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Edición Mensual - Año XXVII | Nº 297 - Marzo 2024

FICHAS

imagen de decoración

Conejo (Oryctolagus cuniculus)

Fichas de Mamíferos

Orden Logomorfa o Lagomorfos:

1. Familia Lepóridos

Conejo (Oryctolagus cuniculus)


 

 Pareja de conejos de monte o silvestres, comiendo helechos en la Sierra de Baza.
© Jose Angel Rodriguez.  Imagen cedida por su autor fuera de concurso


FICHA TÉCNICA 

Orden: Lagomorfos
Familia: Leporidos
Género: Oryctolagus
Especie: Oryctolagus cuniculus (Linnaeus, 1758)   
Subespecies presentes: Una sola especie en al Península Ibérica. Aun cuando otros estudios taxonómicos más recientes consideran la presencia de 2 subespecies: la Oryctolagus cuniculus algirus, con presencia limitada a Galicia, Portugal y la mitad del suroeste peninsular, y es de tamaño corporal algo más pequeño que la otra especie, la Oryctolagus cuniculus cuniculus,  que ocupa el resto del territorio peninsular, subspecies de la que se considera proceden todas las razas de conejo doméstico. 
Longitud del cuerpo: entre 40 y 45 cms.
Longitud de la cola: de 4 a 6 cms.
Longitud de las orejas: De 7,5 a 9 cms.
Alzada a la cruz: De 15 a 20 cms.
Peso: De 900 a 1.500 gramos.
Status de la especie: Especie cinegética que no se encuentra amenazada, ni en peligro.  

DESCRIPCIÓN DE LA ESPECIE 

Popular mamífero de mediano tamaño, pelo suave y corto, orejas largas y rabo corto, es una especie fundamentalmente crepuscular y nocturna  que constituye pieza clave en nuestra fauna y que hasta 1912 (J. W. Gridley) se incluía dentro de los roedores, por su similitud con los mismos, si bien a partir de esta fecha se incluyó taxonómicamente dentro del grupo de los lagomorfos, al ser evidentes las diferencias ente uno y otro orden: los roedores tienen un par de incisivos en la mandíbula superior que encajan perfectamente con el par correspondiente de la mandíbula inferior; mientras que los lagomorfos tienen más desarrollados los dientes de la mandíbula superior que no encajan  con los de la inferior (de aquí que se llame a este tipo de dientes tan característicos de la especie como “dientes de conejo”).  

El conejo es una especie muy antigua, de modo que por los estudios fósiles se ha podido determinar que antes de la última glaciación abundaban en una amplia zona de Europa, que incluía a países como Francia, Bélgica, Alemania o la isla de Gran Bretaña. El posterior enfriamiento del continente los fue desplazando hasta el sur, quedando acantonados en la Península Ibérica y Norte de África, de donde volvió a extenderse hasta el norte. En el S. III los romanos los llevaron a Italia, pero en el S. XVI todavía no existían en Alemania, aunque sí han sido citados en algunos conventos, como animales de corral de las comunidades religiosas. En la antigüedad España tenía fama como país de conejos, hasta el punto de que se considera que el nombre de Hispania, de origen fenicio y del que procede la palabra España, deriva del nombre de este animal. Cátulo, llamaba a esta península “Cuniculosa Celtiberia” y en las monedas hispanorromanas de Adriano el conejo figuraba como uno de los símbolos de Iberia (W.G. Foster, 1972). Otra cita histórica curiosa nos viene de la mano de Estrabón, el que refiere la introducción de Hurones  en las islas Baleares, para combatir a los conejos que allí proliferaban, tras fracasar las mismas tropas romanas en su exterminio.  

El conejo es una de las llamadas especies claves o esenciales de la cadena trófica de la fauna ibérica, de modo que se ha estimado que en mayor o menor medida dependen de él unas cuarenta especies, por lo que se ha considerado a este animal como una especie básica en el conjunto de las especies que integran la fauna del bosque mediterráneo, lo que supone que su desaparición o disminución puede afectar directa o indirectamente a las especies que dependen de él como alimento, tales como el grupo de los carnívoros, sin excepción, aves como las medianas y grandes rapaces diurnas y nocturnas o a reptiles como la culebra bastarda o la de herradura o el lagarto ocelado, además del jabalí  y del erizo (Erinaceus europaeus). Aun cuando el caso más llamativo es el del lince (Lynx pardinus), cuya alimentación básica está integrada en un 70/90 % por conejos, de forma que se ha considerado que la causa que más ha influido en la disminución de los linces, hasta colocarlos al borde de la extinción terminal, ha sido la disminución de la población de conejos por las plagas sufridas por este animal, a las que haremos más detallada referencia más adelante.

