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Edición Mensual - Año XXVI | Nº 301 - Julio 2024

NOTICIAS

imagen de decoración

Hábitats de Interés Comunitario del Parque Natural Sierra de Baza y su entorno (XXXV)

Adelfares y tarajales (Nerio-Tamaricetea)


Código de la Unión Europea: 92D0_0

Por José Ángel Rodríguez


© José Ángel Rodríguez
Hábitat característico de un tarajal en la zona basal de la Sierra de Baza en las proximidades de Caniles (Granada).

PROYECTO SIERRA DE BAZA
01/06/2024

Se caracteriza este Hábitat de Interés Comunitario (Código de la Unión Europea 952SDO_0) por la presencia de formaciones arbustivas de tarajes (Tamarix spp.), adelfas (Nerium oleander) o zarzamoras (Rubus ulmifolius) y la presencia ocasional de álamos blanco (Populus alba) que se localizan en ramblas y riberas mediterráneas de climas cálidos, de semiáridos a subhúmedos.

Distribución de este hábitat a nivel comunitario andaluz


Mapa de distribución de este HIC a nivel comunitario andaluz.

Siguiendo la publicación “Guía de Identificación de Hábitats de Interés Comunitario de Andalucía” (Junta de Andalucía. Consejería de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Sostenible. Secretaria General de Medio Ambiente, Agua y Cambio Climático, 2020), a nivel de la comunidad autónoma andaluza, ampliamente distribuido por todo el territorio, es más raro en el norte silíceo donde lo sustituyen tamujares (un bosquete espinoso, denso y de escasa talla, exclusivo de los terrenos silíceos muy abundante en los territorios de Sierra Morena).

En el concreto caso de la Sierra de Baza, siguiendo a OLMEDO COBO JA (“Biogeografía y Vegetación de la Sierra de Baza”, Granada, 2019), podemos destacar como los tarajales en la Sierra de Baza, en los que la especie más representativa es el Tamarix canariensis, son muy puntuales y pertenecen a la asociación Saccharum ravennae-Tamaricetum canariensis, que se localizan conjuntamente con carriceras de Saccharum ravennae, en una zona que se limita a las inmediaciones de Caniles, a lo largo de los cursos bajos de los arroyos Balax, Uclías, Morax y Gallego, siendo en la depresión de los terrenos esteparios de la Hoya Baza, donde estas formaciones adquieren en las ramblas y ríos principales, particularmente en el Río de Baza, desde las proximidades de Caniles hasta su desembocadura en el Embalse del Negratín, donde forma un bosque galería impenetrable, en el que también aparecen presentes de una forma muy importante los llamados paraísos (Eleagnus angustifolia). Los adelfales no están presentes en la zona de Baza.  

Principales características de este hábitat de interés comunitario


© José Ángel Rodríguez
Tarajal en las proximidades de la zona de La Semana (Caniles), formando un entramado soto a lo largo del arroyo de su localización.

En este hábitat se incluyen formaciones dominadas por formaciones arbustivas de ramblas, ríos y arroyos de caudal medio o escaso y corriente intermitente e irregular, sometidos a fuerte evaporación (a menudo sin agua en superficie y nivel freático muy variable) al estar en áreas termo-mesomediterráneas con ombroclimas de semiáridos a subhúmedos, donde las lluvias torrenciales producen bruscos aumentos de caudal y fuerte erosión del terreno. Soportan estas condiciones gracias a sus potentes raíces que, además de alcanzar aguas profundas, evitan su arrastre durante las riadas. Además, presentan eficaces mecanismos reproductivos (tantos sexuales como vegetativos) que palían las pérdidas. 

Al margen de estas características, los adelfales y los tarajales son hábitats riparios de fisonomía, ecología y composición florística distintas. Como no están presentes los adelfales ni en la Sierra de Baza, ni en los terrenos de la Hoya de Baza, solo vamos a ocuparnos de los tarajales, dentro de los cuales se suelen distinguir dos variantes, en función de su tolerancia a la salinidad del suelo: los tarajales halófilos y subhalófilos.

