Culebra viperina. Natrix maura (Linnaeus, 1758)
Fichas de Reptiles
Orden Squamata, lagartos y serpientes:
Familia Colubridae:
Culebra viperina. Natrix maura (Linnaeus, 1758)
© Por Eduardo Escoriza, revisado por Luis García Cardenete y la colaboración de Juan Pablo González de la Vega, Javier Benavides, Javier Fuentes, José Luis Esteban, Raúl León y José Manuel Gutierrez (A.H.G).
Continuamos este mes con otro discreto habitante de nuestros ríos y zonas húmedas. Se trata de un ofidio (serpiente) completamente inofensivo, seguramente el más común de nuestra provincia, que basa su éxito en unas excelentes dotes para la caza y pesca y en haber imitado, tanto en su comportamiento como en su diseño corporal, a otro ofidio más peligroso. Relativamente abundante en la actualidad, aunque tal vez su futuro no sea tan halagüeño por la continua degradación que sufren nuestros medios acuáticos.
© Luis Garcia Cardenete
Primer plano, Encinasola (Huelva), mayo 2006.
FICHA TÉCNICA:
Clase: Reptiles
Orden: Escamosos
Familia: Colúbridos
Género: Natrix
Especie: maura (Linnaeus, 1758)
Estatus legal: Tanto en el Catálogo andaluz de especies amenazadas (Ley 8/2003, de 28 de octubre, de la flora y la fauna silvestres), como en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas, aparece incluida en la categoría “interés especial”, en la que se recogen aquellas especies que, no estando incluidas en otras categorías de protección superior (extinta, en peligro de extinción, sensible a la alteración de su hábitat, vulnerable), son merecedoras de una atención particular en función de su valor científico, ecológico, cultural, o por su singularidad.
El Atlas y Libro Rojo de los Anfibios y Reptiles de España, editado en 2002, la incluye dentro de la categoría “Preocupación menor” (LC) que recoge aquellas especies, que no cumplen ninguno de los criterios para ser incluidas en las categorías de amenaza (Casi amenazada, NT, Vulnerable, VU, En peligro, EN, o En peligro crítico, CR). En cuanto a la ley 42/2007 del Patrimonio Natural y la Biodiversidad, la culebra viperina no aparece incluida en ninguno de sus anexos.
© Javier Benavides
Ejemplar adulto, Jun (Granada), abril 2006.
UN DISEÑO MUY ADECUADO
La viperina es una culebra de tamaño medio, hasta 80-90 cm de longitud total. Su cuerpo es robusto, recubierto de escamas carenadas (sin separación ni elevación entre ellas), que le confieren un diseño hidrodinámico, muy útil durante sus rápidos desplazamientos acuáticos. Como rasgos diferenciadores de su pariente mas cercano, la culebra de collar (Natrix natrix), podemos destacar la presencia de 2 escamas preoculares, 2 postoculares y 21 hileras de escamas dorsales en mitad del cuerpo. La cola es corta y muy estrecha en su parte final. La cabeza, con el morro corto y redondeado, es grande y está bien diferenciada del resto del cuerpo. Tiene una disposición triangular (estrecha en el hocico y más ancha en la parte posterior) y suele presentar uno o dos dibujos de v invertida en su zona posterior. Los ojos, algo prominentes, son grandes y tienen las pupilas redondas y de color negro. El iris es amarillento.
© Javier Benavides
Detalle de la cabeza, Montefrío (Granada), mayo 2007.
La coloración del cuerpo es muy variable, con fondos oliváceos, pardos, amarillentos, bermejos o grisáceos, y un diseño dorsal muy característico. Dos hileras de manchas oscuras recorren longitudinalmente su dorso, y suelen unirse formando un zig-zag llamativo que imita el dibujo que tienen las víboras mediterráneas. En ambos costados aparece otra línea de manchas redondeadas de color más oscuro que el fondo y con una zona más clara en el centro, como si fueran anillos. Además del anterior que es el más habitual, encontramos otros ejemplares que tienen una variedad de diseño denominado bilineata, caracterizado por la presencia de 2 líneas longitudinales y paralelas situadas en el dorso de color crema o amarillento.
© Raúl León
Ejemplar con diseño tipo bilineata, Cardeña (Córdoba), abril 2007.
El vientre es de color amarillento o grisáceo, anaranjado e incluso rojizo, salpicado de manchas rectangulares de color negro.
