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Edición Mensual - Año XXVI | Nº 304 - Octubre 2024

SECCIONES

imagen de decoración

El hide los Arrendajos

Roberto Travesí

Fotógrafo


Escribano montesino (Emberiza cia), un visitante diario del hide.
Equipo: Analógico. Canon F-1 New, Canon FD 500 mm. f:4.L, Fujichrome Velvia  50, con trípode.
Fecha imagen: octubre-2006
Datos técnicos: ISO : 100. Diafragma: f:5,6. Velocidad: 1/250 sg.

El Hide de los Arrendajos, enclavado en un delicioso rincón de nuestra querida sierra bastetana, invita sin duda a disfrutar de una sosegada jornada en contacto con la Naturaleza al tiempo que se satisface una actividad tan gratificante como es la fotografía de Naturaleza. Lo apartado del lugar (fuera de las rutas tradicionales de visitantes) así como las infraestructuras existentes para la práctica de este arte hacen de este hide un codiciado anhelo para los que ya han gustado de la permanencia en su interior (aún habiendo estado apenas unas horas). Todo paz y tranquilidad, a no ser que el SEPRONA aparezca (fue mi caso) y te “invite” a abrir tanto el maletero del coche como la mochila y la funda del trípode, aunque posteriormente ya sobraran todas las acreditaciones y permisos mostrados que respaldasen la actividad (es conveniente solicitarlos a las administraciones correspondientes, aunque esa vez, como ya he indicado, no fuesen demandados). 

Arrendajo (Garrulus glandarius), un ave frecuente en el hide pero que escasea durante los meses de invierno
Equipo: Analógico. Canon F-1 New, Canon FD 500 mm, Fujichrome Provia 100F, con trípode.
Fecha imagen: octubre-2006

Datos técnicos: ISO: 50. Diafragma: f:5,6. Velocidad: 1/500 sg. 

Mi experiencia en el hide, como en cualquier otro escondrijo, es siempre positiva, aunque no entrase nada… solo con poder respirar los aromas que el campo nos ofrece sería suficiente. Pero en este caso hubo resultados. Y precisamente son estos el objeto de estas invitadas líneas. Aprovecho pues para agradecer a Proyecto Sierra de Baza y en especial a nuestro querido e incombustible presidente José Ángel Rodríguez la oportunidad ofrecida para mostrar mi trabajo a través de esta magnífica revista digital, sin olvidar, por supuesto,  la total disponibilidad que de dicho hide se me hizo. Después de unos cuantos años como profesional, con este hide he comenzado a sentirme viejo: no lo he buscado, ni acondicionado (menos aún subido a cuestas en formato de tela), ni he dependido de que la climatología aportase agua, tampoco he usado de paciencia acercando gradualmente el hide para acostumbrar a la fauna,… Gracias de nuevo a los padres de esta iniciativa, que en generosa y desinteresada actitud están potenciando la fotografía de Naturaleza, renunciando así al protagonismo vanidoso de la exclusividad tanto de algunos fotógrafos de esta especialidad como de tantos cazadores cinegéticos.

Entrando ya en materia, en primer lugar aclarar que estuve en la versión anterior a la que en la actualidad se encuentra, que aunque mejorada con respecto a su predecesora (es decir, a la primigenia ubicación), ha quedado bastante superada por la existente hoy día (habrá que probarla). Es por ello que algunas de las consideraciones que a continuación expongo han podido quedar ya obsoletas; pero como aquí de lo que se trata es de narrar mi experiencia, espero que a alguien le sirva y pueda aplicarla aún en condiciones diferentes. 

Interior del hide con el equipo fotográfico que se ha utilizado para estas imágenes.
Equipo: Digital. Canon EOS 5D, Canon EF24-70 mm. f:2.8 L USM, 50, con trípode.
Fecha imagen: octubre-2006
Datos técnicos: ISO : 400. Diafragma: f:8. Velocidad: 1/15 sg. 

