Etnobotánica de la Sierra de Baza
Fichas de Flora - Plantas del Parque Natural Sierra de Baza
Esparto (Stipa tenacissima)
© Proyecto Sierra de Baza
Esparto en la Hoya de Baza
El esparto es una planta herbácea y perenne de la familia de las gramíneas, de hojas lineales, fuertes y manejables, propia de ambientes esteparios, que puede alcanzar hasta un metro de altura, formando cepellones o macollas conocidas como atochas, de donde toma el nombre sus formaciones vegetales de espartales o atochares y que en España se extiende por el este, centro y sur de la Península, demás de las Islas Baleares.
El esparto es originario de la región irano-turaniana, es decir, de los desiertos ubicados entre el Mar Negro y el Mar Caspio, estimándose que llegó hasta el extremo occidental del Mediterráneo y a la Península Ibérica en el periodo Terciario, cuando los cambios climáticos provocaron una etapa de gran sequía y el Mediterráneo bajó de nivel, lo que facilitó la migración de algunas especies esteparias, entre ellas el esparto, al que se considera una especie termófila y propia de ambientes secos y esteparios.
Gran parte de Baza y zonas limítrofes era conocida por los griegos como Spartarion pedion y por los romanos como Campus spartarius, en clara alusión toponímica a la existencia de esparto en este territorio.
Desde épocas muy antiguas, la Comarca de Baza ha tenido una gran tradición en la recolección y producción de esparto, que en otros tiempos se cultivaba con fines industriales y artesanales para la elaboración con su fibra de productos manufacturados a base de sus hojas, siendo una de las principales materias de exportación de la zona, aprovechándose el producto para la elaboración tanto de aperos para las caballerías (serones, aguaderas, cinchas, etc.) como en forma de útiles para las viviendas rurales como espuertas, esteras, paneros, capachos o forros de botellas y garrafas, también llamadas damajuanas o en útiles para el propio hombre como calzado, las que recibían el nombre de esparteñas, por el origen de su composición.
Para la elaboración más fina del esparto se majaba, para lo que se metían las hojas del vegetal en agua durante 3 semanas, donde se cocía el esparto, tras lo que se extendía en el suelo y se secaba, procediendo a golpearlo con unos mazos de madera, tras lo que se le daba la suficiente suavidad para poder utilizarlo en labores más finas y artesanales.
En el cultivo del esparto tenía una gran tradición la quema de los espartales y ello en cuanto que al ser esparto una planta muy resistente al fuego, para evitar la degeneración de la mata o macolla, en la que las hojas muertas dificultaba su regeneración natural de nuevos rebrotes, periódicamente se quemaban los atochares, con lo que se conseguían dos efectos: la eliminación de la vegetación invasora que había ocupado el territorio y competía por el suelo y la regeneración de la mata o macolla quemada, de modo que los espartales así gestionados a los 4 ó 5 años alcanzaban de nuevo su óptima producción.
El esparto fue de tal importancia en al economía nacional que la administración tenía dedicado un servicio a su gestión, el llamado Servicio Nacional del Esparto, el que desde finales de los años cincuenta, con la práctica desaparición de estos aprovechamientos, también se extinguió, al ser sustituido el esparto por la cordelería de fibra sintética.
En la actualidad el principal valor del esparto es ecológico ya que es una especie protectora del suelo que impide la erosión de un ecosistema tan frágil como es la estepa ibérica y norteafricana, donde no prospera otro tipo de vegetación, dando cobijo a una importante comunidad faunística, entre las que destacan las llamadas aves esteparia .