defensa del árbol, pudiendo provocar la muerte del árbol, por la conjunción de una y otra plaga, como ya hemos podido constatar ocurrió entre los años 2016 a 2017 en el Parque Natural Sierra de Baza, donde murieron afectados por estas plagas cientos de miles de pinos.
Es por ello por lo que no debemos infravalorar nunca la presencia de la plaga de la oruga de la procesionaria en un pinar y por el contrario llevar a cabo una política de sanidad forestal fundamentalmente encaminada hacia la prevención de la misma, favoreciendo la presencia en el ecosistema de aves insectívoras, potenciando, en suma, la lucha biológica contra la plaga colocando cajas anidaderas que propicien la presencia de aves insectívoras en las zonas potencialmente afectadas, así como colocando cajas para murciélagos, que se estima son muy eficaces en la lucha contra la polilla de este insecto.
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Pinos afectados por la oruga de la procesionaria que terminaron muriendo en la zona de la Ventilla Rivero (Parque Natural Sierra de Baza), lo que evidencia que la procesionaria no es tan inocua como se presenta por algunos investigadores.
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