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Edición Mensual - Año XXVII | Nº 298 - Abril 2024

SECCIONES

imagen de decoración

Lugares de interés del entorno

Humedal del Baíco


Por José Ángel Rodríguez 

Algunas de las lagunas naturales que aún se forman en la zona del Humedal Baíco cuando no es drenada el agua. Fotografía tomada en octubre de 2013.
© José Ángel Rodríguez

 En los tiempos remotos, durante el llamado Plioceno, en lo que hoy se conoce como Hoya de Baza, existió un gran lago interior que era alimentado por una cuenca endorreica, hasta que  en el Pleistoceno Superior (entre 100.000 y 15.000 años atrás) este gran lago interior se rompió por el lugar conocido como Cerrada del Negratín, a la altura de la actual cabecera de la Presa del Negratín, y basculó hacia el Oeste, dejando en su brutal arrastre un poso de materiales blandos que se habían ido acumulando en capas a lo largo de los años, como gredas, yesos, arcillas y arenas, sobre todo lo cual se fue acumulando en los siglos posteriores depósitos cuaternarios, formados por los arrastres aluviales, que al sufrir el ataque de unas lluvias que aquel entonces eran torrenciales y muy abundante formaron el actual paisaje abarrancado que integran el actual panorama geológico de la Hoya de Baza, tipo badlans y que es denominado neógeno-cuaternario, por haberse formado de la forma que hemos resumido en estas líneas en estas dos grandes épocas geológicas de nuestra historia natural. Es, por tanto, en estos últimos 10.000 años cuando se genera el característico paisaje de cárcavas y el profundo encajamiento de las ramblas y ríos de la Depresión de Guadix-Baza, hasta adquirir el aspecto que conocemos en la actualidad, localizándose aquí  "el registro sedimentario más continuo de los medios continentales de los últimos siete millones de años de la historia de la Tierra que existe en la Península Ibérica y en toda Europa Occidental" (Julio Aguirre, 2004).

Un fósil viviente de nuestra historia geológica más remota

Algunos vestigios geológicos de este gran lago interior, aún pueden localizarse en los terrenos esteparios de la Hoya o Depresión de Baza, siendo sin duda alguna el más significativo ejemplo de ellos los terrenos que se localizan entre Baza y Benamaurel, en las inmediaciones del Canal de Jabalcón, en los que el agua del gran acuífero que aquí aflora, se acumula y manifiesta ostensiblemente al encontrar las condiciones geológicas idóneas para ello en estos terrenos, ya que el carácter semiendorreico del paraje, la escasa inclinación del terreno y las impermeabilización natural de sus materiales principales (yesos blancos y arcilla, que forman una greda muy moldeable cuando está húmeda y resulta impermeable al agua) contribuyen a la presencia de agua en estos lugares de modo natural, pese a encontrarse en un entorno semiárido.

Panorámica de una de las lagunas del Humedal del Baíco en la primavera del año 2010, cargada de agua, con las cigüeñuelas sobrevolando la laguna y un grupo de limícolas en la orilla alimentándose.
© José Ángel Rodríguez

 Toda la zona de este paraje, a principios del pasado siglo, era mayoritariamente inundable, contando con una lámina de agua más o menos permanente durante todo el año. Su extensión a principios del S. XIX podía estar en torno a las 200-500 has, o ser incluso notoriamente superior. Fue a principios de pasado siglo cuando se llevó a cabo el primer intento histórico, y del que se tenga conocimiento, de desecación de la zona, que se consideraba en aquel entonces un foco insalubre y sin valor agrícola alguno, para lo que se utilizó la ayuda de bueyes de tiro que vinieron desde el norte de España en tren, y con los que se abrieron las primeras zanjas de drenaje dejando reducido el humedal aproximadamente a la mitad de su originaria extensión, levantándose de forma artificial el nivel del suelo y llegando a construirse algunos cortijos dentro de lo que era la originaria zona lagunar, la que quedó muy mermada en su originaria configuración de forma que en el conjunto de la zona quedaron 3 lagunas, una que se emplazaba en la parte más superior del paraje (la zona más próxima al Baíco, en las inmediaciones del lugar por el que en la actualidad discurre el Canal de Jabalcón), que era la de mayor extensión y ocupaba unas 30 has. de zona de inundación y encharcamiento y que era conocida como la Laguna Grande, otra que se emplazaba en una cota ligeramente inferior, en dirección al Río de Baza, que tenía una extensión en torno a las 10 has. y que era conocida como la Laguna Chica y otra localizada en un plano más bajo con respecto a las dos anteriores, más próxima aún a la zona del Río de Baza y que se conocía como La Lagunilla, con unas 2 has de zona inundable y que era la de mayor estacionalidad.

