Etnobotánica de la Sierra de Baza
Fichas de Flora - Plantas del Parque Natural Sierra de Baza
Fresno del sur (Fraxinus angustifolia)
Detalle de las hojas otoñales del fresno de hoja estrecha y sus frutos o samaras.
El género de los fresnos está integrado por unas 65 especies, localizadas en el hemisferio norte, que llegan por el sur hasta México y Java. En la Península Ibérica, se localizan básicamente dos especies autóctonas el fresno común (Fraxinus excelsior) y el fresno de hoja estrecha (Fraxinus angustifolia) o del sur, como también se le denomina en alusión a su localización geográfica, el que ocupa toda la Península Ibérica desde el nivel del mar hasta los 1.800 metros de altitud, extendiéndose por el norte hasta el sur de Galicia y los valles inferiores de los Pirineos, mientras que por el sur llega hasta el norte de África. En la provincia de Granada el fresno del sur es una especie que podemos encontrar sin dificultad en los sistemas montañosos, asociado a los cursos de agua y a terrenos con cierta humedad, como también es frecuente en la Sierra de Baza, donde fue muy plantado en la década de los años 50 a 60 del pasado siglo como especie ornamental. Muy interesante y fácil de localizar es el paseo de fresnos que parte desde la parte posterior del Centro de Visitantes de Narváez a la Fuente de la Taza, junto al Barranco del Peral.
El fresno del sur es un árbol caducifolio que puede alcanzar los 25 metros de altura, aunque lo normal en nuestras latitudes es que no supere los 10 ó 15 metros. Su corteza es de color gris oscuro, resquebrajada, que se vuelve profunda y nudosa con la edad. Sus hojas son caducas, de forma alargada (15 a 25 cms. de largo por 1 a 2,5 cms. de anchas). El fresno del sur florece en a final de invierno o principios de la primavera, antes de echar las hojas, siendo su floración poco vistosa. Sus frutos, llamados samaras, maduran a final del año.
Desde el punto de vista de la etnobotánica y mitología que existe en torno al fresno, las referencias recogidas son comunes a las diferentes especies de fresno y a los distintos usos y aprovechamientos que se han venido obteniendo de las diferentes especies de fresno, por lo que lo que aquí se indicará es aplicable a la generalidad de especies de fresno.
La madera de fresno ha sido muy apreciada desde la antigüedad, al ser resistente y elástica, al tiempo que fácil de trabajar. Habiéndose empleado tradicionalmente en la construcción de barcos, dadas sus cualidades impermeables y su poca putrefacción al agua, como también se ha utilizado en ebanistería, para construir herramientas con mangos de madera como picos, hachas, palas o martillos, así como bastones y garrotas por los pastores y más modernamente en artículos de deporte de madera como palos de hockey o de billar, por aguantar muy bien los golpes repetidos. También se han utilizado sus hojas para alimentar al ganado, siendo muy propio de la especie el desmoche de los árboles con este fin, llegando a almacenarse las hojas en establos y pajares, como alimento invernal del ganado. Su leña también ha sido utilizada como combustible, particularmente cuando se cortaban las ramas para el ganado, de las que se troceaban y separaban las ramas más gruesas para leña, mientras que las ramas más finas, se aprovechaban para construir cestas y capazos. Otros uso del fresno, como es el aprovechamiento de sus hojas y corteza para tratar procesos respiratorios o reumáticos, así como dolores de las articulaciones, ha desaparecido en la actualidad dados sus nulos efectos, siendo su referencia meramente anecdótica.
El escritor Ignacio Abella, en su libro “La magia de los árboles”, dedica muchos elogios a este insigne árbol, del que destaca como en la mitología germánica el fresno es considerado como el árbol del mundo, que contiene en sí toda la fuerza del universo: “Es el más grande y hermoso de todos los árboles. Sus ramas sostienen el cielo y sus frutos son las estrellas, mientras que tres inmensas raíces lo sostienen y sustentan”. En la mitología nórdica, se cuenta que en el mundo de los hombres (llamado Midgård) en su centro, y para que los hombres no se sintieran solos, crearon el mundo de los asas (Asgård), en cuyo centro crecía un gran fresno llamado Yggdrasil. Yggdrasil fue el árbol de la vida, y si muriera, significaría la destrucción total del mundo. Se cuenta que Yggdrasil sostenía el cielo y en su copa vivía un águila, y entre los ojos del águila un gavilán. Por el tronco del fresno sagrado corría la ardilla pasando noticias e insultos entre el águila y el dragón, que vivía al lado de una de las raíces del fresno sagrado. Mientras que cuatro ciervos corrían por sus ramas y el rocío que caía de su cornamenta formaba los ríos del mundo. Este gran fresno tenía tres raíces, cada una de las cuales encerraba unos curiosos simbolismos, en los que no podemos extendernos dado el ámbito de este trabajo.
En la mitología griega el fresno también desempeñó un importante papel, y aparecía consagrado a Poseidón, dios de los mares y océanos y también de los ríos y lagos. Se cuenta que la lanza con la que Aquiles mato a Héctor era de un fresno sagrado. En esta misma mitología se cuenta que el fresno está protegido por una ninfa llamada Meliades. En las bodas de Peleo y Tetis (germen de la Guerra de Troya) se cuenta que Zeus dispuso que asistieran los doce dioses Olímpicos y 50 ninfas a la ceremonia que se celebro en una playa de las laderas del monte Pelion. Entre los regalos que recibió Peleo se cuenta que recibió una lanza de fresno como símbolo de soberanía.
En las tradiciones más actuales, se considera que el fresno es protector de las casas y celebraciones matrimoniales, tradición heredada del relato trascrito de las bodas de peleo y Tetis. También existe la antigua costumbre de plantarlo junto a las casas rurales, ermitas e iglesias, al considera que aleja el rayo.
El fresno requiere para desarrollarse con plenitud humedad edáfica y un espacio abierto. La plaza de un cortijo o casa de campo puede ser un lugar excelente para plantar al árbol del mundo y quizá, como pensaban los antiguos, sus poderes y beneficiosos influjos se dejen sentir sobre sus moradores. Al menos no perdemos nada con soñar que vivimos en armonía con el árbol del mundo y si de camino encontramos algún benéfico influjo ¡bienvenido sea en nuestro pequeño o gran mundo personal!