Una de las características más importantes del conejo, es la de su extraordinaria fecundidad y capacidad para reproducirse. De modo que se ha calculado que la descendencia de una sola pareja, que no tenga interferencias negativas para su desarrollo, puede alcanzar la increíble cifra de 1.848 individuos (W. G. Foster, 1972). Clásica en la literatura científica es la cita de un granjero australiano que tuvo la fatal ocurrencia de introducir en Australia tres parejas. A los tres años de su introducción y debido a que el conejo no tenía en ese continente depredadores naturales, los descendientes de aquellos conejos eran ya 14.000.000 de individuos. Desde entonces su población fue en aumento y aun cuando se idearon todo tipo de métodos para combatirlo, incluida la introducción de zorros pero éstos, lejos de solventar el problema crearon una nueva problemática ecológica, al desentenderse de los ágiles y escurridizos conejos y por el contrario afanarse en otras especies más incautas como ocurrió con los marsupiales, que no estaban habituados a la presencia de depredadores, por lo que el efecto aún fue más nocivo y dañino. En estos momentos la población australiana de conejos se estima en unos 300 millones, con graves incidencias en el resto del ecosistema. Donde sí ha tenido la población de conejos una importante reducción ha sido en el viejo continente, siendo en el año 1952 cuando un  medicó  francés, el tristemente famoso Doctor Armand  Delille, inoculó el virus de la mixomatosis a unos conejos que al parecer producían daños en sus viñedos, transmitiéndose el virus de unos ejemplares a otros por los mosquitos y las pulgas de los propios animales. La enfermedad que se creo es de tal virulencia que se extendió rápidamente por toda Europa, detectándose su presencia en el norte de España en el año 1953 y en el sur en el año 1959. Tal fue la mortalidad que ocasionó la mixomatosis que en algunas comarcas murieron entre el 95 y el 100 por ciento de la población de conejos (M. Delibes de Castro, 2001). 

Cuando la población de conejos comenzó a recuperarse de este mazazo, hizo acto de aparición otra epidemia: la enfermedad vírica hemorrágica (EVH), producida por un virus también creado por el hombre, que fue descrito por primera vez en China y que en el año 1988 también fue detectado en España (M. Delibes de Castro, 2001). 

Las incidencias de una y otra enfermedad se complementan en el conejo, de modo que mientras que la mixomatosis afecta a los conejos de modo fundamental en los meses de calor, la EVH lo hace en los meses fríos. Entre ambas han reducido a un 10 % la población de conejos, que se han visto exterminados localmente de muchos lugares. Para combatir estas enfermedades se han empleado muchos esfuerzos por cazadores y administración, aunque sin un resultado definitivo. Hasta la fecha y contra ambas enfermedades, existían vacunas comerciales que venían siendo empleadas con éxito en las explotaciones de conejo doméstico, sin embargo, debido a que su administración debía ejercerse de manera directa a cada uno de los animales, resultaba ineficaz para controlar estas enfermedades en las poblaciones silvestres de esta especie animal. Ante la problemática detectada y al objeto de encontrar soluciones efectivas a la misma, la Federación Española de Caza se dirigió al Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaría para analizar este tema, firmando ambos Organismos un convenio de colaboración para el desarrollo de una única vacuna contra los dos tipos de enfermedades víricas pensada y desarrollada para el conejo silvestre o de monte, respetando el medio ambiente y su equilibrio.  

