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Edición Mensual - Año XXVI | Nº 305 - Noviembre 2024

NOTICIAS

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La multifuncionalidad de los bosques como generadora de empleo



© Proyecto Sierra de Baza
Ovejas pastando en una zona de prados naturales.

Se encuentra hoy en día unánimemente admitida la necesidad de la gestión forestal  sostenible  y ello con  el  objetivo  del  mantenimiento de  la multifuncionalidad de las masas forestales, superada la concepción de los mismos como exclusivos productores de madera, de modo que desde de la Cumbre de Río de Janeiro (1992) se acepta mundialmente que los bosques tienen una trascendencia global por su contribución al mantenimiento de los procesos ecológicos esenciales, especialmente los relacionados con la regulación del ciclo hidrológico, el cambio climático y la preservación de la biodiversidad.

Esta multifuncionalidad de los bosques incluye funciones propiamente sociales o inmateriales (empleo, recreo, cultura, mantenimiento de población en el medio rural, etc.) como económicas (producción de madera y otros aprovechamientos, abastecimiento de materias primas, etc). Encontrándose la sociedad cada día más sensibilizada hacia el papel que las masas forestales desempeñan en nuestro entorno. Se sabe que los bosques no son sólo comunidades que se reducen únicamente a una población o conjunto de árboles, arbustos, matorrales y formaciones herbáceas en armonía y mezcla, más o menos íntima, que anual o periódicamente proporcionan renta en productos tangibles o cuantificables. Son también fundamentales en la regulación del ciclo de nutrientes, saneadores de la atmósfera y fuente inapreciable de valores ecológicos, botánicos, faunísticos, paisajísticos, culturales o recreativos. 

Todos estos aspectos quedan resumidos en el llamado uso múltiple de los bosques. Expresión que en la actualidad es comprensiva de la llamada multifuncionalidad, como exponente de un equilibrio funcional basado en que a priori los bosques no pueden ni deben de tener  una única función, sino una pluralidad de funciones, que no son excluyentes entre sí, sino que se complementan e interrelacionan además con la población local de su entorno (el hombre), el que no puede ser ajenos a esta multifuncionalidad. Es por ello por lo que a efectos de la gestión forestal, los montes deben considerarse como sistemas forestales de usos múltiples, que deben de ser gestionados con la participación activa de la población local, cuya vida está relacionada con ese espacio y del que forma parte el hombre. De modo que se estima que esta participación es esencial tanto para la definición de la política forestal como para su aplicación y puesta en valor, por lo que ante las nuevas perspectivas en el desarrollo forestal, presidido por los principios de sostenibilidad y multifuncionalidad, deben de articularse los mecanismos necesarios para que los beneficios económicos y puestos de trabajo que se generen en los montes se vean importantemente traducidos en las economías locales, lo que al mismo tiempo debe de ser otra forma de contribuir a la generación de empleo, aprovechando nuestros recurso naturales, para salir de la dramática situación de crisis económica que estamos viviendo en España en estas fechas de modo general y más aún en los ámbitos rurales y de montaña, con tasas de desempleo que en muchos casos rozan o superan el 40 % de la población activa.

En un interesante documento de la FAO, titulado “Gestión sostenible del bosque mediterráneo en España” (a cuyo contenido completo puede accederse AQUÍ), se llegan a conclusiones muy valiosas sobre este tema, y como resumen de las mismas la de que “En todos los casos la producción directa de los bosques (madera, pifia o corcho) ha crecido con la aplicación de la silvicultura. En ningún caso se ha observado empobrecimiento del suelo; la producción por hectárea es igual o superior a la que se obtenía en el momento en que se empezó la ordenación forestal, pues los montes tienen más árboles y éstos están repartidos más uniformemente. Se ha observado una clara relación entre los resultados obtenidos en cada bosque y la intensidad de las prácticas de silvicultura; dichas prácticas deben aplicarse en todos los lugares donde no haya limitaciones ecológicas irreversibles a su uso. Tal intensificación puede lograrse bien por un alto grado de artificialización de la masa o prodigando cuidados al bosque para elevar al máximo la producción de madera sin menoscabo de todas las demás utilidades. Pero, debido a la creciente y variada demanda social de beneficios indirectos de los bosques, no se pueden olvidar las enormes ventajas que ofrece una silvicultura extensiva desde el punto de vista del aprovechamiento sostenible (Montero y Cañellas, 1998)”.

