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Edición Mensual - Año XXVII | Nº 297 - Marzo 2024

FICHAS

imagen de decoración

Sapo de espuelas (Pelobates cultripes, Cuvier, 1829)

Fichas de Anfibios

Orden Anura, anfibios sin cola (ranas y sapos):

Familia Pelobatidae:

Sapo de espuelas (Pelobates cultripes, Cuvier, 1829)


© Por Javier Benavides Sánchez de Molina, Luís García Cardenete, Javier Fuentes Martín y Eduardo Escoriza  Abril (AHG)

El protagonista de esta ficha es un sapo de buen tamaño, poco conocido por la gente en general y bastante escaso en nuestra provincia. Sus costumbres nocturnas y el hecho de ser un consumado cavador, hacen muy difícil su localización. De todas formas, si visitamos una charca, podemos tener muy clara su presencia en esa zona, gracias a sus descomunales e inconfundibles renacuajos, auténticos gigantes dentro de las larvas de nuestras especies de anfibios.

 

Hembra adulta de sapo de espuelas, Sierra de Loja (Granada), marzo 2004.


FICHA TÉCNICA:

Clase: Anfibios
Orden: Anuros (anfibios sin cola)
Familia: Pelobatidos
Género: Pelobates
Especie: cultripes (Cuvier, 1829)
Estatus legal: Está catalogado dentro de la ley andaluza de especies amenazadas (Ley 8/2003, de 28 de Octubre, de la flora y la fauna silvestres) con la categoría “De interés especial”, en la que se recogen aquellas especies que, no estando incluidas en otras categorías de protección superior (extintas, en peligro de extinción, sensible a la alteración de su hábitat, vulnerables), son merecedoras de una atención particular en función de su valor científico, ecológico, cultural, o por su singularidad.


DESCRIPCIÓN:

Al encontrarnos ante un sapo de espuelas, lo que más nos llama la atención sin duda son sus enormes y prominentes ojos. Es un sapo grande, de entre 6 y 10 cms. de longitud, y bastante rechoncho, con un hocico ancho, cabeza grande aunque poco diferenciada del resto del cuerpo. Las pupilas son negras y  están situadas en posición vertical. El color del iris es dorado con manchas irregulares de color negro. No son perceptibles ni las glándulas parótidas ni los tímpanos. La cabeza destaca por su desarrollo vertical y por la compacidad y masividad del cráneo, adaptado para la excavación y el movimiento en pequeñas galerías.

La piel de la zona superior de la cabeza es rugosa y esta directamente adherida al cráneo. En el resto del cuerpo es lisa y brillante, con pequeñas verrugas redondeadas situadas en los costados. La coloración varía de unos ejemplares a otros, incluso entre los de una misma población. El color de fondo suele ser gris pálido con matices algunas veces verdosos o amarillentos, y presenta  manchas  irregulares jaspeadas que se unen entre sí formando un dibujo que se asemeja vagamente a un mapa, verdosas con un ligero tono azulado. La garganta y el vientre son claros, tienden al color crema con manchas o puntos parduscos.

 

 Detalle cabeza y ojo, Caravaca (Murcia), abril 2005. 

Las extremidades son largas, bien adaptadas para el salto. Las patas anteriores, como en todos los anuros, tienen cuatro dedos, en este caso sin membrana interdigital, que sí aparece entre los cinco dedos de las posteriores. Lo más destacado es que en la zona interior de las plantas de las patas traseras se localizan 2 tubérculos córneos de color negro, a modo de espolón, que es lo que le da el nombre a la especie y que utiliza para cavar. Se trata de una característica única entre los anuros de nuestra península, y típica del género al que pertenece. 

Dimorfismo sexual

Las hembras son más grandes que los machos y tienen un diseño más llamativo. Los machos pueden presentar una tonalidad más uniforme, bien en la mitad anterior del cuerpo, bien por todo este. Estos no desarrollan callosidades nupciales durante la época de celo, aunque si tienen unas glándulas engrosadas en los antebrazos, mas abultadas durante la etapa reproductora. 

