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Edición Mensual - Año XXVII | Nº 297 - Marzo 2024

FICHAS

imagen de decoración

Jabalí (Sus Scrofa)

Fichas de Mamíferos

Orden Artiodactyla o Artiodáctilos:

3. Familia Suidos

Jabalí (Sus Scrofa)


© José Elías Rodríguez
 Jabalí macho


FICHA TÉCNICA

Orden: Artiodactilos S.O. Suiformes
Familia: Suidae
Género: Sus
Especie: Sus scofra
Subespecies presentes: Sus scofra castilianus (Thomas, 1912) y Sus scofra baeticus (Thomas, 1912)
Longitud del cuerpo: 120 cm.
Longitud de la cola: 22 cm.
Alzada a la cruz: 65 cm.
Peso: Los machos entre 70 y 90 kgs., las hembras entre 40 y 65 kgs. Ocasionalmente incluso 150 kgs.
Grado de amenaza: especie cinegética en España, por lo que no se encuentra en peligro, ni amenazada. 


 DESCRIPCIÓN DE LA ESPECIE

En la península ibérica se localizan dos subespecies que se diferencian por el pelaje: 

- El Sus scofra castilianus, en el que el pelaje está integrado por cerdas y borra.

- El Sus scofra baeticus, que es el que se localiza en nuestra zona, en el que el pelaje es solo cerdas. 

El jabalí  es un mamífero de tamaño mediano provisto de una cabeza grande y alargada, en la que destacan unos ojos muy pequeños. El cuello es grueso y las patas son muy cortas, lo que acentúa aún más su rechoncho cuerpo, en el que es mayor la altura de los cuartos delanteros que los traseros, a diferencia del cerdo doméstico, que por evolución genética ha desarrollado más la parte posterior de su cuerpo, donde se localizan las piezas que alcanzan más valor en el mercado de las carnes. 

Aunque de mala vista ésta está compensada con un importante desarrollo del olfato y del oído. El olfato es un sentido muy desarrollado, de modo que le permite detectar alimento o enemigos a más de 100 metros de distancia,  localizar trufas y otros vegetales y animales bajo tierra. El oído está también muy desarrollado y puede captar sonidos imperceptibles para el oído humano.
Sus pelos son gruesos y negros midiendo entre 10 y 13 cm en la cruz y unos 16 cm en la punta de la cola. El color de la capa o pelo es muy variable y va ir desde colores grisáceos a negro oscuro, pasando por colores rojizos y marrones. Las patas y el contorno del hocico son más negras que el resto del cuerpo. La crin que recorre el lomo a partir de la frente, se eriza en caso de cólera. El cambio de pelo tiene lugar hacia mayo o junio, aunque la hembra con crías muda más tarde. En verano las cerdas son más cortas. 

Las crías, que nacen con unas características rayas longitudinales a lo largo del cuerpo, lo que les ha dado el nombre de rayones, posteriormente desaparecen a lo largo de los primeros meses de vida y su pelaje se oscurece, pasando del rojo (bermejo) en los primeros meses, al marrón y negro en los ejemplares adultos. 

Muy sociable, no es territorialista, y  se desplaza en grupos matriarcales, normalmente de tres a cinco animales formados por hembras y sus crías, aun cuando nosotros hemos llegado a ver grupos superiores a los veinte individuos. La jabalina (hembra del jabalí) dominante es la de mayor edad y tamaño. Los jóvenes machos de un año, llamados bermejos, viven en la periferia del grupo. Exceptuando el período de celo, los machos en edad reproductora son más bien solitarios, aun cuando los individuos mayores suele ir acompañados por un macho más joven conocido como el escudero.

El jabalí durante el día es normalmente sedentario, pero durante la noche puede recorrer distancias considerables, que pueden ir desde los 2 a 14 Kms por noche, normalmente al paso cruzado o al trote ligero (J. Reichholf, 1995), mientras que en las huidas pueden practicar un vivo galope, que sin embargo solo pueden mantener durante un corto periodo de tiempo. 

En el bosque, utiliza casi siempre los mismos pasajes para sus correrías, pero en el caso de las hembras preñadas o con crías, se vuelven más sedentarias.

