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Edición Mensual - Año XXVI | Nº 306 - Diciembre 2024

FICHAS

imagen de decoración

Etnobotánica de la Sierra de Baza

Fichas de Flora - Plantas del Parque Natural Sierra de Baza

Olivo (Olea europaea)


Frutos en maduración del olivo

Árbol perennifolio, de la familia de las oleáceas, que puede alcanzar los 15 m de altura vivir más de mil años, con copa ancha y tronco grueso, retorcido y a menudo muy corto. Su corteza, finamente fisurada, es de color gris o plateado y sus hojas opuestas, de 2 a 8 cm. de largo, lanceoladas con el  ligeramente puntiagudo, enteras, coriáceas,  y verde gris oscuras por el haz, más pálidas y densamente pilosas por el envés. Las flores del olivo, que aparece entre julio y agosto, se disponen en inflorescencias (racimos) compuestas de 10 a 40 flores muy pequeñas, según variedad, y son  bisexuales o polígamas, en  axilares multifloras, con corola blanca. El fruto del olivo, llamado aceituna, es una drupa que tiene forma ovoide o algo globosa de 1 a 3,5 cm. de largo, de color verde al principio, adquiere un color negro-morado en su plena madurez. Periodo de floración, su periodo de fructificación comprendido entre septiembre y octubre.

El olivo es una especie típicamente mediterránea adaptada al clima de esta región geográfica, estando presente en los paisajes de la región mediterránea,  como un elemento más de los ecosistemas mediterráneos y de su cultura, aunque se estima que no es originario de la misma, considerándose que existen dos hipótesis sobre el origen del olivo: una que postula que proviene de las costas de Siria, Líbano e Israel y otra que lo considera originario de Asia Menor. En cualquier caso se trata de una especie que ha convivido con nosotros desde hace más de XX siglos, estimándose que la llegada a Europa probablemente tuvo lugar de mano de los Fenicios, en transito por Chipre, Creta, e Islas del Mar Egeo, pasando a Grecia y más tarde a Italia y desde allí a los países mediterráneos de origen latino, entre ellos España, en cuanto que los primeros indicios de la presencia del olivo en las costas mediterráneas españolas coinciden con el dominio romano, aunque fueron posteriormente los árabes los que impulsaron su cultivo en Andalucía, convirtiendo a España en el primer país productor de aceite de oliva a nivel mundial. En América se introdujo hacia el año  1560 en la zona de Perú y Méjico y en California en 1769. Actualmente el cultivo del olivo se extiende por todos los países del mundo cuyo clima lo permite, en cuanto que aunque es una especie rústica presenta también una serie de requisitos que limitan su área de distribución preferentemente a zonas de clima mediterráneo. Al ser sensible a las heladas, si bien, soporta temperaturas de hasta 10ºC bajo cero, siempre que no sean prolongadas, aunque la resistencia al frío es una característica varietal. Las altas temperaturas son perjudiciales, sobre todo, durante el periodo de floración. Aunque se encuentran olivos en muy variadas zonas, parece desarrollarse mejor en áreas con una pluviometría comprendida entre los 600-800 mm/año, lo que en las zonas con precipitaciones inferior a la óptima se compensa con riegos para efectuar aportes hídricos adicionales. España es la primera productora mundial donde existen más de 215 millones de olivos en una superficie próxima a los 2 millones de hectáreas, lo que representa el 27% de la superficie mundial, seguida de Italia. Otros productores importantes son Grecia, Turquía y Túnez. En España la región olivarera por excelencia es Andalucía y dentro de ésta la provincia la de Jaén, seguida de Granada.

La variedad  silvestre del olivo se denomina acebuche, el que se diferencia del  común por tener a menudo un porte arbustivo, hojas de forma oval y de menor tamaño y fruto bastante más pequeño y con menor rendimiento en aceite.

