Curiosidades de la naturaleza: el paisaje sonoro
Aproximaciones al ambiente acústico de un lugar
Por José Ángel Rodríguez
© José Ángel Rodríguez
Todo lugar, independientemente de su belleza visual, representa un paisaje sonoro, lo que es conocido como “el ambiente acústico de un lugar” que solo podemos percibir auditivamente.
La definición tradicional de paisaje, nos indica que es la percepción visual de un lugar. Lo que percibimos de un entorno físico o espacio, natural o humanizado, a través del sentido de la vista, cuando nos plantamos frente a él. El concepto actual de paisaje es mucho más amplio y no solo incluye a lo que se puede percibir visualmente de un concreto enclave o lugar geográfico, sino que la percepción del paisaje puede incluir en el sentido amplio y moderno la captación del mismo a través de otros sentidos como el del oído, de aquí el concepto de paisaje acústico o sonoro.
El paisaje sonoro es definido como el conjunto de sonidos tanto naturales, los producidos por la fauna silvestre considerada esta en toda su amplitud e incluyendo desde los grandes mamíferos a los pequeños invertebrados (lo que es conocido como biofonia), como el sonido producido por el viento, los truenos o el agua en sus distintas manifestaciones, tales como lluvia, granizo, agua corriendo por un río o el sonido de las olas del mar, por citar algunos ejemplos (todo lo que es conocido como geofonia), como los sonidos de origen humano (antropofonia), cuya interrelación y conjunto forman el ambiente acústico de un lugar en un momento dado. Incluso el silencio también puede formar parte del paisaje sonoro y puede facilitarnos información muy útil su análisis a lo largo del tiempo, ya que nos permite llegar a conclusiones muy acertadas sobre la ausencia o presencia de fauna en un determinado lugar.
Basta detenernos en una jornada de paseo por un entorno natural, abriendo nuestros oídos a cuanto nos rodeas, para comprobar la gran cantidad de sonidos que podemos encontrar en la naturaleza, muchos de ellos melodiosos, y sumamente agradables como es el canto de los pájaros o el impresionante bramido del ciervo en la época de berrea, una experiencia auditiva que sin duda puede dejarnos un agradable recuerdo.
Reproducción del paisaje sonoro mediante la grabación
© José Ángel Rodríguez
Los sonidos del picapinos (Dendrocopos major), tanto cuando canta como cuando golpea la madera forman parte del paisaje sonoro siendo conocido como biofonia.
Si el paisaje visual se reproduce a través de la fotografía, el dibujo o la pintura, recreando lo que nuestros ojos ven, el paisaje sonoro o acústico también puede reproducirse o captarse mediante la grabación de sus sonidos en un concreto momento, lo que puede transmitir información muy valiosa sobre un lugar, para conocer el estado y evolución del mismo, y más cuando se repite en el tiempo bajo unos cánones o pautas metodológicas, como ocurre con la denominada grabación ARS, un sistema automático de grabación conocido por sus siglas en inglés: Automated Recording Systems, mediante el cual se programan las horas o frecuencia de la grabación, las que son además captadas en un ambiente totalmente natural, sin la presencia humana, que lo va almacenando en el disco duro de grabación, para su posterior análisis y confrontación con otros períodos grabados en el mismo lugar, lo que permite conocer la evolución de un lugar, con acceso a muy valiosa información, la que permite no solo conocer los seres vivos presentes en un lugar, sino particularmente su evolución y estado, con lo que el paisaje sonoro se ha convertido en los últimos años en un importante medio para conocer y evaluar el estado de nuestro patrimonio natural. Pero también para difundir sus valores mediante su acceso al público mediante fonotecas, DVDs y otros medios audiovisuales, que nos acercan con deleite al maravilloso mundo natural que nos rodea y que en muchas ocasiones nos pasa desapercibidos.
De aquí que termine con una recomendación: en nuestra próxima salida al campo: silencio y mucha atención a los sonidos que nos rodean, intentando poner en juego nuestra capacidad para intentar identificar a lo largo de la jornada todos los sonidos que hemos tenido cerca de nosotros.
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