Se conocen algunos casos de albinismo y melanismo.
Las hembras son mucho más grandes y robustas que los machos, y pueden alcanzar hasta 90 cm. de longitud total. En los machos la cola es más larga.
© Luis Garcia Cardenete
Detalle del diseño ventral en ejemplar juvenil, Encinasola (Huelva), mayo 2006.
© Eduardo Escoriza
Detalle del diseño ventral en ejemplar adulto, María (Almería), octubre 2008.
AUSENCIA DE VENENO
Como se ha indicado, la viperina es completamente inofensiva. Casi nunca muerde cuando es capturada y además carece de veneno en sus dientes. Vamos a explicar un poco la clasificación de las serpientes según el diseño de su dentadura y la presencia o no de veneno:
Áglifos: Aquellos ofidios (serpientes) que no tienen un dispositivo inoculador de veneno, y toda su dentición tiene más o menos el mismo tamaño. Completamente inofensivos. Entre ellos se encuentra la protagonista de nuestra ficha, la culebra viperina.
Opistoglifos: Aquellos ofidios que cuentan con colmillos acanalados y comunicados con glándulas productoras de veneno situados en la parte posterior del maxilar superior. No son peligrosos para el hombre, pues si llegan a morder es difícil que puedan clavar la dentadura completa. Por ejemplo la culebra bastarda y la de cogulla.
Solenoglifos: Serpientes que poseen un sofisticado y evolucionado sistema inoculador de veneno. Tienen largos colmillos acanalados situados en posición anterior y superior comunicados con glándulas productoras de veneno. Además, un eficaz conjunto de músculos ayudan a la inoculación directa del veneno durante la mordedura. Estos colmillos están plegados y se disparan cuando la serpiente abre la boca para atacar. Son las serpientes más peligrosas que podemos encontrar en nuestro entorno y están representadas en nuestra provincia por la víbora hocicuda.
LA CULEBRA MÁS ABUNDANTE EN NUESTRA PENÍNSULA
Su área de distribución natural abarca gran parte de la cuenca mediterránea occidental. En el norte de África podemos encontrarla en Marruecos, Argelia y Túnez. En Europa ocupa toda la península Ibérica, Francia, Italia y por el norte llega hasta Suiza. En nuestro país se distribuye de forma homogénea, encontrándose incluso en las islas de Mallorca y Menorca. Aun así es rara en la costa Cantábrica y Galicia. En Granada está muy bien distribuida y es ciertamente abundante. Quizás sea un poco más escasa en el tercio oriental provincial, tal vez por la escasez de medios acuáticos.
Mapa de distribución provincial
UNA “CULEBRA DE AGUA”
Efectivamente la viperina es la culebra más ligada al medio acuático de todas las que pueblan nuestro país. Aunque es posible encontrarla en tierra, la mayoría de las veces la localizaremos dentro del líquido elemento o en sus inmediaciones. Posee una gran capacidad para colonizar nuevos puntos acuáticos, por lo que además de en sus hábitats tradicionales que incluyen todo tipo de medios permanentes o temporales (ríos, arroyos, lagunas interiores y litorales) hoy en día podemos encontrarla en casi todas las estructuras humanas relacionadas con el uso y gestión del agua (embalses, acequias, albercas y balsas para regadío). No es muy exigente en cuanto a las características físico-químicas del agua y se la ha visto incluso pescando en el mar, concretamente en charcos intermareales. Esta gran adaptabilidad le ha permitido colonizar nuevos territorios incluyendo muchas zonas áridas donde anteriormente no podía vivir por la ausencia de agua gracias a la cada vez más frecuente construcción de balsas para regadío.
© Luis Garcia Cardenete
Hábitat típico, rivera del Cala, limite norte de Huelva y Sevilla, junio 2007.
