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Edición Mensual - Año XXVII | Nº 297 - Marzo 2024

FICHAS

imagen de decoración

Ranita meridional (Hyla meridionalis, Boettger, 1874)

Fichas de Anfibios

Orden Anura, anfibios sin cola (ranas y sapos):

Familia Hylidae:

Ranita meridional (Hyla meridionalis, Boettger, 1874)


© Por Juan Ramón Fernández-Cardenete, Luis García-Cardenete y Eduardo Escoriza, (AHG).

La última especie por tratar dentro de los anfibios granadinos es la única que presenta hábitos arborícolas. Se trata de la ranita meridional, un anuro bastante peculiar en comparación con las otras especies con las que convive en la provincia. El rasgo que más llama la atención son sus vivos colores, verde, anaranjado, blanco y negro, y si además se la halla sobre una planta, la sorpresa está servida: inmediatamente nos recordará a las ranas tropicales, con las que posee un gran parentesco. Igualmente, cuando escuchamos su canto sin conocerlo, es muy difícil relacionarla con el mismo, ya que resulta  muy estridente y de gran potencia, sobre todo para un animal tan pequeño. Se la suele confundir con la ranita de San Antón, que es muy parecida, pero que no vive en territorio granadino.

  

© Javier Fuentes Martín
Macho adulto. Nava de Cabra (Córdoba), marzo 2003.


FICHA TÉCNICA:

Clase: Anfibios
Orden: Anuros (anfibios sin cola)
Familia: Hílidos
Género: Hyla
Especie: meridionalis (Boettger, 1874)
Estatus legal: En el reciente Catálogo andaluz de especies amenazadas (Ley 8/2003, de 28 de Octubre, de la flora y la fauna silvestres), aparece incluida en la categoría “interés especial”, en la que se recogen aquellas especies que, no estando incluidas en otras categorías de protección superior (extintas, en peligro de extinción, sensible a la alteración de su hábitat, vulnerables), son merecedoras de una atención particular en función de su valor científico, ecológico, cultural, o por su singularidad.

El Atlas y Libro Rojo de los Anfibios y Reptiles de España, editado en 2002, la cataloga dentro de la categoría “Casi amenazada” (NT)  que recoge aquellas especies, que no estando incluidas en alguna de las tres categorías de amenaza (Vulnerable, VU, En peligro, EN, o En peligro crítico, CR), corren el riesgo de hacerlo en un futuro más o menos inmediato, por culpa de distintos factores que afectan negativamente a la supervivencia de sus poblaciones silvestres.

 © Javier Benavides
Hembra adulta. Aldeaquemada (Jaén), mayo 2003.


 DESCRIPCIÓN:

La ranita meridional fue hasta hace algunos años considerada una subespecie de su actual especie congenérica, la ranita de San Antonio (Hyla arborea), aunque se trata de especies bien diferenciadas.

La meridional es una ranita pequeña y estilizada, que suele medir 3,5-5 cm. de longitud, sin incluir las largas patas traseras. La cabeza es algo aplanada, con un hocico poco apuntado y ojos saltones aunque no excesivamente grandes. Las pupilas son negras y el iris dorado. Los tímpanos son bien visibles, normalmente de color negro-marronáceo, el mismo tono de la franja lateral en la que están integrados. Las extremidades delanteras, son más robustas en proporción a las posteriores, más delgadas y largas, adaptadas para el salto. En los extremos de cada dedo, poseen pequeños discos que utilizan a modo de ventosas con las que adherirse a hojas y troncos. 

 

© Javier Fuentes Martín
Detalle, macho adulto. Nava de Cabra (Córdoba), marzo 2004. 

De piel lisa en el dorso, la zona ventral presenta cierta verrucosidad, sobre todo bajo los miembros traseros y en la base de estos. Lo habitual es una librea de color verde claro muy vivo, aunque puede cambiar, en poco tiempo y en un mismo ejemplar hacia el marrón oscuro, pasando por el verde oscuro o pardo. Algunos ejemplares presentan pequeños lunares en el dorso. En la mitad anterior de los costados presentan una franja negra, que se va difuminando hacia el centro del cuerpo, llegando hasta las axilas. En la transición entre la parte verdosa y blancuzca del vientre, pueden aparecer tonos grisáceos, anaranjados o amarillentos. 