Un importante avance en la lucha contra la mixomatosis y la EVH puede venir de una vacuna, aun en estudio y por tanto pendiente de la autorización sanitaria, muy rígida en estos supuestos, la llamada vacuna Mixoima-VP60 que actúa contra las dos enfermedades del conejo. La vacuna ha sido probada  experimentalmente en la isla del Aire en Menorca, donde había censados una población de 300 conejos, siendo vacunos 75 individuos, destacándose en los informes de seguimiento como todos los conejos vacunados consiguieron la inmunidad frente a esta dolencia, mientras que en el 45 % restante se detectaron anticuerpos. Las pulgas y el contacto entre los propios animales actúan para la propagación de la vacuna de unos ejemplares a otros con un  relativo éxito. De modo que durante el experimento hubo un brote de mixomatosis y sobrevivieron tres cuartas partes de la colonia. Según información del Consejo General de Veterinarios de España (Boletín nº 222 de Febrero de 2001) la Agencia Europea del Medicamento ya ha recibido para evaluación el expediente completo de la vacuna Mixoima VP60, contra la mixomatosis y la enfermedad hemorrágica vírica del conejo (EHV) desarrollada por un equipo de investigadores del Centro de Investigación de Sanidad Animal (CISA), que el INIA-Ministerio de Ciencia y Tecnología tiene en Valdeolmos (Madrid), coordinado por el doctor José Manuel Sánchez Vizcaíno, director del centro  La vacuna se ha conseguido a partir del virus de la mixomatosis vivo, cepa 69 18 de baja virulencia, pero con capacidad inmunizadora. Después de realizar varias series recombinantes se le insertó el gen VP60 que inmuniza contra la enfermedad hemorrágica del conejo y del marcador genético DA3. La vacuna no produce ningún tipo de lesión ni efectos secundarios ni en los animales vacunados directamente ni en los animales vacunados por contacto de los primeros, tampoco en madres gestantes.  

La transmisión de la vacuna, que ha pasado todas las pruebas impuestas por la Comisión de Bioseguridad, se produce durante los ocho días siguientes a la vacunación y sólo afecta al cincuenta por ciento de los conejos próximos a los inoculados y éstos a su vez la transfirieron al diez por ciento de los conejos no vacunados con los que tuvieron contactos y que ya no pudieron continuar transmitiendo el virus vacunal.  

Las características de esta vacuna, de la que el INIA ha presentado una patente nacional y otra internacional y ya ha publicado varios trabajos en revistas científicas de prestigio internacional, la convierten en única en su género, habiendo sido remitido el expediente tanto a la Agencia Española del Medicamento como a la Agencia Europea del Medicamento, y es en éste último organismo donde la nueva vacuna debe ser evaluada y autorizada su comercialización, ya que se trata de ingeniería genética, de una vacuna preparada a partir de un organismo vivo modificado genéticamente. Hasta ahora en Europa sólo existe una vacuna en esta línea autorizada, que es la de la Enfermedad de Aujeszky, aunque no se parecen en nada porque ésta se prepara por dilución de virus mutado. También existen presiones internacionales en contra de su comercialización, ya que a Australia no le interesa que exista una vacuna contra la mixomatosis, virus que los australianos introdujeron en ese continente para controlar de esta forma la proliferación de conejos que en aquellas latitudes son considerados como una plaga.      

 

Conejo silvestre o de monte.
© David Díaz Frontón
 

La esperanza en la vacuna Mixoima-VP60 que actúa contra las dos enfermedades del conejo, que fue probada con éxito experimentalmente en la isla del Aire en Menorca, se ha visto ahora rota con  la reciente noticia que hemos encontrado en los medios de comunicación especializados en información medioambiental y que se hacían eco de una rueda de prensa celebrada el pasado 27 de mayo de 2011 en la sede de la Fundación Biodiversidad, en Madrid, haciéndose público en el transcurso de la misma un reciente dictamen de la Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios, en el que se destaca como no se ha considerado viable esta vacuna por no estar asegurada su capacidad de transmisión de conejos vacunados a otro no vacunados, habiéndose descartado el empleo de la vacuna al considerar que es imposible vacunar individualmente, como sería necesario, a todos los conejos silvestres, aun cuando sí se ha comprobado que los vacunados quedan inmunizados ante la enfermedad, los que nos parece un avance tan importante como para no descartar ya su uso, si es que no hay otras razones inconfesables para que no se haya puesto ya en el mercado esta vacuna, y se permita que continúen muriendo miles, millones, de conejos todos los años con la grave incidencia en la cadena trófica que ello representa, sin darle una efectiva solución a esta gravísima problemática.


DATOS DE LA ESPECIE 

 © José Ángel Rodríguez
Conejo fotografiado en su hábitat natural en una zona adehesada de la Sierra de Baza. 