Es una especie termófila (amante de temperaturas medias-altas), por lo que su rango de altitud óptimo se sitúa entre el nivel del mar y los 1.000 msnm., siendo más abundante en zonas bajas. De todas formas no es nada infrecuente encontrarla por encima de ese límite y precisamente en Granada se han registrado los valores máximos de altitud de toda la península para la especie. Concretamente un ejemplar localizado por nosotros en la Sierra de Baza, zona del Puerto de las Palomas en el año 2004, a 2.005 msnm. y otro en Sierra Nevada, en el municipio de Bérchules a 1.995 msnm. Aunque en nuestra provincia predominan los ejemplares de diseño “normal” hemos encontrado algunos con el diseño bilineata en Colomera, Padul, Loja, Zafarraya, Alhama de Granada…
Como el agua tarda más tiempo en calentarse que el medio terrestre en el que se encuentra situada, la culebra viperina suele tener una actividad anual sensiblemente menor que otras culebras, pues hasta bien entrada la primavera el agua no alcanza los 15 o 20 grados que permiten los rápidos movimientos de la culebra durante sus actividades de caza. Lógicamente esto depende de la exposición con respecto al sol de cada zona concreta. Por eso, incluso en zonas bajas las culebras hibernan durante los meses más fríos, habitualmente desde noviembre a marzo. Una vez entrada la primavera, salen de sus refugios invernales (bajo piedras, troncos, madrigueras de roedores) casi siempre situados en las inmediaciones del agua. Durante esta época del año tienen una actividad predominantemente diurna y terrestre. Conforme va avanzando la estación cálida se hacen más acuáticas y en pleno verano amplían su actividad hasta las horas nocturnas. Tras pasar breves períodos sumergidas nadando para pescar, les gusta solearse colocándose sobre piedras, troncos o vegetación flotante. De este modo consiguen el calor necesario para posteriores inmersiones.
© Javier Fuentes
Adulto soleándose sobre un tronco, Cardeña (Córdoba), mayo 2004.
Aquellos ejemplares que viven en medios acuáticos temporales que se secan durante el verano, se vuelven más terrestres y efectúan largos desplazamientos en busca de otros sitios adecuados que tengan agua. Esta es la explicación de la localización de ejemplares en lugares aparentemente poco propicios para su supervivencia. Igualmente, los juveniles tras su nacimiento suelen efectuar largos desplazamientos, como estrategia de la especie para colonizar nuevos territorios y difundir su legado genético.
El periodo de celo se inicia a mediados de primavera. Los machos buscan activamente a las hembras receptivas, y cuando localizan una nadan cerca de ella intentando enroscarse alrededor de su cuerpo. Varios machos pueden acosar a una misma hembra produciendo auténticas “madejas” de culebras. Durante el otoño también se producen acoplamientos aunque en menor número. Los espermatozoides tienen la capacidad de permanecer fértiles durante varios años dentro de las vías genitales de las hembras.
© Raúl León
Acoplamiento, Sierra de Guadalmez (Ciudad Real), abril 2007.
A lo largo de los meses de mayo y junio llevan a cabo la puesta de los huevos bajo piedras, entre las raíces de la vegetación ribereña o en grietas del terreno. Ponen entre 5 y 15 huevos alargados en función al tamaño de la hembra, y miden unos 3 x 1,5 cm. La incubación dura unos 45-90 días y los nacimientos se producen en los meses de septiembre y octubre. Las pequeñas culebras miden al nacer unos 15-18cm y durante varios días mantienen un pequeño diente córneo que les ha permitido romper la cáscara del huevo. Durante los primeros años crecen rápidamente. Los machos alcanzan la madurez sexual a los 2-3 años cuando miden 25cm y las hembras a los 3-4 años con 30 cm. Mudan la piel entre 2 y 5 veces al año. Pueden llegar a vivir entre 15 y 20 años, aunque es raro localizar ejemplares tan viejos, que pueden medir hasta 90 o 100 cm.
© Luis Garcia Cardenete
Juvenil, Encinasola (Huelva), mayo 2006.
