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Edición Mensual - Año XXVI | Nº 305 - Noviembre 2024

FICHAS

imagen de decoración

Etnobotánica de la Sierra de Baza

Fichas de Flora - Plantas del Parque Natural Sierra de Baza

Tilo (Tilia sps.)


© José Ángel Rodríguez
Detalle de la flor y hojas del tilo.

Con el nombre de tilo, se conoce un amplio género de árboles (Tilia) de la familia de las malváceas, nativos de las regiones templadas del hemisferio norte. Comprende una treintena de especies, que se distribuyen a lo ancho de Asia, Europa y el oriente de Norteamérica, aunque en la actualidad los tilos se encuentran muy extendidos, ya que con frecuencia se cultivan como árboles ornamentales.

El nombre genérico de Tilia deriva de la palabra griega: “ptilon” que significa ala, por la característica de las brácteas que facilita la propagación de sus semillas por el viento.

Dentro del género de los tilos, integrado por unas treinta especies, como venimos comentando,  las únicas especies presentes en la Península Ibérica, aunque acantonadas en los montes y valles de la zona norte, desde Santander a Cataluña, alcanzando su límite más meridional en la Serranía de Cuenca, son el llamado tilo común (Tilia platyhyllos), un árbol robusto que puede medir hasta 30 metros, o más, de altura, que se diferencia de otro tilo también presente en nuestra geografía el llamado tilo de hoja pequeña (Tilia cordata) por ser sus hojas de menor tamaño. En los parques y jardines de España también se pueden encontrar otras variedades cultivadas de tilo como son el tilo plateado (Tilia tormentosa) y el llamado tilo americano (Tilia americana).

El tronco del tilo común es recto y recio, con la corteza lisa o resquebrajada longitudinalmente en los ejemplares de edad, mientras que la copa es amplia y ramosa. Con el follaje apretado y denso. Las hojas son grandes, anchamente ovadas o redondeadas, en forma de corazón, con el borde finamente aserrado y con los nervios muy marcados por la cara inferior.

Las flores del tilo común, que aparece a principios del verano y se mantienen hasta mediados del otoño,  nacen en ramilletes sobre un largo pedúnculo que brota del nervio medio, son menudas, de color blanco-crema o amarillento, muy olorosas, que dan paso a un fruto seco ovoide, recorrido por cinco costillas 


USOS ETNOBOTÁNICOS

© José Ángel Rodríguez
Detalle de la corteza del tilo común.

Pio Font Quer, en su obra “Planta Medicinales. El Dioscórides Renovado”, se ocupa del tilo con detalle destacando, como en la mitología griega, se cuenta que el centauro Quirón, hijo de Saturno y que fue convertido en caballo, y de Philyra, al tener conocimiento de que ella había sido fecundada por el centauro y tener conciencia del monstruo que se estaba formando en su cuerpo, suplicó a los dioses que no la dejaran entre los mortales y estos accedieron a sus súplicas convirtiéndola en un árbol nobilísimo, el tilo.

Siguiendo a Laguna, también cuenta, Pio Font Quer, que la corteza del tilo mascada y puesta en forma de emplasto, suelda las frescas heridas. “Sus hojas mojadas resuelven los hinchazones, hacen renacer los cabellos e impiden que se caiga el pelo”.

Como destaca G. López González en su publicación “Guía de los Árboles y Arbustos de la Península Ibérica y Baleares” (Editorial Mundi Prensa, 2004), son muchas las virtudes del tilo, del que se aprovecha su madera, blanda y ligera y de textura fina y uniforme, casi sin dibujo, de color marrón pálido y excelente para ser tallada. Algunas de estas virtudes son tan conocidas como las propiedades sedantes y antiespamósdicas de las infusiones de sus flores y brácteras, que se deben a su esencia. También tiene propiedades diereúticas, por su alto contenido en flavonoides y emolientes, por su mucílago. La corteza también ha sido empelada para tratar afecciones hepáticas y biliales. Este mismo autor destaca como de todas sus antiguas propiedades tan solo se mantienen vigentes las propiedades vasodilatadoras y antiespasmódicas, siendo el uso más tradicional y conocido la infusión de sus flores secas, las que se toman con fines relajantes del sistema nervioso central, aunque no debe abusarse de su consumo, siendo la dosis máxima admitida la de dos tazas al día.