Durante el período de celo, de noviembre a enero, el jabalí macho busca hembras receptivas de un modo tan activo que a veces llega a olvidarse de su propia alimentación. En cuanto encuentra una piara, comienza expulsando a los jóvenes del año anterior. En caso necesario, lucha contra sus rivales para conquistar a las jabalinas, generalmente dos o tres, pero en ocasiones hasta ocho.

Los baños de barro desempeñan un importante papel en la ecología de la especie, considerándose que tienen varias funciones. Así: aseguran su regulación térmica, en cuanto que el jabalí no suda al tener las glándulas sudoríparas atrofiadas. De igual modo se ha considerado que los baños de barro tienen un importante papel en las relaciones sociales de la especie e incluso se ha descrito un papel en la selección sexual, de modo que si mientras en el verano usan las bañas de barro todos los jabalíes, sin distinciones de sexo ni edad, durante la época de celo parecen reservadas casi exclusivamente a los machos adultos, de modo que se ha considerado (Pedro Fernández-Llario, 2004), que estos baños pueden estar ligados a la persistencia de los olores corporales sobre un sustrato estable como el que el que proporciona una capa de barro adherida al pelo, sin olvidar las funciones de marca territorialista o incluso sanitarias que tienen para la especie los baños en barro. 

El jabalí se adapta a todo tipo de hábitats siempre que disponga de una mínima cobertura y alimento, aunque prefiere los lugares con una vegetación alta donde poder camuflarse y abunde el agua para beber y revolcarse en el lodo y barro. Sus hábitats predilectos son los encinares y los macizos forestales caducifolios o mixtos, sobre todo si están poco visitados y su nivel inferior es rico en maleza, zarzas y espinos donde pueda revolcarse en seco y al abrigo del viento. Pero también se le encuentra en el matorral mediterráneo (maquia) y marismas, sin desdeñar las áreas de cultivo, siempre que mantengan una mínima cobertura de arbolado o arbustos donde protegerse. En caso necesario, nada bien y durante mucho tiempo. Soporta fácilmente los rigores del invierno gracias a su pelaje y dura capa de piel lo que le permite permanecer en invierno en la zona de alta-media montaña sin mayores problemas que los derivados de la falta de alimentos.


DATOS DE LA ESPECIE 

- Longevidad: Puede alcanzar los 20 años de edad en cautividad, pero lo normal es que en libertad sea de unos 10 ó 12 años como máximo. 

- Celo: Noviembre y diciembre, periodo en el que los machos luchan entre sí, asentándose terribles dentelladas. El celo de las hembras tiene lugar una sola vez al año y dura unos 23 días.  

- Gestación: La gestación suele durar tres meses, tres semanas y tres días. Poco antes del parto, generalmente sincronizado en las hembras de un mismo grupo, cada hembra gestante se aísla al abrigo de un árbol o de un matorral tupido y prepara una cama en forma de caldera, a veces tapizada de vegetales, llamada nido. Una joven jabalina da a luz a tres o cuatro jabatos. Mientras que una de mayor edad y tamaño suele tener, por término medio, seis crías frágiles casi imberbes. 

- Época de parto: De febrero a mediados de abril. 

- Parto: La hembra suele formar una gran cama con hierba y otros vegetales en los que da a luz. Aunque lo normal es un solo parto, excepcionalmente puede tener dos camadas, una en primavera y otra en otoño (J. Reichholf, 1995). 

 
Rayones alimentándose de su madre en plena naturaleza 

- Número de crías por camada. De 1 a 6, pero normalmente de 4 a 5 ejemplares. 

- Duración de la lactancia: Las crías nacen con un peso que puede ir de unos 600 gramos a poco más de un kilogramo, con los ojos abiertos y ocho dientes (Castells y Mayo, 1993). Permaneciendo encamados durante la primera semana. A partir de la segunda semana ya siguen a la madre, alternando la leche con algún alimento sólido. La leche materna la consumen durante los primeros 3 meses. 

- Madurez sexual. La hembra es sexualmente madura entre los 8 y los 20 meses,  pudiendo pesar unos 35 Kgs.. La madurez sexual del macho se produce a los 10 meses, por término medio, en que ya adquiere la coloración de los adultos, momento en que el animal pesa de 25 a 30 Kgs.. 

- Alimentación. El jabalí es un omnívoro que se alimenta de todo cuanto encuentra. Puede comer hierbas, raíces, tubérculos, frutos y bellotas caídas, así como toda clase de vegetales, setas, trufas, lombrices, insectos, caracoles, reptiles, huevos, aves y roedores, sin desechar tampoco la carroña. La dieta puede variar mucho según la estación y las regiones.  

