Los investigadores advierten de la degradación y desaparición de los bosques por el clima, en lo que llaman “la muerte sin llamas de los árboles”
En zonas como la Sierra de Baza (Granada) la sequía ha disparado la destrucción de hectáreas perdidas, lo que llama la atención sobre esta emergente problemática
© Proyecto Sierra de Baza
Panorámica de una zona de pinar en situación de decaimiento forestal en la Sierra de Baza (Granada).
Proyecto Sierra de Baza
01/08/2025
El decaimiento forestal es un fenómeno emergente que se refiere al deterioro generalizado de los bosques, caracterizado por la pérdida de vigor, defoliación y, en casos graves, la muerte de árboles. Este proceso es complejo y multifactorial, está influenciado tanto por factores ambientales como biológicos, incluyendo el cambio climático, de modo que se estima que es consecuencia de la confluencia de una serie de factores negativos que condicionan de una forma limitante la salud y vigor de la masa forestal.
El fenómeno del decaimiento forestal es muy reciente en la Península Ibérica, donde se estima comenzaron a aparecer defoliaciones y decoloraciones de especies leñosas, a veces acompañadas de tasas de mortalidad elevadas, a principios de la década de los 80, habiendo sido entre los años 2015-2017 cuando alcanzó su mayor magnitud en lugares como el Parque Natural Sierra de Baza (Granada), donde murieron más de 4.000.000 de árboles, particularmente ejemplares de pino resinero (Pinus pinaster), estimándose que tras esta masiva y rápida mortandad de coníferas estaba la cochinilla del pino resinero (Matsucoccus feytaudi), una especie asociada exclusivamente a Pinus pinaster, la que se considera como plaga primaria, al ser capaz de provocar por sí misma la muerte del árbol, si bien el previo debilitamiento del arbolado ocasionado por la situación de estrés hídrico puede agravar su patología, ya que incide de una forma muy negativa en su vigor para superar la enfermedad forestal el hecho de que el árbol no disponga de recursos suficientes para combatir la acción fitotóxica de las ninfas que succionan en el líber.
En un árbol, el primer síntoma de que algo va mal por la sequía o las altas temperaturas es el cambio de color, ocurre porque cierra sus estomas (los poros de las hojas) para evitar perder agua y esto reduce la fotosíntesis. Luego llega la pérdida de hojas, la defoliación, y si se agrava la situación, puede producirse la muerte. Este es un fenómeno difícil de medir en las masas forestales del país, pues algunas veces, con la llegada de las lluvias los ejemplares se recuperan, y otras quedan moribundos, sentenciados, pero tardan años en sucumbir. Aun así, los episodios recientes de muerte masiva de ejemplares en Cataluña, Comunidad Valenciana, zona oriental de Andalucía (provincias de Granada y Almería) o Murcia han mostrado la magnitud de un proceso que se espera vaya amplificándose con la crisis climática y que tiene importantes implicaciones tanto para el paisaje como, en los casos más extremos, para el futuro de los bosques y los numerosos servicios ambientales que proporcionan (en forma de biodiversidad, madera, alimentos, absorción de CO₂, regulación de cursos del agua, protección del suelo, usos recreativos o impacto paisajístico).
Más destructivo en los últimos años que el fuego
© Proyecto Sierra de Baza
La mortandad de pinos en la Sierra de Baza afectó entre los años 2015-2017 a unos 4.000.000 de pies, en un proceso que sigue latente.
Un dato sobre el que recientemente llamaba la atención Josep Maria Espelta, científico del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF), es de que en cerca de una década, de 2012 a 2023, la sequía en Cataluña afectó de forma significativa a un 10% de su superficie forestal, a uno de cada diez árboles. Esto no incluye solo árboles muertos, por la complejidad para confirmar su muerte, sino también ejemplares con afecciones de decoloración o defoliación como consecuencia de unas causas que se cree están relacionadas con el clima extremo. Según recalca el científico, esto supone unas 120.000 hectáreas, una cifra similar a la superficie quemada en 40 años en Cataluña.
“Hoy en día somos muy conscientes del problema de los incendios, pero no lo tenemos tan integrado con la sequía”, incide el biólogo Josep María Espelta, el que apunta como “obviamente, la perturbación no es de la misma magnitud, pues el fuego suele destruir toda la cubierta vegetal, pero la afección por las sequías es muy preocupante, no estábamos acostumbrados a ver masas tan grandes de árboles muertos o moribundos”.
Si estas valoraciones las trasladamos a lugares como la Sierra de Baza (Granada), la magnitud de estos datos se exponencian, ya que, si en los últimos diez años se ha visto afectada una superficie en torno al 25 % de su superficie, unas 13.000 hectáreas, apenas han llegado a las 300 hectáreas la superficie quemada por el fuego en los últimos cincuenta años en la Sierra de Baza.
Sobre este fenómeno, que ya fue destacado por Proyecto Sierra de Baza en el año 2017, publicando algunos trabajos audiovisuales con el título del “Incendio Silencioso de la Sierra de Baza” (obsérvese las similitudes con la denominación que ahora utilizan los científicos), el que puede visionarse pulsando AQUÍ, es algo menos llamativo que los incendios forestales, pero de más perniciosas consecuencias en estos momentos, a tenor de las cifras que se baraja, y es que “Los incendios forestales tienen una alta repercusión social, mientras que el decaimiento de los bosques no tiene el mismo impacto, es mucho más silencioso, pero está ahí, es algo que está debilitando los bosques y que puede provocar cambios en el paisaje, como la transición de especies, por ejemplo”, comenta Mireia Banqué, también investigadora del CREAF y coordinadora de Deboscat, una red de seguimiento de los bosques en Cataluña, que alerta sobre el decaimiento forestal en los bosques ibéricos, que llevamos años viviendo en la Sierra de Baza (Granada), y las perniciosas consecuencias que se están viviendo en muchos montes ibéricos, en un fenómenos emergente, que va a más, y para cuya lucha es necesaria una concienciación ambiental sin paliativos, afrontando los necesarios trabajos silvícolas de gestión forestal, para contrarrestar los efectos del decaimiento forestal, el máximo reto de nuestros gestores forestales, y también de la administración medioambiental para los próximos años.
Acceso al audiovisual sobre el “Incendio Silencioso de la Sierra de Baza”, del que es autora la productora “Desde el Aire”, realizado con la colaboración de la Asociación Proyecto Sierra de Baza, el que nos permite tener una idea real de la magnitud del fenómeno del decaimiento forestal vivido en la Sierra de Baza (Granada), pulsando AQUÍ.
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