Relatos y Leyendas de la Sierra de Baza
Aprovechamiento y recolección de las Plantas Aromáticas
Por José Valdivieso Sánchez
© Proyecto Sierra de Baza
Flor del cantueso.
La recolección de plantas aromáticas, con fines culinarios, medicinales o farmacéuticos es una actividad tradicional en la Sierra de Baza que se remonta a los albores de los tiempos y que el autor comenta en estos apuntes.
El uso de las plantas medicinales, aromáticas y productoras de especias se remonta a la antigüedad, donde inicialmente fueron usadas siguiendo el instinto, y más tarde, gracias a los avances de la química, se fue racionalizando su uso y determinando sus propiedades terapéuticas, aromáticas o como condimentos. Podemos decir que la historia del uso de las plantas es tan remota como que su destilación ya se practicaba desde hace miles de años en Asia, y la antigua Babilonia fue una importante fábrica de perfumes, extractos, lociones, aceites, pinturas de labios, etc.
Hoy en día se mantiene el empleo tradicional de muchas plantas medicinales al igual que se usaban en la antigüedad, tradición que se ha mantenido en el tiempo en muchos lugares de la Sierra de Baza, donde su utilizadas con aprovechamiento por sus cualidades aromáticas plantas como el canutero (Lavandula stoechas), la alhucema (Lavandula lanata), la salvia (Salvia lavandulifolia), el romero (Rosmarinus officinalis), entre otras.
Sus principales aplicaciones son apícolas (derivados de la actividad de las abejas como la miel, polen y propoleos), medicinales (con destino a la elaboración de productos farmacéuticos basados en mentol, timol, serpol, trementina y otros) y cosméticas (principalmente destinadas a la elaboración de perfumes).
No sólo nos interesa el poder curativo y otros usos de las plantas, sino también su recolección y más concretamente en la Sierra de Baza.
Su obtención tradicionalmente se viene haciendo mediante la recolección de material espontáneo, que se recoge en el monte para su posterior transporte hasta la ubicación de la caldera de destilación. El modo usual en que suele efectuarse es la siega de las plantas con herramientas de corte,. Se causan daños significativos al ecosistema al eliminar de manera indiscriminada e incontrolada especies que pueden resultar útiles a la fauna para su alimentación, refugio o nidificación. Por otra parte, la pérdida de cobertura vegetal, por insignificante que pueda parecer resulta un grave mal que favorece la erosión de estos terrenos, de terroríficas pendientes, tan frecuentados por azotes desmedidos de pluviometrías torrenciales.
Resulta por tanto necesaria la regulación y dirección de esta recolección al tiempo que el fomento de su cultivo en aquellas parcelas próximas a los núcleos habitados que pudieran albergar otros usos menos rentables. En líneas generales, la recolección debe hacerse segando la parte aérea de la planta (hojas nuevas y tallos florales usualmente) con una hoz de manera que la operación resulta rápida y menos dañina para la planta. Las hojas y tallos viejos se quedan en su estado original, siendo suficiente para la posterior recuperación de la planta, por lo que el aprovechamiento de plantas aromáticas está sometida a normativa legal de amplia cita y muy prolija que vamos a omitir.
En cuanto a la recogida de las plantas aromáticas, destacar como las cuadrillas de recolectores comienzan a trabajar muy temprano, con las primeras luces, y generalmente entregan el producto en la romana al mediodía dedicándose en la tarde a otros menesteres. Los instrumentos empleados en el "monte" son dos: las propias manos y las hoces. El primer caso es el característico de los tomillos (Th. zygis, Th baeticus, Th hyemalis) en la mayor parte de Almería y algunas zonas de Jaén, mientras que en sierras granadinas y algunas localidades del norte de Sierra de Filabres es segado. Al igual que en la siega, son ignoradas las plantas pequeñas.
En la siega de tomillo, alhucema, salvia y romero son empleadas hoces de tamaño medio a pequeño que se deterioran con rapidez, consumiéndose hasta tres en una misma temporada. La técnica es semejante para todas las matas, depositando lo segado entre el brazo y el costado derecho. Desde el momento de la recolección el problema a resolver es el gran volumen de material a desplazar hasta los caminos y pistas donde se encuentran las bestias antes y los vehículos ahora o como ha sido práctica hasta hace poco en nuestra Sierra, conducir con el vehículo, normalmente un todo terreno con remolque, abriendo caminos campo a través, con lo que ello conlleva de destrucción en el monte. Recuerdo esto porque en Medina y Carrillo era de lo más habitual hace unos 5 ó 6 años el ver a estos vehículos por el monte, haciendo caso omiso a las advertencias que se les hacían.
Los sistemas de empaquetado tradicionalmente empleados son: Haces, "mallas" y "jarpiles".
