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Edición Mensual - Año XXVI | Nº 305 - Noviembre 2024

SECCIONES

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Relatos y Leyendas de la Sierra de Baza

El reparto de la Sierra de Baza de 1523


Por José Sánchez García

 

© Proyecto Sierra de Baza
Paraje de la Sierra de Baza 

Tras la Conquista Cristina de Baza en el año 1489, se procedió al reparto de la Sierra de Baza, en este relato se reconstruye este episodio de nuestra historia. 

En el clásico libro sobre Baza de Don Luis Magaña podemos leer:

"Tranquilos ya los ánimos, después de tantas guerras y desgracias, inicióse en la ciudad de Baza una era de verdadero esplendor a lo que contribuyó grandemente una nueva e importante fuente de riqueza que le fue concedida. Nos referimos a la autorización que Carlos V dio a esta ciudad para repartir entre los vecinos de ella las extensas y entonces improductivos posesiones de la sierra, que en reparto hecho por los Reyes Católicos habíanse dejado como realengas".

Hecha al Emperador la súplica e informaciones necesarias, expidió una Real Cédula, de fecha 30 de Septiembre de 1523, en la que entre otras cosas, dispone que "vista la necesidad que los vecinos desa dicha çibdad tenían de tierras en que labrar por pan e el provecho e utilidad que se les seguiría de romper y desmontar la dicha sierra para labranza del pan, y el daño y perjuicio que se seguía a los que tienen ganados, por no tener donde pastar, por ser criar en la dicha sierra muchos lobos e otros animales que hacen daño en los dichos ganados, nos suplicasteis y pedísteis por merced mandásemos dar licencia para que los vecinos desa dicha çibdad pudiesen romper y desmontar la dicha sierra e la repartiesen entre sí, según las otras tierras se habían repartido cuando la dicha çibdad se ganó de moros, pues de ello se seguiría gran utilidad y a Nos servicio. Lo cual visto e platicado por los del nuestro Consejo fue acordado que debíamos mandar dar esta nuestra Carta en la dicha razón, e Nos tuvimoslo por bien; por lo cual, para vos facer bien e merced, damos licencia al que es o fuere nuestro Corregidor o Juez de residencia desa çibdad, con su Alcalde en el ducho oficio, para que él y los regidores e jurados della puedan repartir e repartan entre los vecinos desa çibdad, e no extranjeros, la dicha sierra como vieren que más conviene a nuestro servicio e al provecho e utilidad desa çibdad e vecinos della."

Para el cumplimiento de esta soberana disposición, una de las primeras medidas tomadas fue la de confeccionar el padrón de todos los vecinos de Baza, exclusión de los moriscos; padrón curiosísimo y completo, y tal vez el primero hecho en esta ciudad después de su reconquista. Vemos por él que, ya en aquella época, aun después de la sangría ocasionada en su vecindad por las guerras y epidemias que en años anteriores asolaron esta comarca, Baza era una ciudad populosa, relativamente más que ahora si atendemos a que entonces no había, como hoy, grandes núcleos de población.

De dicho Padrón resulta que en el año 1523 había en la Parroquia Mayor 482 vecinos; en la de San Juan, 51 y en la de Santiago, 369, esto es, un total de 902 vecinos cristianos; añádase a este número otro igual de moriscos (pues tenemos datos para asegurar que en aquel tiempo la mitad de la población era de procedencia árabe) y se tendrá un total de 1.800 vecinos.

Hecho el Padrón, procedióse a la medición de la sierra, operación laboriosa de la que se encargó un tal Lezana, traído de Jaén, con asistencia del Regidor Francisco de Peralta y el Jurado Francisco Ruiz, quienes dieron comienzo el día 3 de junio de 1524, resultando de la medida y deslinde 6.398 fanegas, como consta en la certificación dada por el medidor, en la que observamos (y aquí ponemos como nota curiosa) que ya en aquel tiempo se usaban en la designación de los diversos parajes de la sierra, la mayoría de los nombres que hoy se utilizan, tales como La Cerrada, Peñón de Monzón, Hoya del Espino, Cañada Larga, Nogueruela, Calarejos, Hornillo, Hoya del Tajón, Royo y Poyo de la Tejera, Balsillas, Fuente del Pino, Puerto de Palomo, y otros muchos a este tenor.

Tomadas estas prevenciones hízose el reparto al modo que en tiempos de los Reyes Católicos se distribuyeron en heredades; esto es, nombrando cuadrilleros que tuviesen cargo de los que a cada decenario pertenecían. Los decenarios formados fueron 63, correspondiendo a cada uno 100 fanegas y distribuyéndose las 98 sobrantes entre los que, por haberle tocado en suerte una porción de mala calidad, hállanse, en cierto modo, perjudicados.

El 6 de Septiembre de 1525 se dieron por terminadas todas las operaciones.

No cabe duda de que nuestra sierra había sido ya explotada y conocida en tiempos anteriores a la Conquista Cristiana de 1489 por los Reyes Católicos. Lo atestiguan más que nada los topónimos moriscos de Orribalí, Beneroso, Benajara, Benacebada.... entre otros, que nos dan claros indicios de la presencia árabe en la sierra.

Después de la conquista, la sierra no entró en el reparto que se hizo de las huertas y cercados, junto con las casas, entre los caballeros principales y tropa.

Así es que, andando el tiempo, unos y otros pusieron sus ojos en los que había quedado como un bien realengo al servicio de la Marina Real.

La necesidad de leñas y carbón, imprescindibles para la supervivencia, maderas para la construcción de iglesias, conventos, edificios públicos y viviendas; la extensión de la ganadería, con la presencia de lobos que les incordiaban y el laboreo de tierras de nueva roturación que transformarían el monte bajo y encinar en la conocida como "tierra de pan llevar" fueron motivos más que poderosos para que la Corona de Castilla cediese a las continuas presiones del Cabildo y pueblo de Baza y que finalmente se consiguiese la Real Cédula citada del Emperador.

Pero, una vez realizado el reparto tan deseado, parece ser que no dio los frutos prometidos, ni fue tan social su beneficio. Seguro que muchas criaturas no llegarían a enterarse de cual era su "suerte" de Sierra. Y esto iría en beneficio de los avispados de siempre que empezarían a formar las extensas propiedades que surgieron en los siglos posteriores.