Un elemento fundamental para el desarrollo económico y social de una zona


© Proyecto Sierra de Baza
Paisaje adehesado por la actuación humana en la Sierra de Baza.

Se encuentra admitido, sin práctica discusión, que los bosques y las industrias forestales pueden ser elementos fundamentales del desarrollo, porque influyen en la vida de las personas, a las que les ofrecen beneficios sociales y económicos. 

Estimándose que a diferencia de otros sectores industriales, las industrias forestales pueden ser una fuente importante de empleo, particularmente si se incluyen los puestos de trabajo que generan las actividades de esparcimiento, los productos forestales no madereros y otros sector relacionados con el mismo como el turístico o el recreativo, que pueden suponer una contribución económica importante, proporcionando oportunidades de empleo rural al tiempo que permiten diversificar la economía local.

Productos forestales no madereros y actividades de esparcimiento en la naturaleza


© Proyecto Sierra de Baza
Paisaje cultural del valle del Río de Gor en la zona de Los Corrales.

Otra de las conclusiones a las que llega la FAO es la de que la aportación de los bosques y de las industrias forestales a la economía y al empleo suele centrarse en la explotación y elaboración de la madera, porque se estima que, entre los diferentes usos de las tierras forestales, es éste el que produce mayor rendimiento económico (los llamados productos primarios) Esta interpretación se ha puesto hoy día en cuestión, porque existen otros posibles usos. Así el turismo en la naturaleza, o el turismo forestal, con todos los elementos vivos asociados a los bosques (vida silvestre, animal y vegetal) es uno de los sectores que más empleo e ingresos genera en muchos países, que han sabido ponerlos en valor. 

Retos de gestión forestal para el Parque Natural Sierra de Baza para los próximos años


© Proyecto Sierra de Baza
Monocultivo de coníferas afectado por las plagas forestales en el Parque Natural Sierra de Baza. Fotografía tomada en el año 2016 en el Monte de Los Frailes.

Nuestro reto, en comarcas como las de Baza y Guadix, a cuyos territorios pertenece el Parque Natural Sierra de Baza, que arrastran una tasa de desempleo muy importante y para cuyo fin deben de buscarse nuevos nichos de empleo, del que nuestros bosques pueden ser uno de sus más importantes apoyos, por ello nuestra llamada a que se aprovechen, de un modo ordenado y sostenible, las potencialidades del territorio que abarca el Parque Natural Sierra de Baza, y su área de influencia, haciendo posible la coexistencia armónica del hombre con estos montes mediterráneos, en cuya gestión ha sido –desde los albores de los tiempos-  un instrumento necesario de su gestión y conservación, hasta el punto de que ahora, con  el abandono de usos y prácticas tradicionales, está poniéndose en riesgo su propia supervivencia, lo que se hace necesario reconducir, para que  nuestros bosques de modo general, los montes del Parque Natural Sierra de Baza en particular,   siga prestando los servicios y los beneficios que históricamente han venido reportando a la sociedad, al tiempo que se contribuya a su viabilidad. Los ecosistemas mediterráneos están en gran medida modelados por la larga e intensa influencia antrópica. Durante siglos, el hombre, los animales domésticos y las actuaciones forestales han ido creando este paisaje, que se nos presenta ahora como la interacción, a lo largo de los años, de una simbiosis entre los bosques y el hombre y, en la que los primeros, los bosques, dan productos, pero también generan beneficios y servicios inmateriales al hombre, el que a cambio de ello, los cuida, modela y los hace viables, en una coexistencia armónica en los montes mediterráneos desde los albores de los tiempos. Una simbiosis totalmente necesaria, hasta el punto de que donde se ha propiciado el abandono del bosque a la sola fuerza de la naturaleza, como medio para recuperar y perpetuar su fisionomía y funcionalidad primigenias, ha dado como resultado efectos perversos y no deseables, como ha ocurrido en el Parque Natural Sierra de Baza, con el constatable y preocupante decaimiento forestal de sus masas forestales, a lo que ha coadyuvado de un modo importante el abandono por el hombre de los usos y prácticas tradicionales asociadas al monte, lo que se hace necesario recuperar, para que al tiempo que se genere riqueza y empleo se mejore la salud forestal de nuestros bosques y de los ecosistemas asociados a los mismos.

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