Los haces se emplean con la alhucema ( Lavandula latifolia ) y los tomillos arrancados, alternando las orientaciones de los manojos de espigas o raíces de plantas hasta formar voluminosos fardos de 25 – 40 kg que se cargan a espalda tras atarlos con una simple cuerda de rafia o incluso de esparto, elaborada in situ. La habilidad en esta práctica y en elegir los itinerarios de recolección en el monte tienen mayor relación con sus rendimientos que la propia rapidez en el arranque o siega.
Por "malla" se conoce a una soga gruesa continua, de cáñamo u otros materiales, una parte de la cual esté entretejida a forma de red por otra cuerda más fina, a la que se fijan varias horquillas de madera dura o metal. Sobre la red extendida se depositan los fardos de la planta recolectada que es finalmente prensada al pasar al extremo libre de la soga por las horquillas.
Los "jarpiles" son propios de las Sierras de Baza, Filabres , Los Vélez y Huéscar, a caballo entre Granada y Almería, siendo utilizados para la recolección de tomillos, salvia y romero. Consisten en una red de cuerdas a modo de saco muy abierto con una boca con enganches. Al pasar por ellos el extremo libre de la cuerda y prensar la carga, esta abertura se cierra y la red comprime el contenido. Son realizados de forma artesanal por los propios recolectores o el romanero, y ello está en relación directa con el material empleado: gruesas y pesadas sogas de cáñamo en el primer caso y livianas trenzas de rafia en el segundo. Su capacidad de carga depende de la longitud total de cuerda utilizada (jarpiles y jarpilillos) y de la mata recolectada, alcanzándose los ochenta kg. si la mata está bien "vestía" de hoja verde.
La planta ahora debe ser transportada al punto donde se encuentra la romana o caldera, y es en este punto, los vehículos empleados, donde se aprecian mayores diferencias con los relatos acerca de la época recordada como de mayor auge de la actividad, los años cincuenta y sesenta. Los vehículos de tracción a cuatro ruedas y la construcción de una densa red de caminos forestales en los últimos años ha hecho que en la actualidad los radios de acción y superficies explotadas tengan poco que ver con los de antaño. Como unidad se emplea el kg., pero hasta hace muy poco era aún utilizada la arroba, que curiosamente parecía contentar en mayor medida a ambas partes, recolectores y romaneros. Actualmente podemos ver cómo se efectúa toda la operación de descarga, peso, etc. en Caniles, en la empresa que ha montado un vecino de esta localidad: Antonio Sánchez, apodado “ El Gallo”, a la salida de esta localidad para la Sierra. La empresa se llama “ Plantas aromáticas Antonio Sánchez” y es en el mes de Abril cuando comienza el trabajo duro. Según palabras de este empresario “ recogemos todo lo que huele” ( tomillo, romero, salvia, mejorana, garranchuelo...). El destino final de lo recogido se destina a perfumes, condimentos, medicina, artículos de limpieza... y lo elaboran de 2 maneras: Una, secando las plantas y a continuación criban las hojas para venderlas, y la otra forma es destilándolas para hacer colonias, etc. Venden al por mayor bidones de 200 litros, además de las hojas.
Nos han contado que en la Sierra de Baza existen planes de aprovechamientos, por los que les asignan una zona cada año para que de esta forma no se arrase con las plantaciones existentes en un terreno determinado, posibilitando ir rotando año tras año la superficie de aprovechamiento, aunque tienen plantaciones de unas determinadas variedades para abaratar los costes.
Tradicionalmente las romanas comenzaban a pesar a primeros de agosto, prolongándose la recolección durante el mes en función del estado de la planta, consecuencia del año climatológico. Las técnicas y terminología de su recolección es la propia de la cultura del cereal: se van formando "manás", las espigas que caben en la mano, que serán "arrodeás" cuando a los rabos de las últimas espigas se les hace anudar al resto. Siempre quedan tres dedos libres para seguir segando. Estas "manás" pueden encadenarse y ser arrastradas, cruzándolas finalmente y dejándolas sobre matas o sitios bien visibles. Con cuatro o cinco montones de estos se hará un "brazao" y con dos o tres de estos últimos un haz, "jaz" o "gambuyo", de unos 40-60 kg., a transportar a la romana.
Las cifras medias de su recolección eran de 120-180 kg./persona, aunque hoy es menor al estar la planta envejecida, con tallos muy leñosos y poca hoja, destilándose cantidades moderadas a partir de planta silvestre y viejos cultivos. En plantaciones pueden alcanzarse los 400 kg/jornal Estas técnicas sólo son dominadas en la actualidad por personas de edad, y a pesar del alza de los precios en los últimos dos años es opinión generalizada que la gente joven no sabe coger plantas aromáticas.