APRENDIZ DE VÍBORA
La culebra viperina es muy ágil y escurridiza. Aunque en tierra se desplaza con agilidad, es en el agua donde se desenvuelve con mayor soltura. Nada y bucea muy bien, realizando rápidos movimientos laterales del cuerpo. Tiene una dieta bastante especializada, basada casi al 100% en animales acuáticos. Puede capturar peces, anfibios y sus larvas, insectos acuáticos, lombrices, moluscos... Generalmente caza o pesca al acecho. Para ello utiliza una técnica muy depurada. Con la parte posterior del cuerpo se ancla a una piedra o rama, dejando libre la parte anterior que aparece plegada al igual que la cabeza. Permanece inmóvil en esta posición (pueden estar sumergidas hasta 15 minutos sin salir a respirar) hasta que alguna presa, un pez o un renacuajo, pasa cerca de ella. En ese momento lanza vertiginosamente la parte anterior del cuerpo y la cabeza como si fuera un muelle y la atrapa clavándole los pequeños y afilados dientecillos que bordean sus mandíbulas. Si la captura es pequeña suele tragarla directamente en el agua, pero si es de gran tamaño, por ejemplo una rana o un pez mediano, sale a la orilla y comienza un proceso en ocasiones dificultoso y largo para tragar la presa. A los peces, una vez asfixiados los tragan por la cabeza. Las ranas suelen hincharse de aire para dificultar su ingestión, pero la culebra viperina al igual que el resto de serpientes, tiene la capacidad de dislocar su mandíbula y de este modo ampliar la abertura de la boca para tragar grandes bocados. Además de al acecho, también cazan recorriendo el fondo del agua o las orillas, guiándose por la vista el olfato y el tacto, capturando presas más lentas, como lombrices, caracolas o larvas de libélula.
© Javier Fuentes
Adulto devorando una ranita de San Antón (Hyla arborea), Cardeña (Córdoba) abril 2007.
Su abundancia, capacidad de colonización y especialización para la pesca puede ocasionar problemas para la conservación de algunas especies de anfibios amenazados. Es el caso por ejemplo de nuestro sapo partero bético (Alytes dickhilleni) y de su pariente el ferreret (Alytes muletensis) que solamente vive en el norte de la isla de Mallorca. Precisamente este último sapillo se ve muy afectado por la presencia de culebra viperina en su hábitat, hasta el punto de que en la actualidad solo sobrevive en unos pocos barrancos muy abruptos donde no pueden llegar estos reptiles. En lo que respecta al sapo partero bético, hemos comprobado como la culebra viperina depreda activamente sobre sus larvas, y en aquellas poblaciones de pequeño tamaño, generalmente asociadas a una alberca, abrevadero, una fuente o las pozas de un arroyo, son capaces de acabar con toda la producción anual de larvas. En una experiencia que llevamos a cabo en el municipio de Colomera, construimos una pequeña alberca situada a unos 300 metros del único punto conocido en el que se reproduce el sapo partero bético en una subcuenca del río Colomera. Este nuevo depósito estaba situado a menor altitud y bastante cerca del río. Trasladamos algunas larvas de la alberca original, que se encuentra amenazada por la introducción de peces y la realización de limpiezas y vaciados periódicos, con la intención de crear una pequeña población en esta zona más tranquila. Pues bien, tras 3 años de soltar larvas hemos desistido, pues todas ellas eran capturadas y consumidas por ejemplares de culebra viperina, muy abundantes en los alrededores del río. Tal vez, la distribución natural de este sapo se vea influida, entre otros factores, por la mayor o menor densidad de culebra viperina en su medio. Por eso suele situarse en altitudes medias y altas, alejados de los cursos principales de ríos donde las densidades de culebras son mayores.
© Eduardo Escoriza
Adulto devorando una carpa (Ciprinus carpio) en la orilla del embalse de Colomera (Granada), septiembre 1999.
Entre sus enemigos naturales se cuentan aves acuáticas (garzas), rapaces nocturnas y diurnas (cernícalo, mochuelo, búho real, milano negro), mamíferos (nutria, turrón, zorro) e incluso otras especies de culebras de mayor tamaño. Cuando se ven amenazadas, lo primero que hacen es lanzarse al agua y bucear rápidamente para esconderse en el fondo. Si alguna vez se ven acorraladas en tierra, es cuando hacen honor a su apellido de “viperina”. Efectivamente han desarrollado un elaborado mimetismo con las víboras. Al diseño en zig-zag de su dorso se une un comportamiento similar al de su peligroso pariente. Ante una amenaza, enroscan el cuerpo aplanando y replegando la cabeza que toma forma triangular. Si el peligro continúa lanzan la cabeza y bufan como si fueran a morder, al igual que hacen las víboras. Sin embargo muy raramente llegan siquiera a abrir la boca y menos aún a morder.
© Eduardo Escoriza
Primer plano, ejemplar en actitud defensiva imitando a las víboras, María (Almería), octubre 2008.
© Javier Fuentes
Plano general, ejemplar en actitud defensiva imitando a las víboras, Sierra de las Albuñuelas (Granada) abril 2006.