 

Macho adulto, Caravaca (Murcia), abril 2005. 

Larvas:  Al nacer miden un 1 cm. de longitud, su piel es muy traslúcida, de tonos dorados con brillos metálicos. Esta se va tornando más opaca y oscura conforme van creciendo y el brillo azul-irisado se va acrecentando. Desde que son muy pequeñas se caracterizan por tener los ojos muy separados, y por la presencia de una cresta caudal grande y muy alta, que nace en el centro de la cabeza. Termina en una punta fina y recuerda de perfil a una hoja de árbol. La membrana caudal es translúcida. El abdomen, muy abultado, es claro en su parte inferior, con manchas blancas, contrastando con la zona dorsal y la parte musculosa de la cola, de color verdoso o pardo. Presenta características manchitas plateadas en ejemplares medianos grandes. El espiráculo se sitúa en el lado izquierdo del cuerpo y en la boca poseen un prominente pico corneo de color negro. Ya al comienzo de la metamorfosis, momento en el que van apareciendo las extremidades traseras, se hace visible  la presencia del espolón negro. Pueden llegar a alcanzar hasta 15 cms. de longitud, por lo que son los renacuajos más grandes de todos los anuros de la península. Cuando presentan un tamaño pequeño-mediano (2-4 cms.) son extremadamente parecidos a los de la ranita meridional (Hyla meridionalis). 

Larva, Cardeña (Cordoba), abril 2004.


DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA:

El sapo de espuelas se distribuye por la península ibérica y el sur de Francia. No aparece ni en la cordillera Cantábrica ni en los Pirineos, y es más escaso en el sureste peninsular. Debido a su exigencia a la hora de seleccionar el hábitat no se distribuye de modo continuo, sino en poblaciones aisladas, a veces decenas o cientos de kilómetros. Recientemente ha sido localizado por primera vez en la provincia de Almería, concretamente en el municipio de Vélez-Blanco, por parte de Emilio González Miras, en el marco del proyecto de conservación de anfibios que lleva a cabo la Delegación Provincial de la Consejería de Medio Ambiente en dicha provincia. Esta población, junto con las presentes en la zona occidental de Murcia (Lorca y Caravaca, también recientemente descubiertas) y todas las de Granada, constituyen el límite de distribución suroriental de la especie, siendo las más amenazadas, sobre todo por situarse en medios bastante áridos y con pocos puntos de reproducción conocidos. Concretamente en Granada, aparece en Sierra Gorda (Loja), Llanos de Zafarraya, La Alcaicería (Alhama de Granada) depresiones de Guadix, Granada y Baza y en puntos muy concretos y aislados de los Montes Orientales y del norte de la provincia. 

Mapa de distribución provincial.


ECOLOGÍA DE LA ESPECIE: 

Selecciona hábitats abiertos y despejados, (dehesas, cultivos de secano, bordes de bosque), estando muy condicionado por la naturaleza del sustrato, que suele se arenoso o por lo menos suficientemente blando y profundo, para poder cavar los refugios en que se esconde. La máxima altitud que alcanza en Granada son 1480 m en Cueva Horadada, sierra de Loja.

Son nocturnos y permanecen casi todo el tiempo en agujeros y huecos entre las piedras, así como en galerías que el mismo animal excava con las espuelas. Esta costumbre es compartida por sus parientes cercanos de Marruecos y Europa central y oriental.

