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Edición Mensual - Año XXVII | Nº 315 - Septiembre 2025

NOTICIAS

imagen de decoración

Etnobotánica de la Sierra de Baza: 

Árbol del paraíso (Eleagnus angustifolia)



© José Ángel Rodríguez
Paraísos a lo largo del arroyo Uclías en la zona basal de la Sierra de Baza (Granada), formando un espeso seto protegiendo la ribera de la zona de su localización.

Proyecto Sierra de Baza
01/09/2025

Con el nombre de árbol del paraíso, también llamado olivo de Bohemia y olivo persa, en alusión a su zona procedencia natural, se conoce a un árbol caducifolio espinoso de hasta 10 m de altura, aunque normalmente se presenta con un porte arbustivo (2-3 m) con el tronco algo tortuoso, ramificado a veces desde muy bajo, con la corteza pardo-oscura muy resquebrajada cuando es adulto. Las ramas jóvenes son de color gris plateado y espinosas. La copa es ancha y algo redondeada. Hojas simples, lanceoladas u oblongo-lanceoladas, de 5-8 cm de longitud, de margen entero, de color verde grisáceo en el haz y plateadas en el envés. Tiene flores, que desprenden un aroma muy fuerte y agradable, atrayendo a los insectos, son pequeñas y miden de 8-10 mm, y se disponen solitarias o en grupos de 2-3 en las axilas de las propias hojas, son de color plateado por fuera y amarillento por dentro. Tienen forma acampanada y 4 estambres. Florece de mayo a julio. Fruto ovoideo, drupáceo, parecido a una aceituna, aunque más pequeño, largamente pedunculado, de color marrón-rojizo, con escamas plateadas que se van perdiendo al madurar, con una semilla de sabor dulce y meloso. El fruto del árbol del paraíso es comestible, siendo muy apreciado por las aves (aves frugívoras), la que con su consumo contribuyen a su dispersión natural.

Como refiere G. López González en su documentada obra “Guía de los árboles y arbustos de la Península Ibérica y Baleares”, el árbol del paraíso crece de forma natural en los países templados del sudeste y centro de Asia, hasta el desierto de Gobi y el Himalaya. En toda la región mediterránea está naturalizado desde la antigüedad; se estima que fue traído por los árabes. En España se encuentra principalmente en la vertiente mediterránea, este, centro y sur de la península. 

El paraíso se localiza desde el nivel del mar hasta los 900 a 1000 metros de altitud, estando ausente en la media y alta montaña. En nuestra región es una especie frecuente en la Hoya de Baza (Granada), en  toda la cuenca del Guadiana Menor, donde se entremezcla con los tarajales (Tamarix canariensis,  el Tamarix gallica y Tamarix africana) de difícil diferenciación y muy similares característica edáficas unas y otras especies), formando parte de los llamados Adelfares y tarajales (Nerio-Tamaricetea), un Hábitat de Interés Comunitario con Código de la Unión Europea 92D0_0 y del que puede ampliarse información pulsando AQUÍ.

Usos etnobotánicos


 © José Ángel Rodríguez
Detalle de las hojas del árbol del paraíso de color verde grisáceo en el haz y plateadas en el envés.

En nuestra zona el principal uso del paraíso es como planta ornamental al tratarse de un árbol de crecimiento rápido, que despide un olor muy agradable, siendo muy fácil su reproducción y cultivo por semillas y esquejes, que enraízan con facilidad. También ha contribuido a su expansión el tratarse de una especie muy rústica, resistente a la sequía y tolerante a muchos tipos de suelos, particularmente salinos, que solo resisten además del árbol del paraíso los tarajales. 

Como refiere G. López González (obra citada pág. 558) los frutos del árbol del paraíso tienen un hueso bastante grande (lo que es el fruto propiamente de la planta) y una carne amarillenta, dulce y melosa, siendo comestibles, aunque de sabor poco apreciado. Destaca López González la utilización de estos frutos (conocidos como "aceitunas de Bohemia") para fabricar una bebida alcohólica de sabor parecido al vino en algunas zonas orientales.

Los frutos del Eleagnus angustifolia, que se pueden almacenarse durante mucho tiempo sin necesidad de procesamiento. también se pueden moler una vez secados, para obtener y usar en harina que se puede añadir a panes, sopas y otros platos, también con uso en repostería; prácticas que están limitadas a las zonas más orientales, ya que en nuestra zona su uso el exclusivamente ornamental y para formar setos naturales, particularmente junto a ramblas y arroyos, para proteger sus riberas.

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