 

© Luis García Cardenete
Hembra adulta, Villanueva del Rosario (Málaga), noviembre 2005.  

Dimorfismo sexual:

No existe un gran dimorfismo sexual. La principal diferencia es la presencia de un saco vocal anaranjado en los machos, que a su vez presentan una cabeza y extremidades proporcionalmente  más robustas. No desarrollan callosidades durante el celo. 

© Juan Ramón Fernández-Cardenete
Adulto con coloración parda poco habitual. Charca Vinuesa, Motril (Granada), febrero 2005.

Larvas: Al nacer miden unos 3 mm. de longitud y son de tono oliváceo. A lo largo de su desarrollo van adquiriendo una tonalidad amarillento-dorada, con la piel muy translúcida y una característica banda negra longitudinal en la cola. La cresta caudal es elevada y termina en una punta muy aguda que recibe el nombre de filamento caudal. El espiráculo lo tienen situado en el lateral izquierdo. Antes de la metamorfosis pueden alcanzar un tamaño de 3 a 5 cm. Son muy similares a las larvas de sapo de espuelas, sobre todo cuando estas últimas alcanzan un tamaño similar al de las primeras. Se pueden diferenciar por la presencia de manchitas con brillos metálicos y la ausencia de banda negra caudal en los de espuelas. 

© Javier Fuentes Martín
Larva, Cardeña (Córdoba), abril 2004.


 DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA:

Su área de distribución abarca el noroeste de Árica, Islas Canarias, Madeira, Península Ibérica, Baleares, sur de Francia y noroeste de Italia.  En España es más común en la mitad meridional, siendo al norte sustituida por su congénere la ranita de San Antonio. Es más frecuente cuanto más al oeste en la Península, y escasea a medida que nos desplazamos hacia el sureste. En este aspecto, las poblaciones granadinas constituyen las más surorientales, junto con las localizadas en el Poniente almeriense (albuferas y cuenca baja del río Adra). En Granada se distribuye sobre todo por el Poniente Granadino: Alhama de Granada, Loja y Zafarraya; y en la costa, en las vegas de Salobreña y Motril. En el interior ya sólo aparece una población natural aislada en Güéjar-Sierra, que además constituye su límite altitudinal en la Península. Recientemente se han efectuado sueltas en las turberas de El Padul, localidad de la que se perdió en la década de los 80 debido a la quema del carrizal y a la mala calidad del agua. 

Mapa de distribución provincial.


ECOLOGÍA DE LA ESPECIE: 

Habita en zonas húmedas rodeadas de abundante vegetación de ribera, tanto en charcas, albercas, pastizales inundables, como en cultivos de caña de azúcar y plataneras. Es más abundante en cotas bajas, siendo raro encontrarla por encima de los 800msm. Precisamente en nuestra provincia, encontramos la población situada a mayor altitud de toda la península, concretamente en el municipio de Güejar Sierra, a 1250msm y completamente aislada de la zona principal de distribución situada más al oeste y al sur. 

© Juan Ramón Fernández-Cardenete
Hábitat típico, Charca de Suárez, Motril (Granada), agosto 2005. 

Su actividad es predominantemente crepuscular y nocturna, permaneciendo durante las horas de luz encaramada y escondida entre la vegetación de ribera, en fisuras de muros o bajo piedras y troncos. Es posible detectarla de día sin embargo durante la época de máxima actividad reproductora (invierno-primavera en la costa) y en días lluviosos. Pasa la mayor parte del año fuera del agua, trepando y moviéndose en los juncales, zarzales, eneas y cañaverales situados en las inmediaciones de los puntos de agua. Se muestra activa durante todo el año, aunque en lo más crudo del invierno, puede hibernar escondida bajo piedras o enterrada entre la hojarasca. También en veranos muy calurosos puede tener un más o menos largo periodo de reposo o estivación que pasa igualmente escondida.