Con la llegada de las lluvias otoñales y primaverales y con tiempo templado, comienza el periodo reproductor. Seleccionan charcas temporales, pero con suficiente volumen de agua que permita su largo desarrollo larvario (entre 2 y 4 meses). Estas suelen ser charcas tradicionales para abrevar al ganado (navajos), pantanetas de riego, lagunas naturales y canteras abandonadas. Al igual que el gallipato, con el que muchas veces comparten charca, no son muy exigentes en cuanto a la calidad de las aguas en que se reproducen. Estas suelen estar muy turbias. Una vez que abandonan sus refugios, se dirigen a los puntos de cría, primero llegan los machos e inician su reclamo con un canto de tonos graves que emiten bajo el agua. Las hembras no tardan en aparecer iniciándose las cópulas, consistentes en un  amplexo inguinal. Conforme la hembra desprende los huevos, son fecundados por el macho, y van depositándose en el fondo de la charca generalmente y también en plantas fijadas al sustrato. El amplexo puede durar más de 3 días. Las puestas se presentan en cordones de un metro de longitud aproximada y llegan a contener hasta 3500 huevos, de tonalidad clara en la parte inferior y oscura en la superior. Los huevos, dentro del cordón, se disponen aleatoriamente, aunque a lo ancho puede haber 4 o 5, y no dos como en el caso de los sapos verdaderos (género Bufo). 

Charca utilizada por el sapo de espuelas para reproducirse, Sierra de Loja (Granada) 

Después de aproximadamente una semana, dependiendo de la temperatura, eclosionan los renacuajos  y comienzan un desarrollo contrarreloj pues en 3 o 4 meses deben haber finalizado su metamorfosis, antes de que las charcas, casi siempre temporales, se queden sin agua. A veces se producen mortandades masivas por esta causa. Son muy voraces y devoran materia vegetal, carroña y detritus, incluyendo los cadáveres de sus propios congéneres. Cuando las larvas completan el desarrollo miden unos 20-35 mm, siendo los anuros más grandes de los presentes en la península, al momento de emerger. 

Detalle del tamaño de una larva próxima a finalizar la metamorfosis, Andujar (Jaén), mayo 2004. 

Una vez fuera del agua se alimentan de artrópodos, babosas y lombrices, que capturan activamente al menor movimiento. Ellos a su vez son presa de gran variedad de aves acuáticas y de pequeñas rapaces diurnas o nocturnas. Las culebras acuáticas y pequeños mamíferos carnívoros también forman parte de sus depredadores. Las larvas no se libran tampoco y son consumidas por otros anfibios (gallipatos, tritones), galápagos, culebras viperinas y de collar, larvas de insectos acuáticos, garzas, cigüeñas, etc.

Sus mecanismos de defensa son pasivos, y se limitan a hincharse y elevarse sobre el suelo cuando están amenazados y a emitir una especie de maullido muy sonoro cuando son capturados.

Poseen una elevada longevidad, hasta 10 años o más, que les permite sobrevivir a los prolongados periodos de sequía.

En zonas de Castilla y Levante hay años caracterizados por la abundancia de sapos, contrastando con otros en que no llegan a reproducirse, debido a las alteraciones climáticas que impone nuestro clima mediterráneo. En latitudes más norteñas, donde la presencia de agua es más continua, no se produce este desequilibrio de unos años a otros. Es una especie muy bien adaptada a estos ciclos irregulares. 

Juvenil a punto de finalizar la metamorfosis,  Cardeña (Córdoba), abril 2004


ESTADO DE CONSERVACIÓN, PROBLEMÁTICA:   

Sus problemas son los mismos que los del resto de nuestros anfibios:

  • Desecación de charcas.
  • Atropellos en periodo reproductor.
  • Sustitución de charcas para ganado por modernos contenedores altos donde no pueden entrar; o balsas de fondo sintético de las que no pueden salir.
  • Contaminación de charcas por productos fitosanitarios.
  • Introducción de depredadores alóctonos (cangrejo americano, carpas, galápagos americanos). 

