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Edición Mensual - Año XXVII | Nº 298 - Abril 2024

SECCIONES

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Relatos y Leyendas de la Sierra de Baza

Mi vida en Rejano


Por Remedios Lozano

© Proyecto Sierra de Baza
Matanza del cerdo en Rejano
Relato de una alumna de la Sección de Educación Permanente “Casa del Agua” de Caniles, en el que nos cuenta su vida en Rejano, un anejo de Caniles que se emplaza en el actual Parque Natural Sierra de Baza, en los años “70” del pasado siglo. 

Cuando tenía 14 años, vivía en Rejano, un anejo de Caniles. Vivía con mis padres y mis 4 hermanos (los 2 mayores, casados y los otros 2 solteros). 

Trabajábamos en el campo segando, plantando pinos, guardando las ovejas, y en general, llevando a cabo todas las labores de un cortijo. 

También ayudábamos a mi padre a hacer pozos, porque mi padre, sabía donde estaba el agua debajo de la tierra, y lo sabía a través de una varilla con forma de “Y“ la que cuando llegaba al sitio donde había agua, se levantaba y movía, y lo hacía con fuerza que hasta le poníamos piedras, y las lanzaba. Después cavábamos 15 ó 20 metros, mi padre, con un pico y mi hermano y yo, sacábamos la tierra por medio de un torno. Cuando estaba hecho el pozo, mi padre ponía unos anillos de cemento y los rellenábamos de hormigón y al día siguiente quitábamos los anillos y se quedaba el pozo hecho. 

A mi padre le gustaba sacarnos por la noche porque nosotros nos juntábamos todos los amigos a bailar cada día en una casa y de esta manera, nos divertíamos mucho. 

No nos dejaban ir solas y las personas mayores se sentaban todos alrededor de donde estábamos bailando, y las viejas se ponían a cotillear. 

No teníamos luz eléctrica y nos alumbrábamos con una bombona de camping gas. Tampoco teníamos televisión. En estas fechas en todo Rejano solo había una sola televisión con batería, y allí nos juntábamos todos los vecinos a ver los toros y a la misma vez, desgranábamos panizo. 

Mis padres, mataban 5 marranos y hacíamos morcilla, chorizos y salchichón para comer todo el año. En la matanza nos juntábamos con muchos los vecinos,  que venían a ayudarnos y a comer. Los niños echábamos la olla y nos ponían una morcilla y un pan. 

En la Navidad nos juntábamos para divertirnos  y pedir el “aguilando” de casa en casa. 

Bueno, hemos trabajado mucho en Rejano, aunque también nos hemos divertido.

Por último, me casé y me vine a vivir a Caniles. Donde ahora (enero de 2007) mis padres, que tienen 80 años, viven con nosotros, pero no conocen ya a nadie. Así que tanto trabajar para luego, todo acaba en nada.