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Edición Mensual - Año XXVI | Nº 306 - Diciembre 2024

SECCIONES

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Relatos y Leyendas de la Sierra de Baza

La caza de la Perdiz con reclamo


Por José Valdivieso Sánchez

© Andrés García-Granados López de Hierro
Perdices en la Sierra de Baza
Para oír el canto de la perdiz pulsa sobre la imagen

En el relato se contienen unos interesantes apuntes históricos sobre esta modalidad de caza, las características de su práctica y su ejercicio  en la Sierra de Baza, como actividad tradicional que cuenta con mucha afición. Estando próximo el inicio de una modalidad de caza muy apreciada en nuestra zona como es la del pájaro de perdiz, también llamada “Al puesto “ o en otras zonas “ cuchicheo”, “ cuco”, etc. es una modalidad cinegética catalogada como tradicional, por ello los conocimientos adquiridos por nuestros antepasados jauleros se han ido trasmitiendo de padres a hijos.

Para hacernos una idea de lo que es la caza, tenemos que remontarnos a la antigüedad. La caza, tanto de animales de pelo como de pluma, es una de las prácticas más antiguas que ha realizado el hombre para subsistir, aunque ahora se entiende con otra filosofía. 

Historia Antigua: Una de las formas más antiguas que tiene el hombre de conseguir alimento, la caza se practica desde el principio de los tiempos, cuando los animales salvajes proveían a los hombres de carne para comer, además de pieles para vestirse. El hombre cazaba ya en el Paleolítico y se cree en épocas glaciares sobrevivió gracias a ella. Así en Grecia, se considera que los griegos fueron grandes cazadores. De modo que mientras en la Grecia central se dedicaban a cazar los pocos leones que aún quedaban, en la septentrional lo hacían con las panteras. Pero además de animales tan exóticos, también se cazaban otros que resultan algo más cercanos a nuestros tiempos como son la liebre y el jabalí. La primera, cazada con arco y flechas, se aderezaba, parece ser, con aceite, cominos, tomillo, cebolletas y orégano, como también se cazaba la perdiz, una especie muy próxima a la autóctona ibérica, aunque distinta, conocida como perdiz griega. Durante la Edad Media es cuando la caza tiene uno de sus mejores momentos. En las cortes borgoñesas era costumbre hacer el voto del faisán, una tradición que consistía en que un caballero, antes de trinchar y repartir el animal cazado, hacía promesas de hazañas (generalmente relacionadas con la guerra) ante los presentes que participaban del agasajo. Aun cuando la primera referencias históricas acerca de la práctica de la caza del pájaro de perdiz, se encuentra en el siglo VI a. C. donde aparece en una de las fábulas de Esopo (620 y el 560 a. C.), concretamente en la de “El Pajarero y la Perdiz” en la que se contiene una alusión a la existencia de una perdiz utilizada como reclamo. 

Posiblemente cuando se comprobó que el canto de las perdices enjauladas atraía a sus congéneres salvajes hizo posible el nacimiento, hace siglos, de esta apasionante modalidad de caza. Lógicamente las “armas utilizadas” para su captura serían las propias del momento, como podrían ser piedras, redes u otros artilugios rústicos y primitivos, no descartando también el arco y las flechas (incluso hoy día un buen tirador de flechas, acierta al blanco a la distancia a la que se ponen las perdices en el tanto). 

Con el paso de los años la esencia, es en el fondo la misma, de esta forma de cazar, ha permanecido inalterable, eso sí han evolucionado y aparecido accesorios nuevos en su práctica. 

A los aficionados que practicamos esta modalidad de caza se nos conoce con distintos nombres como pajareros, jauleros, perdigoneros, reclamistas, etc. y así dependiendo de la zona de España donde nos encontremos adquirirá una u otra denominación.

Han tenido que transcurrir muchos años de incomprensión, por parte de los legisladores de turno, para que esta modalidad se legalizara, aun cuando hoy en día siguen abiertas las polémicas sobre esta modalidad de caza entre partidarios y detractores.

Fue en el año 1970 cuando vio por fin la luz la ley que regulaba su práctica. En este sentido, a partir de esta fecha existen varias comunidades en España donde se practica, de forma legal, esta bella modalidad venatoria, siempre con las lógicas restricciones que aparecen en las órdenes de veda o leyes propias de cada una de ellas, donde viene regulada toda la normativa aplicable para su práctica. 

