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Edición Mensual - Año XXVI | Nº 305 - Noviembre 2024

SECCIONES

imagen de decoración

El Pino Salvaje 

Episodio 09: Calar de Casa Heredia (2.166 mts.)

Parque Natural Sierra de Baza


Un proyecto de © Miguel José Ávalos

BANDERA OTOÑAL:

Desde el Poyo de la Tejera hasta las cotas más altas del Calar de Casa Heredia existe una travesía que empodera. Ascender en el ocaso por sus pizarras erosionadas es vislumbrar calzadas romanas. En la subida, girar nuestra atención hacia el oeste y ver caer el sol es sinónimo de óleos con cielos encendidos que usan la silueta de la imponente vecina Sierra Nevada para abrumar. Avanzar alumbrado por la antorcha de una luna creciente es pasear por una importante avenida. 

El rabo de un zorro alejándose de mi presencia entre el matorral. Los ciervos jugando al escondite en el bosque. El crujir de mis pasos sobre estas venerables piedras. Las sensaciones táctiles en la cara de un viento sigiloso y constante. Los silbidos de las cabras avisándose de que algún forastero los acompaña en la noche. Y el descubrimiento a pie de campo de aquellos árboles que, desde la cima del Calar de San Sebastián, ya había ojeado hace dos meses con mis prismáticos. No pido más que este tipo de sensaciones. ¡Cuánto nos da la naturaleza y que poquito nos pide a cambio! 

Aunque me gustaría palparla con un poco más de agua. O con muchísima más. Se irá este otoño de 2020 sin dejar prácticamente ni una gota. ¡Váyase este noviembre con su sequía! E invoco a diciembre; al invierno crudo; a las primeras nieves en la Sierra de Baza. ¡Venga a mí el Dios Frío! ¡Venga a mí con toda su alma! Que la balanza entre la procesionaria y el pino se equilibre. Que pueda hundir mi cintura entre el manto blanco. Y que baje agotado pero satisfecho de haber andado sobre mí mismo, sobre mi camino, sobre mis pasos. 

En estos paseos por mis pensamientos hasta me da tiempo a hacer algunas fotografías. Anduve parado viendo como cayó la señorita tarde. Ella quedó para tomar algo con su amiga la coqueta noche. Y allí, instalado en un mismo punto, en plena soledad junto a mi trípode, estuve pensando en los pinos que serán salvajes, como los de la anterior fotografía. En cómo, los que finalmente lo soportan, se convierten en murallas contra el temporal. Sin más herramientas que su cuerpo desnudo. Y allí imaginé su relación con las luces y los horizontes de las horas doradas y azules. Y finalmente decidí pintar lo que me dictaba mi imaginación en cuanto a los difíciles procesos de crecimiento y de madurez que padecen. Estos pinos serán retorcidos, achatados, con porte, abanderados... o incluso partidos por el rayo. Pero son y serán. 

<< Los árboles son los esfuerzos de la tierra para hablar con el cielo que lo escucha. >> 

Rabindranath Tagore 

LA VIDA ES CIERVO HERIDO... 

Sigo absorto con las administraciones que manejan ciertos sectores que usan nuestros montes y montañas. ¿Imaginan a un fotógrafo de naturaleza clavando una señal metálica en cada travesía que realice por un Parque Natural? ¿Y dejarla allí para siempre? ¿A qué no? Ya no es que se permita degradar el paisaje con estas balizas. Que también. Digo yo que deben de existir otros métodos más discretos y otros lugares menos importantes para su instalación. 

Porque la piedra es sagrada, la roca es la casa de aves para sus posaderos y de balcones para pequeños y grandes mamíferos. Deberían cuidarse muy bien estos detalles. Las señalizaciones de cintas durante las monterías, que no son retiradas por sus usuarios y dejadas como basura, tal y como os narraba en el episodio anterior, y éstas señales de cotos que la administración obliga fijar y que quedan perennes. Deberíamos dejar la montaña lo más impoluta posible. Ella misma que contó que así debería ser. Bien pura. 

<< Todas las obras de la naturaleza deben ser tenidas por buenas. >> 

Cicerón 

EMOCIONES DE UN FOTÓGRAFO DE NATURALEZA 

De las dos balas que quedaban en mi escopeta mental, ya sólo queda una. Vendré el mes que viene con ella. Y sin más dispararé. Imaginé un noviembre diferente, con algún temporal, pero no pudo ser. Espero que diciembre me traiga un regalo final. Y si no, aun así, estaré agradecido por este viaje que hice junto a vosotros/as y que ya concluye. Yo ya no soy el mismo que hace un año. Mis caminatas por estas montañas del sur de España me han valido para mucho. Para convertirme en un ser diferente. 

Indómito/a, del latín indomitus, y referido a aquello que no puede ser domado. En mi caso ya casi me veo como (in)dómito, que lo concibo como aquella vía que nos permitirá dominar nuestro propio (in)terior. Así os lo adelanto entusiasmado. Ya viene aquello que me propuse antes de iniciar mis colaboraciones en esta revista de naturaleza. Aquello que no sabía narrarlo por no haber estado in situ pateando el terreno. Aquello que no sabía cómo tratarlo por no estar mis manos manchadas de polvo, de barro o de nieve. Manchadas y marcadas ya ellas se viene un foto libro que anduve cociendo a fuego lento en mi caldero. (IN)DÓMITO será su título y se ofrecerá como un posible camino hacia la sanación del alma por medio de las virtudes de la naturaleza y del ejercicio de la fotografía como herramienta para la conservación. Nos vemos el último mes del año. Salud. 

<< Hay un libro abierto siempre para todos los ojos: la naturaleza. >> 

Jean-Jacques Rousseau


Miguel José Ávalos
Fotógrafo del Reino de Granada
https://www.migueljoseavalos.com
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