En primer lugar, la distancia es -era- excesiva. Por delante de las primeras piedras (las que rodean la charca) ya se alcanzan los 5 metros, distancia demasiado lejana para fotografiar pequeños paseriformes, a no ser que se juegue con el encuadre (foto del piquituerto por ejemplo), incluyendo un paisaje que tal y como se presentaba no acompañaba. Sí, a pesar de las estupendas vistas, la cercanía no casaba con las imágenes por muchas razones: piedras artificialmente dispuestas, con numerosos roces y “no tostadas ni liquenizadas” con el paso del tiempo, exceso de comida espurreada/esturreada, suelo pisoteado sin apenas vegetación natural,… Pero para poder afirmar esto también tengo que aclarar previamente que no utilizo en este tipo de fotografías el formato digital. Aunque tengo un 70-200 f:2.8 original para usarlo con los convertidores también originales, exponiendo en un sensor de formato completo (sin multiplicación de focal) de unos 13 megapixeles, debo decir que las imágenes que muestro fueron realizadas con un 500 mm. óptico y una cámara de película (aunque era “de película” -de ensueño, concretamente la F-1 New de Canon-, quería decir que estaba cargada con emulsión); posteriormente fueron escaneadas y redimensionadas en Photoshop para poder ubicarlas adecuadamente en este pequeño texto (la maquetación corresponde a la revista digital). ¿Por qué indico esto?. Sencillamente porque, aún no teniendo nada en contra de los habituales recortes que se realizan con los archivos digitales, no me gusta realizarlos. Entiendo que la fotografía podría mejorar, pero no fue concebida así. Es el mismo argumento que siempre he utilizado para no usar el formato de 6x6 cm., típico de, por ejemplo, Hasselblad (aún reconociendo que algunas fotos quedan sensacionalmente perfectas en formato cuadrado). Así pues, ni que decir tiene que las distancias tanto a la propia charca como a las “perchas“ posteriores vienen largas. Quizás y al respecto nadie haya comentado este hecho negativo; el disponer de recorte con el sensor tipo APS-C (que no multiplicación focal por 1.5 o 1.6) no implica proximidad, pues aún así las fotografías que he observado en esta nueva sección han sido recortadas, perdiendo de esta manera archivo de cara a la impresión por imprenta (que requieren al menos 300 puntos). Yo no usé el convertidor 1.4x porque temía la entrada de arrendajos u otras especies de porte importante (ya que literalmente me las comería, además del tiempo extra -posiblemente vital- empleado en retirar el convertidor en detrimento del lento movimiento de “encañonamiento”).  

 Macho de pinzón vulgar (Fringilia coelebs) recibiendo los últimos minutos de luz de la jornada
Equipo: Analógico. Canon F-1 New, Canon FD 500 mm. F:4.5 L Fujichrome Provia 100F, con trípode.
Fecha imagen:  octubre-2006
Datos técnicos: ISO : 100. Diafragma : f:4.5. Velocidad 1/30 sg. 

Para no hacerme demasiado extenso, enumeraré escuetamente los puntos a mejorar (algunos como he dicho deben estar ya añejos en la nueva versión). Pero no con desprecio hacia los altruistas elaboradores del singular sitio, sino como crítica constructiva para conseguir, siempre bajo mi humilde punto de vista, la mejora en la consecución de imágenes en el Hide de los Arrendajos:

  • El habitáculo está mal diseñado, aunque su configuración es más que suficiente para el ejercicio de la actividad. Su forma triangular viene bien para echarse siestas individuales (la cabeza hacia el vértice trasero y los pies encima de la sillita o mochila), pero por el “mismo precio” podía ofrecer una sección al menos más rectangular. Entiendo que de esa manera puede ofrecer 360º de troneras, pero impide compartir sensaciones con otra persona dentro del habitáculo. Por otro lado, la tronera principal no es del todo adecuada para objetivos luminosos de gran focal, pues la visión humana directa queda en gran medida impedida. Eso sí, la refrigeración es muy buena, nada que ver con un hide cerrado clásico (de tela oscura), con lo que el sopor apenas se hace presente.