La perdiz roja autóctona (Alectoris rufa), como toda gallinácea, atraviesa a la largo del año por una fase de celo previa al apareamiento y posterior nidificación. Todo comienza cuando en el bando de perdices se inicia la separación del clan familiar en pares o parejas. 

Esta separación no tiene nada de dulce ni de romántica, pues el sistema de elección que tienen los machos para elegir su hembra se caracteriza por peleas entre ellos que van desde aletazos, picotazos, agarrones y un sin fin de muestras guerreras. Esta fase se conoce con el nombre de picadilla, debido a las luchas que mantienen entre ellos. 

Estas parejas recién formadas eligen un territorio, más o menos amplio, donde realizaran posteriormente el nido y sacaran, llegado su momento, a su prole. Este terreno ocupado se denomina querencia. Siendo la perdiz un ave extremadamente territorial, defenderá con gran arrojo y valentía sus dominios, y así ante la menor señal que detecte de encontrarse con algún intruso en “su casa” acudirán presurosos a castigar al invasor del terreno ocupado para desalojarlo de forma inmediata.

Es precisamente aquí donde se basa la caza de la perdiz con reclamo, en colocar un macho enjaulado en el campo que por medio de sus cantos y sonidos intente atraer a su presencia a aquellas perdices que estén a su escucha.

Los recursos sonoros del macho enjaulado o reclamo para lograr sus objetivos son muchos, la importancia de conocerlos, el saber interpretarlos y así mismo el poder distinguirlos por el aficionado es de gran importancia. 

El reclamo dispone como decimos de un variado repertorio musical que emplea en su “guerra dialéctica” con sus congéneres salvajes y así tenemos: reclamar, dar piñonazos, la embuchada, aguileo, regaño, ajeo, titeo, chirrido o rebote, dar de pie, rinreo y así hasta un total de 21 recursos sonoros que emite (según los estudiosos de esta especie) siempre adaptándolos al estado de celo del campero. 

Para su práctica es necesario conocer el escenario donde se va a desarrollar el lance que se compone básicamente del puesto (habitáculo donde el cazador se oculta para observar el trabajo de su reclamo y desde donde dispara a la perdiz entrante) el repostero, pulpitillo o tanto (es el lugar donde se coloca el reclamo para que por medio de sus cantos pueda provocar a los machos y camelar a las hembras) y por último la plaza o tiradero (lugar que circunda el tanto).
Existe una norma invariable en esta modalidad de caza consistente en tirar solo a la perdiz salvaje que se encuentre en plaza y que además haya sido recibida por el reclamo, pudiendo hacer de esta forma que el pájaro que ha sido bueno, deje de serlo a raíz de tirar mal una perdiz. Cuando no se dan esta premisas lo que procede es indultar y dejar marchar a la perdiz entrante, ya que según el código no escrito de esta modalidad de caza sólo se es buen cazador de pájaro cuando matas a una perdiz que “entra al pájaro”, determinando así el buen cazador del que sólo busca “carne”, acechando perdices en lugar de saborear el puesto en toda su plenitud. Además está mal visto entre los cazadores de pájaro el ir a  un puesto con varios pájaros. Si no canta uno, colocan otro, no dando oportunidad a que vea los de campo, o que tarde más en salir cantando. 

Una jornada de perdiz con reclamo comienza con la elección de la plaza, zona donde se cree pueden estar aquerenciadas las perdices, posteriormente se han de preparar el puesto, tollo, y el tanto, tango o pulpitillo. El tollo es el puesto en el que deberá esperar el cazador a la entrada de las perdices a la plaza, debe estar bien orientado y camuflado a la perfección, ha ser posible valiéndose de ramas y vegetación propia del entorno elegido, la tronera, hueco por el que se vigila la plaza y se dispara deberá ser del tamaño suficiente para ver y no ser vistos. El tanto, tango o pulpitillo es el soporte sobre el que se coloca la jaula con el reclamo, debe estar entre 15 y 20 pasos de distancia respecto al puesto y la jaula a un metro del suelo aproximadamente y bien calzada con piedras, para cuando el pájaro de la jaula se mueva, no se caiga o si entra un zorro, perro... no lo tire a la primera embestida. Es importante que la plaza esté limpia de piedras donde pudieran rebotar los perdigones y herir al reclamo. No ha sido la primer vez que al disparar al de campo, un plomo rebotado acaba con la vida del de la jaula. He visto como hombres hechos y derechos llegaban del puesto llorando por haber matado a su mejor pájaro accidentalmente, haciendo todos los honores en su entierro y recordando los mejores lances del mismo. 