En otras ocasiones se hacen las muertas. También segregan un nauseabundo líquido por sus glándulas cloacales e intentan restregarlo por todas partes para conseguir que sea soltada, como seguramente habrán comprobado todos aquellos que alguna vez han tenido una en sus manos. El olor que queda es repugnante y tarda mucho tiempo en desaparecer incluso después de lavar las manos abundantemente con agua y jabón.
© Javier Fuentes
Juvenil haciéndose pasar por muerto, Puebla de Don Fadrique (Granada), mayo 2007.
SIN GRANDES PROBLEMAS DE CONSERVACIÓN
Gracias a su amplia distribución, y elevada abundancia, la culebra viperina no se enfrenta hoy en día a graves problemas de conservación. A pesar de ello podemos decir que las poblaciones que podemos denominar “más naturales”, o sea las situadas en medios tradicionales como ríos y lagunas, si empiezan a tener problemas derivados del deterioro de estos medios. La contaminación orgánica y química del agua, la ocupación del dominio público hidráulico, la sobreexplotación de las aguas subterráneas y superficiales, afectan tanto a la culebra como a sus presas principales, los peces y los anfibios.
Esta disminución se ve compensada por la gran capacidad que tiene para colonizar nuevos medios acuáticos construidos artificialmente por el hombre.
Como el resto de reptiles, sobre todo de serpientes que habitan en nuestro medio, no escapa a la animadversión generalizada que la sociedad tiene hacia estos animales. Muchos ejemplares mueren a manos de personas que las encuentran tanto en ríos como en albercas o incluso piscinas de recreo. También es frecuente encontrarla atropellada en carreteras y caminos rurales.
Se ha registrado cierto declive en los últimos años en varias poblaciones granadinas, sobre todo del Poniente.
© Luis García Cardenete
Adulto, Sierra de la Almijara (Granada), abril 2006.
PROPUESTAS DE CONSERVACIÓN
Se basan principalmente en el mantenimiento de las condiciones ecológicas adecuadas de nuestra red hidrográfica y de zonas húmedas, así como en la educación ambiental necesaria para desterrar la mala fama que las serpientes tienen en nuestra sociedad occidental.
© Luis García Cardenete
Hábitat característico y bien conservado de culebra viperina, embalse de Melonares, Sierra Norte (Sevilla), junio 2007.
1. Depuración adecuada de las aguas residuales que se vierten a los cauces, tanto las de origen urbano, fundamentalmente con alto contenido orgánico, como las de origen industrial.
2. Control de las extracciones ilegales de aguas subterráneas y superficiales.
3. Recuperación del dominio público hidráulico, evitando la ocupación ilegal de las riberas y zonas de inundación de los ríos.
4. Restauración del ciclo anual del agua en los cauces afectados por la construcción de embalses. No basta tan sólo con el cumplimiento de los “caudales ecológicos”, que casi nunca se respetan, sino de establecer un régimen de caudales que imite, en lo posible las condiciones existentes antes de la construcción del embalse.
5. Campaña educativa sobre el importante papel que cumplen las culebras acuáticas en los ecosistemas húmedos mediterráneos.
7. Control y limitación del uso de pesticidas en la agricultura, sobre todo en el olivar por su gran extensión.
LA CULEBRA VIPERINA EN LA SIERRA DE BAZA
La culebra viperina es una especie frecuente en las zonas bajas del Parque Natural de la Sierra de Baza, siempre en las cercanías de riachuelos y arroyos. También la encontramos en albercas, y fuentes. Su buena distribución en estas zonas bajas puede atribuirse a la “cultura tradicional” del agua, ya que de no existir esa gran red de acequias y albercas de origen árabe estaría recluida únicamente a las cuencas con mayor permanencia de agua.
Aunque en menor densidad, es posible localizarla en zonas relativamente altas, ejemplo de ello es una hembra enorme que encontramos en el año 2004 en la zona del Puerto de las Palomas a 2.005 msnm dentro de una alberca semiderruida. Se da la circunstancia de que este punto es el único donde hemos comprobado la reproducción del sapillo pintojo meridional (Discoglossus jeanneae) en todo el Parque Natural. También se reproduce allí el sapo partero bético (Alytes dickhilleni).
© Javier Fuentes
Bonito ejemplar juvenil, Puebla de Don Fadrique, (Granada), mayo 2007.