Lo que pasó a ser conocido como Humedal del Baíco, coincidía con la localización que tuvo la llamada Laguna Chica, habiendo desaparecido de forma definitiva la Lagunilla, mientras que toda la zona de la Laguna Grande está actualmente llena de zanjas de drenaje o sangradores, por los que mana el agua de forma abundante a lo largo de todo el año lo que impide que se forme una lámina de agua en el lugar, habiendo quedado en la zona un criptohumedal salino, en el que denomina una vegetación halófila de un alto valor botánico, con muchos elementos endémicos.


Una zona de alto interés paisajístico, también botánico y faunístico

Un juvenil de garza real (Ardea cinerea) se pasea por la zona del Humedal del Baíco, con planta gipsícolas en el primer plano y la cebada de los campos de cultivo, ya dorada, de la zona de fondo.
© José Ángel Rodríguez

 Toda la zona del llamado Humedal del Baíco es de una gran belleza paisajística, aun cuando se vienen produciendo en la zona desde hace años, acrecentado en las últimas fechas, una serie de actuaciones irregulares para evacuar el agua que de forma natural nace abundantemente en este lugar a través de zanjas de drenaje, localmente llamados sangradores, que son vertidos al Río de Baza por las inmediaciones del paraje denominado Cuevas del Rey, lo que impide que se acumule el agua y se formen las bellas laguna esteparias que antes de estas irracionales actuaciones aparecían aquí.

El interés de este singular paraje también es botánico y faunístico. La vegetación climatófila del humedal del Baíco y su entorno, esto es, la vegetación que puede desarrollarse en el territorio dependiendo exclusivamente de la cantidad de agua que recibe mediante las precipitaciones, está marcada por las condiciones semiáridas-secas del territorio y a su vez condicionado por las características edafológicas del suelo, y es por lo que en las lagunas salinas de la Hoya de Baza, la vegetación característica es la integrada por las llamadas comunidades herbáceas halófilas que aparece en depresiones donde se acumula el agua, y al evaporarse se producen fuertes eflorescencias salinas. Entre ellas se encuentran los juncales y herbazales halófilos allí donde el agua es más o menos permanente. Bordeando estas zonas temporalmente encharcadas, se pueden hallar especies endémicas del género Limonium (Limonium majus, L. minus, L. supinum, etc) en tránsito hacia los albadinales.  Las comunidades más halófilas son sin duda los saladares de Quenopoidáceas suculentas y de tallo articulado de Ciustancho-Arthrocnemetum fructicosi, donde dominan Sarcoconia fruticosa y Arthrocnemum macrostachyum. Destacando la presencia de endemismos locales (Guadiciano-Bastetano), béticos, ibéricos e ibéricos-norteafricanos, en claras muestras de su singularidad de este ecosistema como la planta popularmente llamada barrilla articulada (Hammada articulata), muy abundante en la zona, y que se trata de un curioso endemismo del sureste ibérico, que crece en ambientes semiáridos salinos con yesos; el salado blanco (Atriplex halimus) o un amplio número de plantas del genero Salsola (S. webbi, S. oppositifolia, etc.). Como vegetación arbustiva aparece un tarajal, de los que se conservan algunos pies de buen porte en el entorno del saladar, junto a comunidades graminoides de medio y gran tamaño, principalmente carrizo (Phragmites australis) y juncales (Juncus maritimus), comunidad de la que se conservan una muestra muy representativas en el paraje. La única especie arbórea que soporta bien la alta salinidad del agua es el álamo blanco (Populus alba), pudiendo localizar en la zona algunos ejemplares centenarios, de majestuoso porte, como los que aparecen en la primera de las imágenes que ilustran este pequeño reportaje.