            Los puestos que se dan en esta zona son los de: 

  • Alba (hay que estar metido en el puesto antes de ser de día, para que las perdices de campo no te vean meterte. Es uno de los que más se disfrutan ya que es cuando las de campo más cantan  y es cuando normalmente se sacan los pollos – perdices de jaula aún sin probar – para ver lo que hacen al oír al monte)

  • Sol normalmente va desde las 10 ( Existe un dicho que es que “ A las 10 en el puesto estés), hasta las 12 más o menos. En este puesto se suele subir a los cerros más altos, buscando que tu pájaro sea oido lo más posible, aprovechando que las de campo suben al monte después de comer.

  • Tarde, que suele empezar a las 4 de la tarde, hasta las 6  más o menos. Siempre, la duración depende de si tienes perdices cerca o no oyes nada.

La pasión que se derrocha en esta modalidad de caza es grande y así los cuidados, atenciones, desvelos y mimos que se prodigan a los reclamos son permanentes todo el año y no solamente en la época de caza. De hecho somos los aficionados al reclamo los que posiblemente cuidemos mejor a las perdices dado el trato preferente que les dispensamos los 365 días del año.

Es muy difícil conseguir un reclamo catalogado como bueno y las pocas veces que se consigue es a base de largos años de enseñanza, de paciencia, de muchas sentadas y de contar con algo de experiencia, no descartando la suerte, ya que muchos pájaros buenos se han hecho cuando le han venido perdices sin que cantara y al verlas,  las ha recibido bien y se las tiras a pié de tanto. En esta caza lo más importante es la calidad de los trabajos efectuados por los reclamos en el tanto, mucho más que el número de perdices abatidas, que suele ser mínimo cuando acaba la temporada. Además hay que tener en cuenta que matando la perdiz “al volateo”, muchas se van heridas y acaban muriendo, cosa que no sucede con esta modalidad de caza, ya que las que se van son la minoría, además de que entran pocas a los tantos, y más si el celo es bastante malo como ha pasado este año. 

Los conocimientos que tiene que tener el aficionado al reclamo para practicar esta modalidad son muchos y así tenemos: las costumbres de la patirroja, conocer con detalle y saber interpretar todos sus cantos y sonidos, saber cuidar a sus reclamos todo el año aportándole una alimentación equilibrada, elección de los distintos emplazamientos de los puestos y un sin fin de detalles y elementos adicionales como que cuando tienes las perdices cerca, no te cante el de la jaula, te entre un zorro, perro , águila, la Guardia Civil, un compañero que te “ espanta” la caza, hace demasiado viento, el de la jaula no recibe a las de monte, etc. que hacen posible que se eleve a la categoría de ARTE esta fascinante modalidad de caza. 

Como hemos visto el matar es lo de menos para un buen cazador de pájaro, por lo que tenemos que centrarnos en los preparativos de todo el año con las perdices de jaula, ver donde vas a hacer el puesto, hacerlo (aunque hoy día existen los puestos portátiles, carecen del sabor de hacer un buen puesto después de subir un cerro  y apilar piedras y ramas tapando todos los agujeros por los que  te puedan ver las muy desconfiadas perdices), también es de vital importancia para un buen cazador el ambiente durante la caza con unos buenos amigos y compañeros de cacerías a los que contar las anécdotas junto a una buena lumbre y copiosa comida, aunque no hay que fiarse mucho de lo que se cuenta, ya que nadie dice que en tal sitio hay una perdiz que canta, ya que te la pueden matar antes que tú. De ahí el dicho de “Cazadores, sastres y zapateros, los más embusteros”. A este ambiente es al que nos vamos a referir  en este relato, siempre según la experiencia de un buen cazador de toda la vida: José Valdivieso Ramón, dueño de la Churrería de los Caños Dorados de Baza, lugar desde siempre dedicado a punto de reunión de los cazadores de Baza tanto al amanecer como al atardecer para contar historias relacionadas con la caza. Actualmente este local ya no existe como tal debido a su merecida jubilación, pero ha existido desde que su padre lo tuviera. 

Precisamente su padre, José Valdivieso Martínez, era un asiduo cazador de pájaro, que como buen amante de esta caza, se juntaba con los amigos con los que iba a cazar, para preparar el hato, entonces cada cual aportaba lo que tenía en su casa, solía ser ( vino, anís, naranjas, caramelos para los niños de los cortijeros, todos los embutidos y carnes de la mantanza, bacalao, arroz, fideos, panes grandes que se metían en orzas para que aguantaran más ( cuando estaba algo duro, se calentaba con un palo en la lumbre y se podía comer como recién hecho). 