- Hábitats. Se adapta a todo tipo de medios naturales, siempre que tengan una mínima cobertura y encuentre en ellos el agua, necesaria para su ecología. Se puede localizar desde el nivel del mar a la alta montaña. En la península ibérica alcanza su máxima densidad poblacional en el centro, Extremadura y sudoeste y norte de Andalucía. 

- Huellas.  Se marcan dos pezuñas principales de unos 5 cms. que se diferencian de las del ciervo por ser más afiladas y alargadas. Ocasionalmente, y como rasgo típico de la especie, aparecen marcadas, a unos 2 cms., unas pequeñas pezuñas secundarias, mucho menores y más abiertas que las principales. 

- Excrementos:  Negruzcos de 3 a 7 cms. de grosor, formados  por una serie de glóbulos más o menos cohesionados de 5 – 10 cms. de longitud. 

- Otros rastros: Muy característicos en la especie son los rastros dejados en árboles (rascaderos y afiladeros) y en el suelo (hozaderos, revolcaderos, bañas y camas). Todos ellos con unas marcadas funciones dentro de la etología del animal. Quizá sean los más desconocidos las marcas que efectúan los machos con los colmillos en los árboles, llamadas afiladeros, y que puede apreciarse en las siguientes imágenes. Se interpreta que no son afiladeros de los dientes, como se ha considerado popularmente, sino que se trata de marcas de aviso de los grandes machos, que intenta colocar lo más alto posible, para dejar constancia de su envergadura para o bien disuadir de su presencia en el territorio a otros machos competidores o atraer a las hembras.    

- Dimorfismo sexual: El hocico de las hembras es más afilado y puntiagudo que en el macho. En las hembras no sobresalen los caninos, mientras que en el macho los caninos inferiores son curvados hacia atrás y de crecimiento continuo, se afilan al estar en contacto con los caninos superiores. A los dos años, los colmillos sobresalen de la boca del macho y a los cinco años, los colmillos se encorvan, pudiendo alcanzar los caninos inferiores, llamados navajas, los 20 cms. de longitud.                           

© Proyecto Sierra de Baza 
Detalle del hocico de una hembra adulta de unos 5 años de edad. 

 © Proyecto Sierra de Baza
Detalle del hocico y de los dientes de un macho adulto de unos 3 años de edad.

 Principales problemáticas: La inexistencia de depredadores naturales y el abandono de los poblamientos humanos de los montes, ha motivado que la especie haya proliferado en exceso, por lo que se hace necesario su control cinegético. Los daños en los cultivos y plantaciones, así como la incidencia en otras especie de fauna, que pueden verse seriamente amenazas en su supervivencia por la presencia de jabalíes, es otra de sus principales problemáticas. De hecho se ha constatado que donde abunda el jabalí disminuye la biodiversidad de modo preocupante, aun cuando puede representar un efecto beneficioso sobre el control de la población de roedores, insectos y lavas perjudiciales. La labor de enterramiento de semillas, así como la aireación de la tierra con sus hozadas, es otro aspecto beneficioso para la naturaleza de forma general.  


 LÉXICO DEL JABALÍ

Con la edad el jabalí va adquiriendo una serie de nombres muy característicos:  

-     - Jabato o rayón. Cría pequeña de corta edad en la que la capa tiene unas características rayas longitudinales. También puede llamarse cochastro al jabato pequeño o de leche, pero es palabra poco usual. 

-     - Bermejo. A los ejemplares jóvenes que, no siendo rayones, aún no han madurado y tampoco tiene el color de un adulto. Bermejo por su color rojo. 

-     - Escudero. Al macho joven que acompaña a un adulto. 

-     - Jabalina. La hembra adulta que ha sido ya madre. 

-     - Verraco. El macho adulto con ostensible capacidad reproductora. 

 Jabatos o rayones. © Juan Jesús González Ahumada   

© 2004 PROYECTO SIERRA DE BAZA


  

© Proyecto Sierra de Baza

Huella de jabalí sobre lodo, en la que se aprecia un gran desarrollo de las pezuñas secundarias (se trataba de un macho adulto de gran peso). Las pezuñas posteriores o secundarias no suelen estar alineadas con respecto a las anteriores, lo que permite diferenciar con seguridad a esta especie con respecto a otras especies de cuadrúpedos que también pueden dejar marcadas las pezuñas posteriores. No siempre aparecen marcadas las pezuñas posteriores, ni mantienen esta separación con respecto a las posteriores como puede apreciarse en la siguiente imagen. 