Muy singular es también la fauna de invertebrados que aquí se localiza, con varios endemismos locales, como los lepidópteros Euchloe bazae, Caradrina distigma, Coscinia romeii o los coleópteros Longitarsus tunetanus o Scarabaeus puncticollis, adaptados a vivir en las condiciones extremas de vida que soportan estos lugares: alta salinidad, temperaturas muy bajas en invierno y muy altas en verano, con la práctica ausencia de agua dulce.

Ejemplar adulto de sapo de espuela (Pelobates cultripes), una especie de anfibio perfectamente adaptada a los periodos de presencia-ausencia de agua en las lagunas esteparias propias de este ecosistema.© José Ángel Rodríguez

 Aquí se localizan también otras especie de vertebrados muy interesantes como el galápago leproso (Mauremys leprosa) o el sapo de espuela (Pelobates cultripes), aunque lo más llamativo para el observador no especializado es el grupo de las aves, al tratarse de un lugar muy querencioso para las aves, particularmente el grupo de  las acuáticas, con  gran número de limícolas y especies como el chorlitejo, andarríos y archibebes, otras como el archibebe común (Tringa tonatus) o el archibebe claro (T. nebularia), los zarapitos (Numenius  spp.), la aguja colinegra (Limosa limosa), el correlimos común (Calidris alpina), el correlimos menuda (C. minuta), o la avefría europea (Vanellus vanellus), invernantes que acuden al humedal durante la migración. Además del carricero común (Acrocephalus scirpaceus) y algunas aves de la familia Motacillidae, que desarrollan la mayor parte de su actividad en el suelo donde se desplazan caminando o corriendo, como el Bisbita pratense (Anthus pratensis), el Bisbita costero (Anthus spinoletta), y de forma excepcional el bisbita de Richard (Anthus richardi), además de la lavandera boyera (Motacilla flava) y lavandera cascadeña (Motacilla cinerea) y la lavandera blanca (Motacilla alba). Otras especies de acuáticas presentes en la zona, son algunas aves de gran tamaño y aspecto muy llamativo, como la garceta común (Egretta garzetta), la garza imperial (Ardea purpurea), la garcilla cangrejera (Ardeola ralloides) que se pueden ver sedimentados en la zona durante sus movimientos migratorios y consumiendo anfibios e invertebrados.

Cómo llegar a este lugar

Para visitar el lugar donde se localizan el Humedal del Baíco, tomando como punto de referencia y partida la ciudad de Baza,  debemos dirigirnos por la llamada Carretera de Benamaurel  (A-4200) en dirección  a esta población y nos introduciremos por el camino asfaltado que arranca de su margen derecha (dirección a Benamaurel) y como vía de servicio del canal discurre paralelo al Canal de Jabalcón. Esta obra fue muy desafortunada en el tratamiento que dio a este conjunto lagunar, ya que lo dividió, rompiendo la recarga natural que aflora en los terrenos más elevados, de hecho en algunas épocas se aprecia como el agua que mana de forma natural aprovecha alguno de los puentes que lo cruzan y acceder a la parte más baja del humedal.

También son visibles en las inmediaciones del Canal del Jabalcón, a lo largo de la margen izquierda de la vía de servicio que discurre paralela al Canal las numerosas zanjas de drenaje que se han aperturado en este paraje para evacuar el agua que de modo natural allí nace, lo que impide su acumulación natural. Una actuación irracional, que ya hemos denunciado públicamente en anteriores ocasiones, y sin embargo no se hace nada para evitarlo privando a nuestra comarca de lo que puede ser un importante referente cultural, recreativo y turístico.