- Longevidad:  Entre 3 y 4 años en libertad, mientras que en cautividad  puede alcanzar de 6 a 8 años de vida.  

- Celo:Tiene lugar a lo largo de todo el año, aun cuando los periodos de celo se solapa con los períodos de máxima abundancia de alimento, de modo que la disponibilidad de comida es lo que va a condicionar más la reproducción del animal.  

- Gestación:La gestación dura de 28  a 33 días.  

- Época de parto:  Son posibles  de 5 a 7 partos al año, excepcionalmente hasta 11, siendo lo habitual 2 ó 4 camadas al año que se producen dentro de madrigueras, constituidas por túneles de hasta 40 metros de longitud, llamado vivar, que cuenta con varias bocas. Este vivar exclusivamente es ocupado por las hembras de mayor rango social, mientras que el resto de hembras de la colonia lo hacen en túneles más pequeños llamados gazaperas, de 1 a 4 metros de profundidad, que acaban en una cámara ciega. Tanto los vivar como las gazaperas son tapizadas con vegetación y pelo del conejo, amamantando a los gazapos tan solo durante unos 15 minutos al día, siempre por la noche. Tras amamantar a los conejos la madre abandona la madriguera y deja tapada la boca con tierra para proteger a los gazapos de los depredadores.  

- Parto: De 3 a 9 crías por camada, normalmente 4 ó 5, que pesan al nacer unos 40- 50 gramos y que nacen con los ojos cerrados, los que mantienen así hasta el décimo día.   

- Duración de la lactancia: Las crías son amantadas durante unos 25 ó 30 días exclusivamente con leche, pudiendo comenzar a digerir alimento sólido a los 20/21 días, en que son autosuficientes, abandonando la madriguera a los 35 ó 40 días, aunque permanecen en la zona de cría (filopatria) en un radio de 200 a 500 metros.  

- Madurez sexual: Alcanzan la madurez sexual entre los 4  y 7 meses. Antes cuanto mejor alimentado esté el conejo. Se considera que un conejo es adulto a partir de los 8 ó 9 meses, cuando pesa unos 900 gramos.  

- Alimentación: El conejo se alimenta básicamente de plantas herbáceas y gramíneas, raíces y bulbos, además de cortezas de plantas leñosas y frutos silvestres y de las huertas. Muy curiosa dentro de la etología del conejo es la producción por el animal de unos excrementos esféricos y húmedos recubiertos de mucus que son reingeridos, tomados directamente del mismo ano, sin masticar, ricos en vitamina B12 y microflora, necesarios para la digestión de la celulosa. La microflora intestinal no se transmite congénitamente y los jóvenes tienen que adquirirla ingiriendo excrementos de su madre, si no lo hacen mueren al poco tiempo, entre convulsiones (Castells y Mayo, 1993).

- Hábitats: El conejo encuentra su óptimo en el monte y bosque mediterráneo, siendo una especie característica del mismo,  aun cuando podemos localizarlo en una gran amplitud de hábitats que van desde las zonas semiáridas del sureste peninsular hasta la media montaña. Estando más o menos presentes en todo el territorio de España, incluidas sus islas, si bien la mayor densidad la alcanza en el cuadrante suroccidental, coincidiendo con la mayor presencia de carnívoros que se alimentan de él. Básico para su ecología es que la textura del terreno  les permita excavar madrigueras. La presencia de agua no es condicionante de su presencia, al poder obtenerla de las plantas y hierbas que come.  

- Huellas: Aun cuando  las patas cuentan con cinco dedos y uñas excavadoras, la abundante pilosidad que las cubre impide su marca nítida la que presenta no obstante un característico e inconfundible aspecto, que se aprecia en las imágenes se reproducen en las fotografías laterales de esta ficha. La huella de la pata posterior es ligeramente mayor que la del anterior; además, cuando apoya o marca el talón, lo hace para avisar a otros congéneres en situaciones de peligro, deja marcada una línea longitudinal. Aun cuando la huella de conejo puede confundirse con la de la liebre, el análisis en conjunto de uno y otro rastro, particularmente cuando van en carrera y la marca es sobre terreno blando o  nieve, es fácil de diferenciar en cuanto que mientras que el conejo deja un curioso rastro en forma de Y la libre tiene forma de L (pueden verse imágenes comparativas).  

