La Cabra Montés: monografía de una especie en la provincia de Granada
Monteses de altura
Por Roberto Travesí
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200 mm, 1/350 sg, f/5.6, ISO 160 (imagen sin recorte)
Modo de disparo: Manual
Formato: RAW+JPG
Canon EOS 5D Mark II, Canon EF 70-200 mm f/2.8L IS II USM, a pulso (con estabilizador)
Aunque parezca irreal y como ya he indicado tantas veces desde el siglo pasado, a la montés es posible observarla en cualquier cota altitudinal durante cualquier estación del año. Aunque sea pleno invierno y a 3.000 m de altitud en Sierra Nevada, cambiando de vertiente y utilizando sus incisivas pezuñas cual efectivos crampones. Sí, es una imagen nada habitual, pero única en el contexto ibérico. En cambio, una vez que en sus cumbres comienza a clarear la nieve (mayo por ejemplo), la presencia de este ungulado es manifiesta, aún cuando la primaveral comida abunda en cotas más bajas ¿Significa esto que las monteses abandonan las cotas más bajas y agostadas de pasto en aras de las zonas cacuminales nevadenses? No, esta especie es ramoneadora por excelencia y aunque es cierto que la primavera empuja a muchas monteses hacia arriba también es cierto que muchas otras permanecen todo el año a menor altitud. Y no precisamente por exceso poblacional.
La imagen nos muestra un macho acarnerado de nueve años con el pico del Veleta (3.398 m) al fondo. Fue obtenida en julio de 2011, pero perfectamente podría interpretarse como realizada actualmente, dada la importante ausencia nívea este año (su Corral si mostraría más nieve en estos primeros días de junio).
Ya desde el punto de vista fotográfico, indicar que la entrada (aproximación) fue fácil, dado que la confianza de estos animales en estos parajes permiten su tranquila visualización “a pecho descubierto” y a distancias cercanas. Por lo tanto, tan solo hubo que realizarla perdiendo unos minutos la visión directa con el macho, calculando con exactitud para aparecer justo con el encuadre deseado. En estos momentos hay que ser muy rápido en la captura fotográfica, ya que la sorpresa y la corta distancia provocan la inmediata huída de la montés, perdiendo así el encuadre buscado, aunque en estos lugares tan acostumbrados al hombre a veces nos permiten recrearnos unos instantes durante ese fugaz instante. Por lo demás el uso del estabilizador es fundamental en este tipo de entradas, ya que la instalación de un trípode nos haría perder la fotografía perseguida. Lo que a veces no podemos controlar es que el macho se haya desplazado mientras realizamos la aproximación, o que alguna pajita o hierba se interponga entre el motivo y el fotógrafo, como fue el caso, dando al traste con la imagen.
© Roberto Travesí
www.robertotravesi.es
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