Fichas de Aves del Parque Natural Sierra de Baza
Cernícalo vulgar (Falco tinnunculus)
© Alfonso Roldán Losada
Ejemplar adulto de cernícalo con una presa recién atrapada.
FICHA TÉCNICA:
Orden: Falconiformes
Familia: Falconidae
Especie: Falco tinnunculus
Estatus: especie catalogada de interés especial.
Longevidad: pueden vivir hasta 15 años.
Peso: De 142 a 310 gramos aproximadamente.
Envergadura: con las alas abiertas pueden medir alrededor de 81 cms.
Longitud: 38 cms. aproximadamente.
DESCRIPCIÓN DE LA ESPECIE
El cernícalo vulgar es una rapaz diurna de tamaño parecido al de una paloma. Se trata de una de las rapaces más abundantes en el territorio peninsular y como no, también está presente en la Sierra de Baza. El macho tiene el obispillo y también la parte superior de la cola de color gris azulado. Su cabeza es corta, redondeada y de color gris azulado. Su pico es corto, pero perfectamente preparado para desgarrar la carne de sus presas. El dorso es de color marrón claro, con puntos de color negro. Las patas son de color amarillo y sus garras están perfectamente diseñadas para capturar a sus presas, con unas uñas muy afiladas. La hembra tiene, a diferencia del macho, la cabeza y la cola de color pardo y el dorso más listado.
© Alfonso Roldán Losada
Cernícalo vulgar realiza un vuelo muy acrobático, con cortos planeos.
El cernícalo vulgar habita principalmente en bosques no demasiado tupidos y campos de cultivo. Suele frecuentar también zonas de estepa y eriales donde poder localizar con facilidad a sus presas. Los acantilados, no demasiado grandes y los cortados rocosos también son el habitad donde puede localizarse.
Los cernícalos comienzan sus vuelos de cortejo en el mes de Abril. El nido suele ser ubicado en zonas rocosas, en una oquedad o repisa del cantil, aunque también se puede instalar en viejos cortijos abandonados e incluso en huecos y ramas de algunos árboles de gran porte. Tras la incubación sobre cuatro a seis huevos, realizada principalmente por la hembra, nacerán los pollos, que al comienzo de su vida lucen un plumón de color blanco. Tras un mes comenzarán a volar y se seguirán viviendo cerca del nido hasta el momento en el que lo abandonan definitivamente para hacer su vida de forma independiente.
© Eduardo Nogueras Ocaña
El cernícalo común (falco tinnunculus) suele confundirse con el cernícalo primilla (falco naumanni) -en la imagen- que suele frecuentar viejos cortijos abandonados como el de la fotografía.
Su dieta se basa en pequeños mamíferos como ratas y ratones, insectos, lagartijas, lombrices y pequeños pájaros. La técnica de caza se basa en la ubicación de posaderos desde los que se lanza en vuelo, pero el cernícalo ofrece la peculiaridad de cernirse durante un tiempo, a unos veinte o treinta metros del suelo, para una vez localizada su presa, lanzarse hacia ella capturándola con sus garras y despedazándola con su pico.
Su vuelo es muy acrobático, con aleteos seguidos de cortos planeos hasta situarse en sus posaderos, arbustos de gran porte o postes de la luz.
© Eduardo Nogueras Ocaña
Característico del cernícalo vulgar es el vuelo donde permanece cernido en el mismo lugar durante varios segundos, intentando localizar una presa.
Su voz es un grito agudo “qui-qui……quiqui” que suele repetir de forma más insistente cuando esta alarmado.
EL CERNICALO VULGAR EN LA SIERRA DE BAZA
© Eduardo Nogueras Ocaña
Imagen de un cernícalo vulgar donde puede apreciarse el característico dorso pardo rojizo con puntos negros que lo diferencian del cernícalo primilla (Falco naumanni).
El cernícalo es una especie sedentaria que puede observarse durante todo el año en la Sierra de Baza. Es nidificante habitual; dándose la peculiaridad de repetir con bastante frecuencia, año tras año, el nido elegido. Es la rapaz diurna más abundante de la Sierra de Baza, pero su población parece estar en notable regresión, debido, entre otras circunstancias, al uso de insecticidas en los campos de cultivo donde suele cazar.
Se puede localizar en zonas de cultivo, almendrales y zonas de escasa vegetación cerniéndose sobre sus presas. También se suele ver en cortijos y construcciones abandonadas en la sierra.
Texto: Eduardo Nogueras Ocaña
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