Los tarajales subhalófilos, se consideran una etapa regresiva de las alamedas blancas (aunque el taraje forma parte de su comunidad) y en ambientes donde el álamo no puede crecer (cursos con fuertes oscilaciones y/o elevada salinidad y ambientes riparios semiáridos o secos) constituyen comunidades climácicas permanentes. 

Los tarajales hiperhalófilos representan el clímax edafohigrófilo en entornos hipersalinos, siendo el taray o taraje la única especie arbórea capaz de sobrevivir en un medio tan hostil, junto con otras especies arbustivas como el llamado salado (Atriplex halimus), la llamada barrilla articulada (Anabasis articulata) y algunas salsolas de porte arbustivo como Salsola genistoides Salsola webbii.


Fauna característica de este HIC


© José Ángel Rodríguez
La curruca capirotada (Sylvia atricapilla) es una de las especies características de estos tarajales.

Los bosques galerías que suelen formar estos tarajales, en las zonas bien conservadas presentando una maraña vegetal impenetrable, al localizarse en unos entornos secos y semiáridos, son auténticos refugios para la fauna silvestre, especialmente para los pájaros, que encuentran aquí no solo un microclima con menor temperatura ambiental que las zonas circundantes, sino también por igualmente representar un importante refugio ante los depredadores. Aquí podemos localizar especies propias de los sotos de ribera, fundamentalmente insectívoras, aunque adaptadas a vivir en un entorno más árido, como el ruiseñor común (Luscinia megarhynchos), el petirrojo (Erithacus rubecula), el chochín (Troglodytes troglodytes), el zarcero común (Hippolais polyglotta), la curruca capirotada (Sylvia atricapilla), el mosquitero común (Phylloscopus collybita), el escribano soteño (Emberiza cirlus) o el mirlo común (Turdus merula), sin olvidar otras especies de interés como el galápago leproso (Mauremys leprosa) que también encuentra refugio entre estos tarajales, siempre que cuenten con un nivel de agua más o menos estable. 

Aquí encuentran también refugios un gran número de mamíferos que incluyen especies como el conejo de monte (Oryctolagus cuniculus), tejones (Meles meles), zorros (Vulpes vulpes) o comadrejas (Mustela nivalis)


Valores de este HIC y consejos de gestión


© José Ángel Rodríguez
Los tarajales del sureste ibérico, entre lo que se encuentran los de la Hoya de Baza en la provincia de Granada, son muy importantes para la fauna que aquí se refugia, en un entorno semiárido.

Los tarajales precisan de la existencia, al menos temporalmente a lo largo del año, de un mínimo caudal y/o de un nivel freático alto, para que esta comunidad mantenga una cierta dinámica y funcionalidad, de modo que con una humedal edáfica más o menos estable se obtendría, a corto o medio plazo, su mantenimiento e incluso su restablecimiento espontáneo, dado que es sorprendente la capacidad que tiene esta especie para recolonizar zonas donde estuvo pretéritamente presente y desapreció, cuando sufren encharcamientos temporales, lo que delata que las semillas están presentes a la espera de tener las condiciones óptimas para desarrollarse, pudiendo permanecer estas semillas enterradas en el suelo, latentes, durante décadas. Se trata, en suma, de una comunidad con una gran capacidad de regeneración, siempre que la dinámica hidrológica no se vea afectada de forma grave, sobre todo la supresión del flujo hídrico.


© José Ángel Rodríguez
Típica zona de tarajal con la presencia de álamos blancos (Populus alba) en el arroyo Guadalopón en las proximidades de Caniles (Granada).

Como hemos comentado los tarayales tienen una gran importancia para la fauna de aves y mamíferos, como refugio y fuente puntual de alimento; asimismo pueden ayudar a la sujeción de los márgenes de los cauces gracias a su intrincado sistema radical, por lo que debe de garantizarse su conservación y buen estado.

Las quemas agrícolas incontroladas, y también hay que decir ilegales, son algunas de las amenazas a las que se ven enfrentados estos ecosistemas. Otro aspecto que destacar en la gestión de HIC, es que debemos de ser especialmente cuidadosos con las repoblaciones forestales de los tarajales, ya que hay en el mercado un gran número de variedades ornamentales, de dudosa procedencia, debiendo de utilizarse en estas reforestaciones especies autóctonas, propias de la zona, que garanticen la genética de la especie.

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