© Juan Ramón Fernández-Cardenete
Juvenil encaramado a la vegetación ribereña, Fi-Fi (Marruecos). 

A finales del invierno y comienzos de primavera, los machos se dirigen al agua, donde defienden pequeños territorios frente a posibles competidores, llegando incluso a luchar entre ellos, mediante empujones con sus patas. Habitualmente flotando en el agua o encaramados en alguna planta, comienzan a cantar, hinchando sus protuberantes sacos vocales. El inicio del canto por parte de un macho sirve de estímulo a los que se sitúan a su alrededor, y poco a poco se forman auténticos coros, audibles a gran distancia, sobre todo durante las primeras horas de la noche. Las hembras, que llegan al agua con un cierto retraso respecto a los machos, acuden a estas  llamadas y tiene lugar el amplexo o abrazo que, en este caso, es axilar y  que puede durar varias horas. Cada hembra freza varios paquetes redondeados de huevos que son fecundados por el macho, y que son situados bajo la superficie del agua adheridos a la vegetación sumergida o directamente sobre el fondo. El número total de huevos puede superar el millar. Tras varios días en el agua, tanto machos como hembras, abandonan el agua y vuelven a dispersarse por la vegetación cercana.

Las larvas eclosionan a los 10 o 15 días, dependiendo de la temperatura del agua, y se dispersan por toda la charca, ocupando principalmente la columna de agua y en menor medida el fondo y la superficie. Miden unos 5mm, y su desarrollo dura unos 3 meses, por lo que los primeros juveniles podemos encontrarlos durante los meses de junio y julio. Son filtradoras y raspadoras y se alimentan de algas, plantas acuáticas y todo tipo de detritus orgánicos que encuentran en la charca. Al final del desarrollo pueden llegar a medir 4 cm. y,  una vez que pierden la cola, las pequeñas ranitas, de 1 o 2 cm. abandonan el agua y se dispersan por los alrededores, sin alejarse mucho de la charca. Su alimentación se basa en artrópodos terrestres, y seleccionan presas cada vez más grandes, conforme van creciendo. Hormigas, escarabajos, arañas, moscas, avispas... caen en sus fauces durante sus acechos nocturnos. 

© Luis García-Cardenete
Juvenil recién metamorfoseado. Todavía conserva un poco de cola. Andujar (Jaén), mayo 05. 

Entre sus enemigos se encuentran las culebras, tanto acuáticas como terrestres, aves acuáticas, rapaces nocturnas y mamíferos carnívoros. Su principal mecanismo de defensa es el mimetismo, pues es muy difícil localizarlas inmóviles entre la maraña de plantas en que suelen encontrarse. Si la ocasión lo requiere, también saltan ágilmente y pueden escapar trepando, cualidad para la que están especialmente dotadas, pues incluso pueden escalar adhiriendo sus dedos sobre el cristal. También pueden segregar por su piel una sustancia mucosa tóxica.

Pueden llegar a vivir hasta 8 o 10 años.


ESTADO DE CONSERVACIÓN, PROBLEMÁTICA:

Las poblaciones de ranita meridional en nuestra provincia se encuentran en claro declive. Los distintos núcleos van perdiendo continuamente efectivos y puntos de cría, por lo que su continuidad es poco probable a medio plazo.

El núcleo más numeroso lo encontramos en el litoral. La zona de la vega Motril-Salobreña acoge las mayores densidades de todo el sureste ibérico, donde aprovechan los restos de cultivo de la caña de azúcar y algunas lagunas litorales de agua dulce, como la Charca de Suárez. La progresiva desaparición de este cultivo, unido al crecimiento masivo de las urbanizaciones en toda la costa, son los principales problemas a los que se enfrenta la ranita en estas zonas. Un claro ejemplo de este proceso, es que la población presente en el Puerto de Motril casi se puede dar por desaparecida, merced a la puesta en ejecución de la última revisión del PGOU del término municipal. 

© Juan Ramón Fernández-Cardenete
Panorámica Charca Vinuesa, Motril (Granada), mayo 2005. Hábitat ocupado en la actualidad. 