Nos cuenta el protagonista que en los primeros días de celo del pájaro, se cazaba la zona baja de la Sierra de Baza (Llano de la Cueva, Cortijo de Santa Olalla, Medina, Carrillo), subiendo los cazaderos a medida que la nieve se despejaba de las cumbres (Narváez, Casimiro, Las Canalejas, Los Prados del Rey, el cortijo del Pollo de la Tejera, Los Perdigones Altos, Tablas....) Iban los cazadores turnándose de cortijo en cortijo según la época de la que se tratara. 

Todos los cortijeros querían que cazaras en su zona, porque bebían y comían cosas que no comían el resto del año y los divertías con tus historias y ocurrencias. Por ejemplo, en los Perdigones altos, vivía Antonio el Blanquito y cuando un año fueron Juan Antonio Plaza y José Valdivieso Martínez a cazar, subieron un  aparato de radio con 2 baterías muy grandes, se necesitaba una bestia para subir la radio y las pilas, también subieron un “petromán” de petróleo ( era una lámpara que daba una luz muy buena), que al verlo los cortijeros se maravillaron al ver la luz que daba. En la radio se oía a Antonio Molina cuando empezaba ( Año 1948- 49), además de las figuras del cante de aquellos años. Esto servía de excusa para organizar bailes, fiestas de todo tipo, además de recurso educativo, ya que la maestra de Tablas con los niños de la escuela subían a oír la radio por la noche ya que los niños trabajaban durante el día e iban a la escuela al acabar sus trabajos diarios ( cuidar pavos, gallinas, cerdos, trabajar en el campo, en la casa...). 

Como vemos, era otra forma de ver la vida y la caza, cuando no existían los caminos ni los coches sino bestias y veredas, tardando días en llegar al destino, sólo los que de verdad les gustaba y se lo podían permitir, cazaban. Aprovechaban también el camino de ida y el de vuelta para cazar. Me contaba un conocido forestal que cuando iba con su caballo y se echaba la escopeta a la cara para disparar, el animal bajaba su cabeza porque en alguna ocasión le pasaron los plomos cerca. Eso sí, cuando disparaban, se aseguraban bien de que con el disparo, caerían tres o cuatro o cuantas más perdices, palomas, liebres, conejos.... mejor, ya que los cartuchos eran muy caros y se solían recargar. 

Hoy día se siguen ocupando cortijos con grupos de amigos para disfrutar unos días de caza, de convivencias y tertulias al calor del fuego. Es el caso de los cortijos de “ La Loma”, “ Las Balsillas”, “ El Puntal”, entre otros, que a la vez de servir de refugios, están habitados y reformados, evitando su progresivo deterioro. 

Vocabulario relacionado con la caza de perdiz con reclamo

Por señalar algunas de las más conocidas, o usadas, en nuestras frecuentes conversaciones, o necesarias tertulias, estarían las siguientes:

- Pajarero: Cazador del reclamo también denominado jaulero, cuquillero, reclamista y perdigonero, entre otras.
- Bandera: Reclamo superior…. sueño de todo pajarero.
- Mochuelo: Perdiz macho que no sirve como reclamo. Maula. Cuando no dice ni pio.
- Recibir: Utilización de registros sonoros en la recepción de las camperas.
- Reclamo, Dar de pié: distintas melodías de la perdiz macho. La hembra no da de pié, sólo reclama
- Plaza: Lugar destinado para efectuar el disparo a la perdiz entrante.
- Salida: Comienzo del trabajo del reclamo en el tanto.
- Tanto: Lugar donde se ubica el reclamo, llamado también repostero, tanto, pulpitillo….
- Lance: Cada una de las partes o fases de la duración del puesto.
- Puesto: Habitáculo donde se oculta el cazador del reclamo.
- Igualones: Cuando los pollos de las perdices llegan, en su proceso madurativo, al tamaño de la perdiz hembra.
- Piquera: abertura de la jaula o terrero por donde la perdiz saca la cabeza para comer.
- Sayuela: Denominado también camisilla, capillo. Funda que cubre la jaula durante su transporte al cazadero, ya que si no fuera así, saltaría demasiado.
- Terrero: Lugar destinado al reclamo para que efectúe su proceso de muda, con tierra.
…….Y así bastantes más palabras o expresiones distintas, dependiendo de cada zona.