 

© Proyecto Sierra de Baza

Huella sobre arcilla encontrada junto a un terreno de cultivo en el que los jabalíes habían ocasionado importantes y ostensibles daños levantando el suelo en su característico hozado. Aunque las pezuñas posteriores están alineadas con respecto a las anteriores, la huella corresponde a un jabalí. Aunque podría confundirse con la del Ciervo (Cervus elaphus) éste último deja una huella más redondeada, lo que permite diferenciar una y otra. 

 

 © Esperanza Jiménez del Río
Huella sobre terreno arenoso con arcilla.


 © Proyecto Sierra de Baza
Detalle de la pezuña delantera 


OTROS RASTROS: 

© Proyecto Sierra de Baza
Excrementos, poco después de ser depositados sobre hojas de sauce. 

 © Proyecto Sierra de Baza
Prado hozado por jabalíes en la zona del Calar de Casa Heredia (2.100 metros), enero de 2004. 

 © Proyecto Sierra de Baza
Baña o bañadero utilizado de forma habitual.  Zona de Los Jarales, diciembre de 2003. 

 © Proyecto Sierra de Baza
Detalle de un tronco de pino de la anterior imagen, donde se aprecia la corteza eliminada y la madera pulimentada por los continuos roces. 

 

© Proyecto Sierra de Baza
 Rascadero con marcas de dientes de jabalí (popularmente llamadas afiladeros). Las coloca los machos, lo más elevado posible, para dejar constancia visual de su envergadura. 

© Proyecto Sierra de Baza
Detalle de las marcas producidas por los colmillos de un macho de jabalí en un pino.


EL JABALÍ EN LA SIERRA DE BAZA 

Al igual que la cabra montes, la primera referencia escrita que hemos encontrado al jabalí en la Sierra de Baza nos viene dada por el viajero alemán Jerónimo Münzer (Viaje por España y Portugal 1494-1495) en el que relata, con motivo de su estancia en el castillo de Fiñana (en la parte meridional de la Sierra de Baza), la existencia de muchos jabalíes  en una sierra muy alta situada al poniente del castillo (la Sierra de Baza). Posteriormente y por razones que no se han terminado de aclarar y que algunos autores consideran fue por una  epizootia (Andrés Torres, 1998) desapareció el jabalí de esta zona hasta que hacia los años 70 del pasado siglo se efectuaron algunas sueltas que vinieron a completar a los ejemplares aislados que ya existían en este territorio, reintroducidos de forma natural procedentes de otras sierras próximas, posiblemente Cazorla y Segura. Aun cuando fue en el año 1968 cuando se efectuó en la Sierra de Baza la primera suelta controlada, por una iniciativa de Don Jesús Castillo Enríquez   (Andrés Torres. 1998), que permitió que se soltaran varios ejemplares procedentes de la finca “Los Llanos” de Córdoba. Posteriormente en 1970 y por iniciativa de Don Andrés Castillo Fernaud, tuvo lugar otra pequeña suelta en la finca de El Raposo, que se completó con otra en aquellas mismas fechas en la finca de Los Vallejos. 

El 1973, se cazaron los primeros jabalíes, de esta época, en la Sierra de Baza, siendo especialmente recordado y nombrado entre los serranos un gran verraco que se mató en la zona de Las Juntas, pesando 173 Kgs. y que estaban ocasionando muchos daños en las vegas y corrales. En los años posteriores el jabalí pasó a ser una especie cinegética en la Sierra de Baza, siendo objeto de caza mayor. Especialmente significativa fue la montería organizada por la Sociedad de Cazadores La Perdiz de Baza el domingo 26 de noviembre de 1995 en la zona de Los Gómez y Los Mellizos, en la que fueron abatidos 72 jabalíes (José Ángel Rodríguez, 1998). 

La actual población de jabalíes en la Sierra de Baza ocupa todos los hábitats, de modo que hemos podido detectar su presencia o huellas desde las zonas basales, incluso en las vegas de riego fuera del Parque, hasta las zonas de prados de las altas cumbres.