Etnobotánica de la Sierra de Baza: Celindo (Philadelphus coronarius)
© José Ángel Rodríguez
Celindo en floración primaveral.
PROYECTO SIERRA DE BAZA
01/03/2023
También conocida con los nombres populares de Jeringuilla, Filadelfo y Falso jazmín, entre otros, el Celindo (Philadelphus coronarius), es un arbusto caducifolio originaria del Cáucaso y el sur de Europa, a destacar como si bien en la península ibérica no se encuentra en estado salvaje, sí se encuentra hoy en día ampliamente naturalizado y extendido.
El Celindo, puede alcanzar una altura de entre dos a tres metros y adquiere un porte redondeado gracias a sus ramas arqueadas y flexibles de un característico color rojizo, que se vuelven más grisáceas con el paso de los años.
Su nombre genérico (Philadelphus) proviene de dos términos griegos “filos”, que significa amigo, y “adelfos”, que significa hermano.
Las hojas caducas son ovaladas y acaban en punta. Lucen en general un color verde intenso, aunque hay variedades cultivares de diferente follaje.
El celindo, es apreciado por su espectacular floración primaveral, de un bonito color blanco y de un agradable perfume cítrico, siendo uno de los arbustos más atractivos de la primavera. Las fragantes flores del celindo tienen cuatro pétalos redondeados naciendo en racimos terminales hacia finales de abril y duran hasta mediados de mayo e incluso principios de junio, según el clima.
En la Sierra de Baza el Celindo es un arbusto que está presente en todas las aldeas habitadas de la zona basal del Parque y municipios de su entorno, donde forma parte integrante de los jardines urbanos tanto públicos como privados.
Usos etnobotánicos
© José Ángel Rodríguez
Detalle de la bonita floración del celindo.
Esta planta es muy utilizada con fines ornamentales, en jardinería urbana y rural, por la abundante y vistosa floración que presenta, a lo que se une un olor muy apreciado, a lo que se une su fácil cultivo y reproducción, por lo que también es aprovechado para componer ramos de flores. Las ramas del Celindo, muy flexibles y moldeables, se han utilizado en cestería y también sus flores para obtener un agradable perfume que nos recuerda el olor que desprende la flor de azahar en los naranjos, para lo que se obtenía un atractivo perfume mediante la técnica conocida como enfleurage, propia de la farmacopea francesa que vendría a traducirse como “enfloración”.
El enfleurage del Celindo, también utilizado con otras flores como el jazmín, o la flor del azahar, consiste en macerar las flores del Celindo en un cuerpo graso (grasa líquida o aceite) y reemplazar las flores vertidas por flores nuevas cada 24/48 horas hasta que el lípido esté saturado de perfume. Después se mezcla la grasa con alcohol y el aroma pasa a este último, obteniéndose un atractivo perfume.
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