Las condiciones climáticas son un factor crucial para esta especie, ya que la pronta evaporación de las charcas provoca la muerte de miles de larvas y esto, unido a algún periodo de sequía puede dar lugar a varios años sin que exista reproducción efectiva. Si a esto añadimos, que durante estos periodos secos muchos terrenos potencialmente encharcables son transformados y puestos en cultivo, llegamos a la situación actual, caracterizada por la lenta e inexorable desaparición de la mayoría de las poblaciones  presentes en territorio granadino.

Hoy en día nuestras poblaciones son muy puntuales y están aisladas entre sí, sin que exista intercambio genético. Las poblaciones más estables son las presentes en Sierra Gorda, Zafarraya y depresión de Guadix. Las más amenazadas son las de la comarca del Temple y la presente en la laguna de Arenales en Albolote. 

Juvenil, Cardeña (Córdoba), mayo 2004.


PROPUESTAS DE CONSERVACIÓN:

Las actuaciones de conservación del  sapo de espuelas deben ir dirigidas a:

1. Conservación de las charcas reproductoras. Se trata de pequeños oasis situados en amplios territorios caracterizados por la ausencia de agua, y son vitales para la reproducción de nuestras especies de anfibios. Es necesario realizar un inventario de estas charcas, analizando su estado actual y las amenazas que se ciernen sobre ellas, garantizando su futuro independientemente de que estén situadas en terrenos privados o públicos, pues no tiene sentido proteger una especie sobre el papel, si no se protege el medio sobre el que se desarrolla.

2. Establecimiento de nuevos puntos de reproducción. Partiendo de las charcas actualmente ocupadas, sería necesario establecer otras nuevas, que permitan la progresiva colonización por parte de los sapos, con vistas a conseguir a medio-largo plazo, una conexión entre las distintas poblaciones presentes en la provincia. Estas actuaciones no serían muy costosas, y consistirían en excavar charcas de tierra con paredes de pendiente suave en zonas deprimidas del terreno, que permitan el acumulo del agua de la lluvia. También podrían acondicionarse charcas en los socavones de canteras abandonadas.

3. Control de las nuevas estructuras asociadas al uso del agua. Los modernos embalses para riego suponen una grave amenaza para esta y otras muchas especies, pues suponen una trampa mortal, al no poder escapar  una vez que han caído dentro. Sería necesario establecer vallados de protección, con malla espesa que impida el paso de pequeños animales, e incluso en otros casos, establecer mecanismos que permitan el escape de los animales, por lo que incluso estos nuevos puntos de agua servirían como lugares de reproducción.

4. Fomento de la ganadería extensiva tradicional y de la agricultura de secano. Las estructuras construidas para acumular agua asociadas a estas dos actividades (abrevaderos, fuentes, albercas) han permitido la existencia de nuestros anfibios en medios semiáridos y cársticos. Es preciso mantenerlos en buen estado y no sustituirlos por otros sistemas incompatibles con las formas de vida que a lo largo de los siglos se han adaptado a vivir en ellos. 

Vista frontal, Sierra de Loja (Granada), marzo 2004.


 EL SAPO DE ESPUELAS EN LA SIERRA DE BAZA:

La presencia de este sapo en el Parque Natural de la Sierra de Baza, se limita a las zonas bajas de la parte más occidental, en el punto de contacto con la depresión de Guadix. Existen citas sobre su reproducción en Charches y Alcudia de Guadix, aunque se desconoce el estado actual de estas poblaciones. Agradeceríamos cualquier información sobre su presencia en estas y otras zonas de las comarcas del Norte de Granada.

Sería necesario muestrear los amplios territorios del Parque Natural, sobre todo en zonas bajas,  que pudieran poseer poblaciones de la especie desconocidas hasta la fecha, y llevar a cabo el listado de actuaciones de conservación anteriormente enumerado en todo el territorio del parque, con el consiguiente beneficio para esta y otras valiosas especies presentes en él. 

Uno de los escasos puntos que utiliza el sapo de espuelas para reproducirse en Granada, Sierra de Loja.