- Excrementos:  Los excrementos de conejo tienen un característico e inconfundible aspecto esférico de 1 cm. de diámetro, siendo su color oscuro, aunque más o menos variable, dependiendo de los alimentos consumidos y va desde un color grisáceo hasta el negro, pasando por tonos marrones. Es de menor tamaño que la liebre. Muy característicos son los cagarruteros del conejo donde acumulan los excrementos de varios ejemplares de una misma colonia en grandes depósitos, que pueden alcanzar un tamaño considerable.  

Otros rastros:  Son muy variados y entre ellos podemos destacar los siguientes:  

1. Al comer la hierba y ramas jóvenes, la cortan o siegan con los incisivos superiores, sin producir desgarros, mientras que las ramas aparecen desgajadas por la base inferior   

2. Al roer la corteza de los árboles, marca una mordedura profunda en sentido transversal al tronco.  

3. Las madrigueras (vivar y gazaperas) del conejo son muy características. La liebre no las construye, en cuanto se encama entre la propia vegetación.  

4. La excavaciones, que son pequeños movimientos de tierra de unos pocos centímetros de profundidad, sin finalidad aparente, son otro típico rastro del conejo silvestre o de monte. 

Dimorfismo sexual:  No apreciable por métodos normales a simple vista, sin contacto manual con el animal. 

Enemigos naturales: Es pieza básica o clave para una gran variedad de animales de la fauna mediterránea que van desde el grupo de los carnívoros, sin excepción., a aves como las medianas y grandes rapaces diurnas y nocturnas o a reptiles como la culebra bastarda o la de herradura o el lagarto ocelado. Muy vulnerables a los depredadores son los gazapos. 

Principales problemáticas:  La disminución de la población de conejos por las enfermedades de la mixomatosis y la EVH ha colocado al conejo en algunos países como España en una situación crítica y con ello a toda la amplia fauna que depende del mismo. 


© Proyecto Sierra de Baza
Ejemplar afectado por la mixomatosis. 

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HUELLAS 

© Proyecto Sierra de Baza 
Huella sobre lodo. Han quedado marcados los pelos que cubren los dedos y plantas. Casas de D. Diego.

 

© Proyecto Sierra de Baza
Huella de conejo sobre nieve. Deja marcado un rastro en forma de Y, mientras que la de la liebre es en forma de L. Cortijo de Santaolalla. 

© Proyecto Sierra de Baza
Huella de liebre sobre nieve. Deja marcado un rastro en forma de L, mientras que la de la conejo es en forma de Y. Calar de Casa Heredia. Enero-2004. 

OTROS RASTROS:   

© Proyecto Sierra de Baza
Excrementos de conejo adulto en el característico cagarrutero, con excrementos de diferentes tipos. Su tamaño es ligeramente inferior a 1 cm.  Cortijo de Santaolalla. 

 © Proyecto Sierra de Baza
Excrementos de gazapo o conejo joven. Su tamaño es menor que los del adulto, aun cuando conservan la misma forma esférica. Cortijo de Sataolalla. 

 © Proyecto Sierra de Baza
Excavadura de conejo. Se diferencia con la de tejón en que en ésta última pueden apreciarse los arañazos de las uñas del tejón en la tierra al efectuar la excavadura (apreciables en la imagen de la ficha del tejón), de notorio mayor tamaño en el tejón que en el conejo, por las grandes uñas que posee el tejón. 

© Proyecto Sierra de Baza
Entrada a un vivar de conejos.


 EL CONEJO EN LA SIERRA DE BAZA 

El conejo no ha sido ajeno en la Sierra de Baza a las plagas de la mixomatosis y la EVH , de modo que en los últimos años ha desaparecido de muchos cotos y terrenos, donde era una pieza básica de caza hasta mediados del siglo pasado. En estos momentos podemos decir que la población de conejos se está recuperando en la Sierra de Baza, donde no es difícil verlos, bien por contacto visual directo o detectando su presencia por huellas, excrementos u otros rastros. Prácticamente ocupa toda la zona basal, sin excepción, al no precisar agua de forma habitual para su subsistencia, aun cuando su hábitat óptimo lo encuentra en barranqueras donde la textura del terreno le permite excavar sin dificultad. La población promedio va desde los 0,5 a los 10 individuos por hectárea. No supera los 1.500- 1.600 metros de altitud, y a partir de esta altura es definitivamente sustituido por la liebre.