El olivo no solo forma parte de nuestra cultura, de nuestro paisaje y de nuestra economía, sino que también es un árbol lleno de simbolismo y espiritualidad que se pierde en los albores de los tiempos y con cuya mera cita bien podía llenarse un libro, pero nosotros vamos a limitarnos a comentar someramente el simbolismo del olivo dentro de la cultura cristiana. Así en los sepulcros de los primeros cristianos era frecuente encontrar pintado o esculpido un olivo que simbolizaba el descanso eterno. En el Antiguo Testamento aparece en varios pasajes representado el olivo, como símbolo mismo de la alianza del hombre con Dios, siendo el más popular y conocido el relato del Diluvio Universal, en el que una paloma que llevaba una ramita de olivo anunció a Noé el fin de las lluvias. Son también frecuentes las referencias al olivo en el Nuevo Testamento y basta recordar la conversación y meditación de Jesús con el Padre bajo un olivo en el llamado Monte de los Olivos o como en los tiempos actuales forma parte del ritual cristiano en ceremonias como la unción de los enfermos, en la que el aceite que se coloca en su cuerpo es considerado como símbolo de la renovación de la unión terrena con lo espiritual.

El conjunto del árbol, y particularmente todas las partes de su fruto, la aceituna, está considerado como una de las plantas con más interés económico de la región mediterránea.

La madera de olivo, muy dura y compacta, y que se puede trabajar y teñir muy bien, ha sido y es utilizada tanto como combustible como para fabricar recipientes y útiles de cocina tales como cucharas, palas o tenedores. En jardinería también es muy utilizado este árbol con fines ornamentales, tanto por su belleza como por su simbolismo religioso. El fruto es muy apreciado como alimento, pero aún más por la gran cantidad de aceites que suministra por expresión. Teniendo el aceite de olivo innumerables usos en farmacia y en medicina, en las artes y en la economía doméstica. La infusión de la corteza, hojas y flores es tónico-astringente y se considera que baja la tensión arterial, como también es útil en las diarreas y como febrífugo. Del tronco de los olivos viejos, fluye una sustancia resinosa conocida como, olivina, también llamada goma de resina de olivo, que ha sido utilizada para curar las hernias, para ello se ponía a cocer en agua unos trozos de resina y se removía con un palo de olivo la materia, hasta formal una pasta liquida que se dejaba enfriar, sin permitir que se solidificara y que se aplicaba sobre la parte del cuerpo afectada por la hernia, tras lo que se envolvía todo con una venda colocada a modo de faja, permaneciendo el ungüento durante un mes, tras lo que se consideraba que al retirarse la venda la hernia habría curado.

Pero como decimos, es el aceite que se obtiene por expresión donde radica el mayor interés comercial de esta planta, la que no deja de sorprendernos con nuevas utilidades y provechos de manos de la ciencia. Los recientes trabajos del equipo Bionat de la Universidad de Granada, bajo la dirección de Andrés García-Granados López de Hierro, Catedrático de Química Orgánica y colaborador habitual de nuestra revista digital, han puesto de manifiesto que el ácido maslínico, un producto natural que es extraído del orujo seco de las almazaras, puede reducir la propagación del SIDA en el organismo humano hasta un 80 %. Estos trabajos también han puesto de manifiesto como el ácido maslínico, un ingrediente natural de la aceituna, es un terpeno pentaciclíco con efectos antioxidantes y anticancerígeno, lo que nos pone de manifiesto los valores y potencialidades de este noble y singular árbol que es el olivo.

El olivo es una especie que abunda en la zona basal de la Sierra de Baza, pudiendo localizar excepcionales ejemplares en antiguas huertas de cultivo como en la zona de El Cerro (arroyo Moras), alcanzando su máxima altitud en la zona de La Herradura, en al confluencia del arroyo de la Tejera con el arroyo Bodurria, donde se localizan en torno al centenar de ejemplares, que superan los 1.500 metros de altitud, posiblemente una de las máximas citas mundiales para esta especie.