  • Distancia excesiva. El agua debiera de estar a 3 m. aproximadamente (siempre pensando en una focal de 500 mm., pues con un 300 mm. ya pueden obtenerse buenas imágenes de un ave de tamaño medio (arrendajo por ejemplo) o de grupos de pequeños pájaros (escribanos, pinzones, … que por cierto habría que decirles que no fuesen tan gregarios, que entrando en pequeños bandos “estorban” sobremanera al fotógrafo).

  • Gran artificialidad del decorado (de la construcción y de las “perchas” -ramaje-). Ello me obligó a realizar algunos cambios (colocando nuevas “perchas”, disponiendo comidas puntuales disimuladas y trayendo roquedo extra), amén de tapar el vistoso cemento.

  • Tuve que inutilizar una de las charcas (fue tapada con ramaje) para evitar que bajasen los pájaros fuera del alcance de mi vista. El bajo nivel de agua lo resolví hundiendo dos grandes piedras en el agua (resultó luego que existía una lejana llave de paso). En este sentido, lo ideal es que el agua quede al mismo nivel de la cámara, aún perdiendo algo de perspectiva. Y hablando de líquidos y pidiendo de antemano disculpas para los más escrupulosos (igual ya no solicitan el hide tras leer las próximas palabras), me llevé un bote de boca relativamente ancha -con tapón, eso sí- para evacuar los residuos acuosos de mi organismo, evitando así la desfavorable salida del hide. Por cierto, tampoco olvidar un cojín extra que refuerce la cómoda silla que nos ofrece el hide, pues tan largas sentadas pasan siempre factura en nuestro acolchado trasero. 

 Macho joven de piquituerto (Loxia curvirostra)
Equipo: Analógico. Canon F-1 New, Canon FD 500 mm. F:4.5 L, Fujichrome Velvia 50, con trípode.
Fecha imagen:  octubre-2006
Datos técnicos: ISO: 50. Diafragma: f:5.6 . Velocidad: 1/250 sg. 

Ahora no voy a enumerar los puntos a ensalzar; pido por ello disculpas, aunque sea de justicia al menos su enumeración. Me remito a la observación de las diferentes fotografías que cada autor ha ido publicando en esta sección, que invalidan tanto las leves penurias que hayan tenido que sufrir sus realizadores como todas las ventajas con las que he contado: ya da igual, ahí están los fotones. Aunque hay que reconocer que la proximidad al coche es un punto muy a favor, beneficiando en extremo a personas con cierta edad (que no es mi caso) o discapacidad (tampoco).

Por mi parte, finalizar con el contenido técnico. Entré al hide a dos luces, usé en los primeros disparos Fujichrome Velvia 50 con un 500 mm. y trípode (con el motor preparado a 5 fotos por segundo y el cable disparador enroscado como opción) y terminé saliendo del escondite también a dos luces con Fujichrome Provia 100F y trípode (con disparador de cable, por supuesto, como en la foto del pinzón). A medio día me resistía a echar una larga cabezada, pues aunque la luz no era la apropiada (me niego a disparar con el sol tan alto, aunque ya a media mañana lo está, como por ejemplo en la foto del arrendajo) cautivaba la ilusión de seguir viendo -aún por reiteración- el baño de las diversas especies o la probable entrada de una presa mayor (tórtola, rapaz, zorro, venao,…). Y aunque algún cabezazo descargué (los madrugones comienzan ya a pasar factura), pude estar activo prácticamente todo el día, aunque como digo no operativo con la cámara, salvo en los momentos de nubes (*). La digital solo la llevé para tontear, realizando las fotos del interior del hide. 

Roberto Travesí  

(*) Elegí un potencial día de nubes medias (rápidas), con el riesgo de obtener imágenes sin sol (en nublado). La ventaja son los juegos de luces (ejemplo, foto del escribano), que iluminan y oscurecen, presentándome la oportunidad de realizar, si se daban las condiciones, fotografías a horas imposibles en un día raso (con el sol elevado).