Las poblaciones situadas en el interior de la provincia, tradicionalmente ocupaban pequeños y medianos humedales como las lagunas del Padul, y algunas charcas en la zona de Zafarraya y Albolote-Colomera. También podía encontrarse en algunos arroyos de pequeña entidad y en varias pequeñas zonas húmedas, pastizales encharcables y albercas. El deterioro generalizado de estos enclaves nos ha llevado a la situación actual, en que cada vez es más difícil encontrar ejemplares de esta especie.

Las causas de este deterioro, comunes a especies de fichas anteriores son las siguientes:

. Desecación y roturación de humedales.

. Sobreexplotación de acuíferos subterráneos.

. Contaminación del agua con productos químicos procedentes de la agricultura intensiva (es una especies muy sensible a la calidad del agua).

. Introducción de especies de peces y cangrejos alóctonas. 

 

© Juan Ramón Fernández-Cardenete
Panorámica el Agía, Padul (Granada), junio 2005. Hábitat potencial. 

En el caso concreto de la ranita meridional, a todo lo anterior debemos unir también la destrucción de la vegetación ribereña y de setos arbustivos, sobre todo zarzales, juncales y cañaverales. Gran parte de los setos y muros de piedra que tradicionalmente separaban las distintas fincas de nuestro medio rural, han desaparecido durante los últimos años. Estos microhábitats constituyen el refugio de multitud de pequeños animales, y su desaparición contribuye al empobrecimiento de la rica biodiversidad de nuestros campos.

La quema de la vegetación que crece en estos humedales (carrizos y cañas), supone la destrucción directa de ejemplares. Esta situación se produce año tras año en el mayor humedal de nuestra provincia, Las Turberas del Padul, sin que aparentemente nadie haga nada por remediarlo, a pesar de estar incluidas en la zona de máxima protección del Parque Natural de Sierra Nevada. Hoy en día el grupo AGNADEN, lleva a cabo en este lugar un proyecto de conservación de la ranita meridional, al parecer con bastante éxito, mediante la creación de pequeñas charcas satélites al humedal principal. Las quemas de vegetación también fueron el motivo de la desaparición de nuestra ranita en la laguna de la Granja (Albolote) a mediados de los años 90, que estuvo ardiendo durante casi 3 meses. 

© Juan Ramón Fernández-Cardenete
Quema en las lagunas del Padul (Granada), febrero 2005.


PROPUESTAS DE CONSERVACIÓN:

· Promoción de los cultivos tradicionales y limitar la intensificación agrícola. Disminuir el uso, en lo posible, de pesticidas y herbicidas, sobre todo en lo que a las concentraciones de dilución se refiere. Conservación de setos, pequeñas zonas marginales y muros de piedra. Evitar las quemas de vegetación ribereña.

·  Conservación y regeneración efectiva de los principales humedales provinciales, vitales para esta y otras especies tanto de anfibios, como de reptiles, mamíferos y aves. A tal efecto sería necesario incluir los que no están, en la red de espacios naturales protegidos. Estos son: charca de Suárez, charca de Vinuesa y desembocadura del río Guadalfeo en la costa; Charcas de Zafarraya, lagunas de Albolote-Colomera y charcas de  Güejar Sierra.

· Campaña de información sobre la especie y su problemática de conservación, especialmente en forma de charlas en colegios, a agentes del medio ambiente y comunidades de regantes.

· Estudiar la posibilidad de reintroducir la especie en alguno de los lugares donde ya no se encuentra, siempre que se hayan solucionado los problemas que produjeron las extinciones locales.

· Creación de nuevos humedales de pequeño y mediano tamaño en áreas adecuadas que permitan la expansión natural de la especie. En este sentido es muy importante la preservación de la vegetación de acequias y canales, para propiciar la dispersión natural entre puntos de agua


LA RANA COMÚN EN LA SIERRA DE BAZA:

Esta especie no se encuentra presente en ninguna de las comarcas del noreste Granadino. 

 

  © Javier Fuentes Martín
Macho adulto, Nava de Cabra (Córdoba), marzo 2004