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Edición Mensual - Año XXVII | Nº 315 - Septiembre 2025

NOTICIAS

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La Junta de Andalucía se compromete a impulsar la silvicultura adaptativa ante el cambio climático


Quiere proteger a los montes andaluces ante el nuevo escenario del cambio climático que ya estamos viviendo


©Proyecto Sierra de Baza
Panel informativo de una de las actuaciones que se están llevando a cabo en la Sierra de Baza.

Proyecto Sierra de Baza
01/09/2025

Según informaba la Consejería de Sostenibilidad y Medio Ambiente de la Junta de Andalucía en una nota de prensa publicada en pasado mes de agosto, coincidiendo con la grave ola de incendios forestales que afectaban a media España, y de lo que por ahora no hemos librado en la Sierra de Baza, con tan solo dos conatos de incendios, ambos producidos por rayos, uno en las inmediaciones de Floranes y otro en una zona forestal de la finca de Soler, los montes andaluces están viendo como su gestión forestal está adoptando nuevas formas para hacer frente a un reto sin precedentes, en el que la Consejería de Sostenibilidad y Medio Ambiente ha situado la gestión forestal adaptativa al cambio climático como un eje vertebrador de su política frente al cambio climático, una demanda que ya veníamos exigiendo desde hace años en la Sierra de Baza (Granada), donde se vivió en el año 2016 una masiva mortandad de pinos, que superaron los cuatro millones de pies.

La combinación de sequías intensas, aumento de temperaturas extremas, incendios de comportamiento más errático y procesos de debilitamiento fisiológico de las masas forestales ha hecho evidente la necesidad de intervenir con criterio, planificación y datos.

“El monte mediterráneo es muy sensible a los efectos del cambio climático. Pero al mismo tiempo, es clave para proteger el suelo, conservar la biodiversidad y regular el agua. Por eso estamos actuando desde la planificación y el conocimiento científico-técnico”, explicaba el director general de Política Forestal y Biodiversidad, Juan Ramón Pérez Valenzuela.

Las medidas en marcha están orientadas a reducir la vulnerabilidad de los ecosistemas forestales: disminución de densidades para mejorar el reparto de agua, diversificación estructural y de especies, fortalecimiento de la regeneración natural, adecuación de criterios de corta o retirada selectiva de pies secos en zonas de alta exposición. Actuaciones que ya se ejecutan en muchas sierras de Andalucía, desde Cazorla y Sierra Morena hasta Los Alcornocales o Sierra de Baza.

Estos trabajos se enmarcan en el Plan Forestal Andaluz 2030, que recoge las principales líneas estratégicas de acción para adaptar las masas forestales andaluzas al nuevo contexto climático, para lo que la Consejería ha reforzado, además, la red de seguimiento del estado de la vegetación mediante sensores remotos, imágenes satelitales y modelos predictivos que permiten vigilar cada mes parámetros como la humedad edáfica o el índice de vegetación.

Las imágenes obtenidas a través de satélites de observación como ‘Sentinel’ permiten detectar con precisión zonas en las que se está produciendo decaimiento forestal, como ya ocurre en parte de las sierras orientales almerienses. En estos espacios, los efectos de la aridez prolongada han provocado la pérdida de vitalidad en formaciones de coníferas y el retroceso de especies como el pino salgareño (Pinus nigra), afectando también a encinares en cotas bajas.

Futura Ley de Montes de Andalucía


©Proyecto Sierra de Baza
Trabajos silvícolas de entresaca de pinos silvestres procedentes de una antigua reforestación en el Parque Natural Sierra de Baza (Granada).

Para gestionar de una forma más eficiente este nuevo escenario Andalucía está tramitando una nueva Ley de Montes, que se espera llegue al Parlamento en esta legislatura y que marcará un punto de inflexión en la normativa forestal autonómica. La norma vigente data de 1992 y requiere una revisión profunda para integrar principios actuales como la adaptación al cambio climático, la economía circular o la gestión activa de los servicios ecosistémicos.

Esa visión productiva está claramente recogida en el Plan Forestal Andaluz 2030, que refuerza el vínculo entre selvicultura, bioeconomía y desarrollo rural. Se trabaja con la idea de que el monte puede ser también motor económico: generando biomasa, madera, corcho, otros productos no maderables, servicios recreativos o sumideros de carbono. Todo ello, con garantías de sostenibilidad certificada.

Pérez Valenzuela ha incidido en que “la economía circular necesita materia prima renovable. Y nuestros montes, si se gestionan de forma adecuada, la pueden proporcionar sin comprometer su equilibrio ecológico”. Añade que uno de los objetivos de su departamento es “construir cadenas de valor completas en torno al recurso forestal, de modo que los beneficios reviertan en los territorios donde se generan”.

Para ello, la Junta está apostando por fórmulas como la gestión agrupada de montes privados, la modernización de los sistemas de ordenación forestal, el impulso a la certificación sostenible y la creación de herramientas de trazabilidad. También se está trabajando en colaboración con universidades y centros de investigación para desarrollar ensayos de procedencia, estudiar la respuesta de distintas especies a variables climáticas extremas y diseñar protocolos de restauración con especies y ecotipos mejor adaptados.

La Consejería quiere también promover además el acceso del sector forestal a fondos europeos de innovación, tanto en el marco del FEADER como de programas como LIFE o Interreg. Y en paralelo, refuerza las sinergias entre política forestal, acción climática y ordenación del territorio. En palabras del director general: “Un monte resiliente ayuda a contener la erosión, facilita la infiltración de agua, mejora la calidad del aire y actúa como barrera frente a los incendios. Para ello, nada mejor que convertirlo en una unidad económica rentable, conjugando su aprovechamiento y su preservación. Gestionarlo bien es una inversión en futuro”. El bosque andaluz está cambiando, y con él, la manera de entenderlo y gestionarlo.

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