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Edición Mensual - Año XXVII | Nº 298 - Abril 2024

SECCIONES

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Relatos y Leyendas de la Sierra de Baza

Jerónimo el lobero


Por José Sánchez García 

 

© Proyecto Sierra de Baza
Barranco Lobero, al que dejó su nombre el personaje de esta historia, con las terrazas de cultivo abancaladas en sus laderas. 

El curioso personaje del que vamos a ocuparnos en este relato vivió a finales del S. XIX y principios del S. XX en la Sierra de Baza, en la zona de Benacebada. Este relato ha sido posible reconstruirlo por el testimonio de personas y vecinos contemporáneos suyos, que lo han transmitido oralmente a sus descendientes, los que nos han asegurado la efectiva realidad de estos poderes sobrenaturales del Tío Jerónimo, para transformarse en hombre lobo, bien él, o los pequeños hijos, que a modo de lobeznos, le acompañaban a todas partes cuando mendigaba por los cortijos y aldeas de la zona. 

Se cuenta, y era además creencia ciega entre los vecinos de la zona de Benacebada y Los Cortijillos de hace unos cien años, que el Tío Jerónimo vivía solo con dos hijos de corta edad que sacaba adelante el solo. Nunca se supo que tuviera mujer. Tampoco nadie de por aquellos tiempos asegura haberle visto trabajar ni arrear la tierra o hacienda alguna que le diera lo básico y elemental para el sustento. Sí se contaba que era alimañero. El lobero, de nombre Jerónimo, vivía a costa de los demás, y de él se contaba que poseía la facultad de convertir a placer a los hijos, sus retoños, en feroces lobeznos que destrozaban el ganado o enseres del primer paisano que cayera en desgracia del astuto alimañero. 

Si durante el día El Lobero pasaba por casa de algún vecino y veía, valga el ejemplo, una soga caprichosa hecha a crineja, por manos expertas, si Jerónimo reparaba en ellas y las celebraba, al punto había que ofrecerle al menos una, si el desgraciado vecino no quería encontrar a otra mañana degollado, en extrañas circunstancias, algún animal doméstico. Si pasaba El Lobero por algún huerto donde se recogían las patatas y las celebraba, ya se cuidaba pronto el infeliz hortelano, de darle una espuerta o incluso un saco, por miedo a caer en desgracia. El Tío Jerónimo “El Lobero”, con sus artimañas tenía en vilo a la numerosa población de Benacebada de aquellos tiempos antiguos que a la luz del candil escuchaban las mil y una “lobadas” que se contaban sobre sus poderes ocultos. 

Hasta tal punto llegaba la capacidad sugestionadora de El Lobero sobre los paisanos que en cierta ocasión alguien dio por perdida, se cuenta que por la zona de la Boca de los Barrancos, en el Barranco de la Tía (puede verse mapa de la Ruta nº 4), una hermosa pollina, que al parecer se despistó de la burra madre. Caía la noche y la búsqueda de la tierna rucia se hizo imposible. El afligido benajaro acudió en última instancia al Lobero, para que la protegiese de un mal fin durante la noche y poder continuar las pesquisas al alba siguiente. El Jerónimo prometió que el asno sería respetado de lobos. A la mañana siguiente, ante numerosos testigos, apareció la burrica custodiada por dos lobeznos, cuentan que eran los retoños del hechicero, sin señales del más mínimo rasguño. 

Cuentan que en una noche oscura falleció “El Lobero” y a partir de su muerte nadie más tuvo referencia alguna de ninguno de los hijos. Considerándose por los serranos que lo conocieron que la muerte del padre bien pudo cogerles en estado lobuno, y muerto el encantador les fue imposible volver al estado de mozuelos. 

La historia, real o no era tenida por cierta a pies juntillas y circulaba de boca en boca como comidilla que nadie se atrevía a poner en duda. Mi parecer es que sobre la base real de un personaje vecino, que seguro que se buscó la vida matando lobos, de aquí lo de Lobero, la imaginación popular alimentó esta metamorfosis de los hijos. A mí me recuerda el pasaje cervantino del cuento del rebuzno, aunque con un final feliz: la aparición  de la jumenta custodiada de lobos en lugar de devorada como aquella otra. La localización temporal de este relato en la época en que desapareció el lobo de la Sierra de Baza, así como el miedo cerval que siempre se tuvo a este depredador, por el castigo que suponía para el ganado, base del sustento y principal fuente de la riqueza serrana. De este personaje ha quedado el recuerdo toponímico y con su nombre es conocido un barranco de esta sierra como Barranco Lobero, que se localiza en uno de los parajes más bellos de la Sierra de Baza, entre Benacebada y Los Cortijillos, en un terreno abancalado, que denota el pretérito uso que las exquisitas manos de los agricultores serranos hicieron de esta Sierra.